Dulce tentación

Capítulo 12

Dimitri Rinaldi

Miro con suma atención la lámpara del techo, controlando el animal despierto dentro de mi pantalón.

Es inútil

Imposible dormir con semejante tentación a mi lado.

Hago amago de levantarme dispuesto a salir de la habitación, pero mi compañera de cama se gira aprisionado mi abdomen con una de sus piernas.

¿Es en serio?

La observo esperando una señal que me indique que intenta seducirme, pero solo escucho sus suaves ronquidos confirmando que duerme profundamente.

Maldigo mi suerte

Como puede dormir tan confiadamente con un desconocido a su lado, peor aún, como puede bajar la guardia después de haberle sugerido tener relaciones sexuales por diversión.

¿Acaso no me ve como una amenaza?

¿O es que acaso no me ve como hombre?

Esta última opción me preocupa por alguna razón, después de todo cuando estuve con ella, estaba bajo la influencia del alcohol

Quizás no soy su tipo o quizás ya no le resulto atractivo.

¡Al carajo!

¿Por qué me tiene que importar si le atraigo o no?

Tal vez mi ego dolido por su rechazo es lo que me está afectando.

Aparto su pierna evitando tocarla demás. Ella solo se queja un poco, pero continúa durmiendo.

Salgo de la habitación encontrando a Aldo hurtando algo en la cocina

—Que haces? —lo miro con desaprobación

—Señor —el pan en su boca le dificulta hablar —. Me disculpó por la intromisión. Tenía mucha hambre y me tomé el atrevimiento de tomar algo de la cocina.

Recuerdo que lo tuve todo el día ocupado sin darle opción a comer

—Está bien. Toma lo que quieras y ve a descansar —concedo para que me deje solo

—Sucede algo, señor? —indaga repentinamente

—No. Por qué? —inquiero resultándome extraña su pregunta

—Se le ve frustrado —lo que me faltaba. Tener cara lamentable

—Estoy bien, ya déjame solo —mascullo irritado.

El chico se da la vuelta obedeciendo mi orden

—Espera —lo detengo antes de que salga

—Sí, dígame —aguarda pacientemente hasta que vuelvo a hablar

—Que puede hacer que una mujer rechace a un hombre como yo? —me siento estúpido haciéndole está pregunta a mi sirviente

—No creo que exista una mujer que pueda resistirse a un hombre como usted. Y si existe, posiblemente es lesbiana.

—No, ella no es lesbiana

—Lo han rechazado? —agranda los ojos con exagerando asombro

—No, solo es una suposición, maldición —pierdo la compostura

—Claro, sería absurdo que alguien lo rechace—ríe con nerviosismo —. La otra opción para mí seria que, esa chica no se siente atraída por usted, señor —confirma mis sospechas

—Entiendo —si antes me sentía lamentable ahora estoy hundido en el barro —. Ya puedes retirarte —dejo que se marche buscando oxígeno en la terraza para pasar el mal sabor de boca que me dejó Devora Agazzi.

Es la primera vez que una mujer desestabiliza mis pensamientos.

¿Qué es lo que tiene para ponerme como un tonto?

Mejores partidos se me han presentado.

"Pero ninguna de esas te rechazo" susurra mi conciencia.

Harto de escuchar mis pensamientos me bebo una botella de alcohol que termina por dejarme noqueado en el mueble rústico del salón.
.
.
.

(****)

El día me resulta un completo fastidio con todos los compromisos que tengo que atender y para terminarla de empeorar recibo en mi oficina la inesperada visita de un Lorenzo Garibaldi con cara de pocos amigos

—Mi hijo me comentó que lo atacante sin razón alguna, me puedes explicar en qué diablos estabas pensando? —reclama con un tono de voz que no me agrada

—Así que eso fue lo que te dijo el cobarde de tu hijo —oculto mi irritación en una sonrisa sin emoción

—Me sorprende tu comportamiento, Rinaldi. Te creía un hombre sensato

—Lo soy, pero tengo mis límites. Si alguien toca lo mío, saco a relucir el animal irracional que guardo dentro de mí —arremeto sacando mi frustración con el viejo

—Por lo visto fue algo grave lo que hizo el tonto de mi hijo? —nota que estoy alterado y decide moderar su manera insolente de dirigirse a mi

—Lo descubrí amedrentando a la madre de mi hijo. El bastardo dejo sus asquerosas huellas sobre su piel. Se merecía lo que le hice y mucho más —me descargo dejándolo mudo de la impresión

—No puedo creer lo que escucho —entona segundo después —. ¿Por qué Mauricio reaccionaria de esa manera con la madre de tu hijo?

—Al parecer la madre de mi hijo, o mejor dicho, mi mujer, tuvo una relación con él un año atrás.

—exnovia de Mauricio? —piensa un momento hasta que capta de quien estamos hablando —. ¿Acaso es Devora Agazzi?

—La misma —corroboro

—Estás saliendo con esa oportunista?

—Cuida tus palabras, Garibaldi. No acepto que nadie hable mal de la madre de mi hijo —gruño amenazante

—Entiendo —se encoge en su asiento —. Me excuso, solo estoy abrumado por la noticia. No esperaba que fueras padre y mucho menos que la madre fuera la ex de Mauricio. —reflexiona unos segundos —. Espera. ¿Cuántos hijos tiene esa joven?

Creo que sé por donde va esa pregunta

—Solo tiene uno y es mío —enfatizo

—Es así —no lo veo muy convencido —. Perdona si soy un poco entrometido, pero puedo saber qué tiempo llevas de relación con ella?

—Un año y medio —miento

—Vaya! Sí que eres rápido, Rinaldi —dice a modo de chiste, pero solo me causa indigestión

—Quería un heredero, no necesitaba un largo romance para procrearlo —justifico mi engaño.

—Tiene razón. Te ofrezco una disculpa por el mal momento que les hizo pasar mi hijo. Me gustaría invitarte este fin de semana a un almuerzo que está organizando mi esposa para celebrar el nombramiento de Mauricio como nuevo ministro de mi gabinete.

—Gracias. Prefiero ahorrarme el mal rato —rechazo su invitación

—Si decides venir, trae a tu familia, me encargaré de que Mauricio se disculpe por su estupidez y así conozco a tu heredero —añade con insistencia



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Editado: 22.07.2024

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