La chica parecía tener bastante fuerza, al sentirse amenazada por Michael lo tiró al suelo amenazándolo con magia. Al estar bajo ella pudo saber que pasaba, la mujer no lo reconocía.
—¡Oye, oye! ¿Qué haces? A caso no sabes quién soy.
—No me interesa quien seas, no debiste acercarte —La mujer tenía una mirada feroz. Parecía un asesino dispuesto a cortarle la garganta a su víctima.
—Tranquila, soy alguien de fiar. Prometo no hacerte nada —balbucea Michael intentando descubrir más de ella.
—¿Quién me asegura que no mientes? Seguramente esperarías que me confíe y pronto apuñalarme en la espalda.
—¡No! ¡Te equivocas! Jamás sería capaz de hacerte daño —ella no sintió que fuese una mentira. Confío en sus palabras y se alejó de él lo más pronto posible.
Michael intentó seguirla pero la chica se había esfumado al chasquear sus dedos. Sabía que esa técnica no podía usarse por dos personas, eran demasiadas coincidencias.
Prometió regresar al lugar, necesitaba saber todo de ella. Si alguien estaba detrás de todo, pronto lo asesinaría con sus manos.
Intentó regresar a la capital para no levantar sospechas de parte de Stephan, pues al ser un Rey comenzaría una guerra con el país al que visitaban.
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Al día siguiente Michael recorrió el lugar, pasó toda la mañana esperando a la mujer pero no hubo rastros de ella. Quizás se la había imaginado o le tenía miedo a que la lastimara.
Así pasaron dos días y ella no regresaba. Michael estaba impaciente por saber más respuestas. El día de hoy llevó un libro para aprovechar el tiempo de espera en que aparecería, al controlar su magia le era fácil volar por el lugar.
En sus manos sostenía un libro favorito de Lee; todo acerca del romance. Trataba acerca de una joven mestiza que luchó por obtener la aprobación del amor de los padres de su pareja. La historia se constituía por trama, engaños y muertes de personas importantes que se arriesgaron por la felicidad de la protagonista.
A Michael le parecían absurdas esas historias ya que Lee estaba viviendo en una historia de amor. Mientras Michael esperaba, desde lo oculto la mujer observaba cada movimiento de él.
Los días anteriores ella había estado en el mismo lugar, sin quitarle la vista de encima a Michael, analizando si era un ser peligroso.
—Ese hombre a vuelto Kira —charla la mujer hablando a su mensajero espiritual.
—Deberías saludar, no parece una mala persona.
—Estas loca, si confío en él podría poner mi vida en riesgo. Además sabes que ella me regañaría si regreso con heridas.
—Esa mujer da miedo. Desde que estamos a su cuidado nos trata como sus hijos.
—Tu tienes suerte Kira, ella no puede verte y regañarte.
—Pero vamos, no seas tímida y saluda al hombre. Quizás sea amistoso y pueda prestarnos ese libro.
—Hmmm quizás tienes razón. Desde ayer quiero saber de que trata, ya me aburrí de los libros de casa, Jerry no ha regresado de su viaje aún y necesito material nuevo.
La mujer tomó una decisión y con la guardia alta salió de su escondite para hablar con aquel hombre. Al verla Michael pronto recuperó su postura y arregló su ropa para verse decente.
—Ho-Hola, no sabia cuando volvería a verte —deleita con nerviosismo.
—Antes de comenzar con cualquier charla, necesito saber si puedo confiar en ti. Si te atreves a tocarme o hacer algo extraño te cortaré la cabeza. ¿Esta claro?
—¡Más que claro! —responde ansioso—. Y bien, ¿cuál es tu nombre?
—No te lo diré, una vez que confíe en ti te lo diré.
—Está bien, está bien. Espero ganarme tu confianza muy pronto —Michael estaba muy sonriente, por fin había avanzado un poco.
—Por cierto extraño...
—¡Oh disculpa! Mi nombre es Michael.
—Bueno, Michael. Podrías decirme de que trata tu libro. Hace tiempo que te he visto leyéndolo.
—¿Este libro? —dice entregándoselo—. No es algo que acostumbre leer, pero quise darle la oportunidad. Me trae buenos recuerdos este libro —Michael miró unos segundos el libro para después apreciar la belleza de la mujer.
—Debió ser de alguien importante —pensó tomándolo. Al darle una ojeada, la chica pudo atraparse en la lectura. Sus ojos brillaban de lo emocionada que estaba de leerlo.
—Parece gustarte, ¿quieres qué te lo preste?
—¿Eh? No podría, tu lo comenzaste primero.
—Tranquila, como te mencioné antes, no soy muy apegado a ese género de libros —los ojos de la mujer brincaron de alegría. Con agradecimiento aceptó el libro marchándose del lugar—. ¡Espera! Quédate un poco más.
—Lo siento, mi tiempo se acaba. ¡Prometo regresar!
Su figura se había desvanecido, Michael estaba feliz por sus buenos resultados. Ahora debía buscar la manera de quedarse más tiempo en el lugar.
CONTINUARÁ...
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Editado: 01.08.2020