Después de esa noche la química en ambos fue constante, estaban tan ansioso de conseguir al primogénito lo más pronto posible.
En unas ocasiones Michael tuvo que abandonar el Reino, esta vez por motivos de trabajo. Lee se quedaría sola un par de semanas, estaría a cargo del Reino junto al Ministro Philip.
Ahora debía dividirse en dos para completar todos los asuntos, por suerte tenía a Jock cerca, al ser su mano derecha y conocerse desde pequeños, sabía como mantener la calma en la institución.
Durante la mayoría de su tiempo entrenaba a su estudiante. Francis obtenía distintas técnicas que le beneficiarían en la guerra, desde conjuros donde una simple roca podía transformarse en armas de autodefensa a poder aumentar la resistencia de sus alas para viajar durante más horas y a una velocidad alta.
Aunque las reglas marcaban que ninguno de los internos podía salir mientras tenían sus clases, Francis acompañaba a Lee a todos lados.
Siempre se preguntaba porque su estudiante no tenía otros amigos con los cuales compartía sus logros, siempre estaba detrás de ella y no lo veía ni siquiera comiendo con sus compañeros de habitación.
En bastantes ocasiones intentó convencerlo, pero eso no le hizo cambiar de parecer. Siempre estaba solo, tenía una excelente habilidad, pero su problema era la falta de comunicación.
—Francis, te he dicho que no es necesario que me acompañes al Reino todos los días. Deberías seguir practicando tus habilidades con los demás maestros.
—Me niego Capitana Lee, como su estudiante estoy preparado para dar mi vida por usted. Seré fiel a aquel que tengo frente —el chico era muy serio en sus acciones. Si se lo proponía podría ser un excelente General en unos años.
—Bueno, ya que no deseas regresar. ¿Qué te parece si comenzamos con un conjuro? Ya terminé mis deberes del día, ahora puedo dedicarme a tu entrenamiento.
Lee tronó sus dedos llevándolos a ambos a una zona amplia. Era la misma que había usado con Stephan la vez que se enfrentaron.
—Bienvenido a la sala de juegos. Aquí no podremos hacer ningún daño —expresó formando una gran bola de energía lanzándola a una pared, con el propósito de mostrarle al chico que todo estaba seguro.
—¿Qué aprenderemos hoy, Capitana Lee? —cuestiona curioso.
—Durante el tiempo que te he dado clases, noté que tienes una excesiva carga de mana. Esta vez no te enseñaré conjuros fáciles, ahora veremos aquellos que podrían salvarte la vida —Francis no mostraba emoción, no le parecía interesante—. Muéstrame tu mejor arma.
De los pies de Francis se formó un gran círculo del cual expulsaba aquella compañera de guerra. Cargó el cartucho y apuntó a su Capitana como le había enseñado.
—Muy bien, ahora dispárame. No te detengas —el chico no dudo dos veces. Vacío el cartucho sin parpadear.
Una vez que se detuvo las balas, estas flotaban en dirección a Lee, un movimiento de ojos hizo que estas girarán en contra de su portador. La magia de Francis había desaparecido, Lee se había encargado de eliminar su energía para darles una nueva orden.
No solo controlo las balas, las unió formando una sola, una con la capacidad de hacer un gran hoyo en el suelo. Ambos flotaron viendo desde arriba la gran explosión de arena.
—¿Cómo hizo eso?
—Fue fácil, solo esparces un poco de mana a la materia eliminando la energía del portador. Una vez controlándolo, puedes manipularlo a tu antojo. No solo decidí la forma, también el daño que iba ocasionar a quien la recibiera.
—Oh ya entiendo, debo controlar mi mana para expulsarlo en pequeñas cantidades pero con una "orden". Así puedo manipularlo —Lee asintió con la cabeza—. Tengo lo necesario, ahora puedo usarlo.
Ahora Lee atacó a Francis para ver la capacidad de aprendizaje. Francis estiró su mano controlando las balas. Cerró su puño mientras estas se unían formando diminutas esferas, al ver a Lee estas corrieron pegándose en su ropa.
Parecían pequeñas sanguijuelas intentando succionar su sangre, solo que estas tenían un foco en su punta que parpadeaba constantemente. Una vez Francis dio la orden, estas explotaron una tras otra.
Al final Lee tenía su uniforme dañado, una gran cantidad de agujeros estaban en su cuerpo. No había rastro de daño físico por haber conjurado un campo de fuerza que la mantenía intacta. Francis era capaz de muchas cosas, posiblemente Lee corría más riesgo teniéndolo de enemigo, por eso es que debía estar en constante vigilancia. Los Reinos enemigos no podían saber de su existencia.
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La ausencia de Michael, ocasionaba incomodidad en Lee. Por primera vez sentía como Michael era una parte muy importante de su vida. Esa noche tuvo que usar las ropas de su esposo, el tener su aroma de cerca podía estar tranquila. Desconocía porque añoraba tanto a aquel hombre, Lee deseaba estar bajo esos brazos que la hacían sentir segura.
Nunca había conocido un hombre que fuera su kryptonita. La mujer ruda había caído a un ser que la trataba como Reina.
CONTINUARA...
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Editado: 01.08.2020