Dulce Tormento

Pequeña flor

Debido al nivel de magia de Peter, pudieron llegar al Reino lo más pronto posible, no permitieron que Lee se quitase otra vez el collar. Una buena experiencia se habían llevado todos, Ted prometió no mencionar lo sucedido a nadie, pues era un secreto que solo Jock conocía.

Al llegar al cuartel los demás chicos no estaban esperándolos, la tensión en el lugar era fácil de percibir. Fue hasta que Hank con una cara larga se acercó a los chicos. Todos no entendían de su comportamiento, hasta que este decidió explicar.

- Ted, lo siento. Tu hermana...

Ted se imaginó horrores, corrió a su habitación y deseaba que sus esfuerzos no fueran en vano, rogaba a los dioses que su hermana no estuviera muerta.

Al llegar a la habitación su hermana no estaba, solo su pequeña muñeca estaba recargada en el escritorio. La tomó con odio y Hank ya estaba a su lado.

- ¡Dónde está! ¡Dime dónde está!-Exclamó molesto pidiendo respuestas.

- Ted tranquilízate.-Dice Peter.

- ¡No me pidas tranquilizarme cuando no se donde esta Iris!-Cada vez más apretaba el cuello de Hank, la ausencia de aire estaba impidiendole explicarle.

- ¡Ya basta Ted!

Ted no razonaba, Jock utilizó un tranquilizante logrando que Hank volviera a su color. No dejó explicarle que su hermana había empeorado, estaba internada en un hospital especial. Lee sabia que Iris no había muerto, pues el collar que le había obsequiado le permitía saber su estado de salud. Debido a la actitud impulsiva de Ted, no le habían podido hablar de los hechos, el tranquilizante lo dormiría por un par de horas. Hank los llevó al hospital para poder entregarle la flor y así sanarla.

- Tu debes entregársela.-Dice Peter acercándole la flor.-Se que ella te dijo algo, completa el trabajo que su hermano no pudo continuar. Tu destino es salvar a otros.

Lee se adentró al habitación donde tenían a Iris, conjuro un espacio donde no hubiera molestias, Iris estaba con los ojos cerrados y tranquila en una cama.

- Ella es quien te necesita.-Dijo Lee acercandole la flor. Esta soltó un resplandor dirigiéndose al corazón de Iris.

La pequeña flor llegó a la conciencia de la pequeña, no había rastro de maldad pero si tristeza.

- He venido aquí, porque me pidieron curarte de una enfermedad mortal. Muchos me han buscado para ti.

- ¿Enserio?-Contestó Iris.

- Así es, pero para hacerlo necesito que tu me apruebes en tu cuerpo.

- Lo haré.

- No te veo tan convencida, ¿acaso no deseas sanar?

- Si lo deseo, pero, siento que mi hermano sufre mucho. Nunca llora enfrente de mi. Pero se que no está bien, solo quiero acabar con eso que lo pone triste.

- Pobre niña, observas lo superficial, pero no te has dado cuenta de aquel amor y sacrificio que hizo él para ti. Viajó durante tanto tiempo solo para traerme a ti, tu felicidad pone a su corazón tranquilidad.

Iris estaba comprendiendo lo que le decía la pequeña flor, pues al ser aún una niña sabía de lo que hablaba. Tomó su corazón y extendió sus pequeños brazos a la flor. Aceptaría sanarse por el bien de su hermano. Lee observó como el resplandor se intensificaba, el deseo estaba cumpliéndose.

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Ted despertó más tranquilo afrontando que posiblemente su hermana estaría bien, se sorprendió al verla entrar a su habitación con una gran sonrisa.

- Hermano, estoy bien ahora. La pequeña flor me curó.-Ted no pudo aguantar la felicidad, abrazó a su hermana y lloró en su pequeño hombro. Iris no conocía ese actitud, pero estaba feliz por su decisión.

Al fin los problemas habían desaparecido en esa familia, podían vivir sin temor a que la vida del otro estuviera en un hilo. Pues la flor no solo había curado su cuerpo, le había entregado un don, era un híbrido al igual que su hermano.

CONTINUARÁ...




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