Aunque habían pasado ya unos años desde la unión de las familias, Azahel era el siguiente en la lista para buscar a su prometida. El chico no se intereso en los gustos de su madre, se dedicó al estudio que su padre llevó.
Desde niño se apegaba al Ministro Philip, al ver su madre como su hijo miraba con emoción al hombre, lo asignó como su niñero. Philip no reaccionó como Stephan, este fue más amable con sus palabras.
—Majestad, será mejor que tome un descanso.
—Estoy bien, puedo realizar un reporte más.
—Me enorgullece escucharlo —el chico se puso nervioso a sus palabras —, es igual a su padre cuando éramos niños.
La sonrisa se le borró del rostro, siempre que había un momento armónico era arruinado por los comentarios hacía su padre. Azahel estaba celoso.
—Puedes dejarme solo, infórmale a mis padres que esta noche no los acompañaré a cenar.
—Como ordene majestad.
—No sé que estoy haciendo, pero deberías darte cuenta de mis sentimientos —susurró Azahel continuando con su trabajo.
El chico continuó con los informes sin notar que ya era tarde cuando termino. Tomó un descanso recargándose en la silla, cuando quería evadir los problemas acostumbraba trabajar hasta el cansancio.
—Se puede pasar (?) —mencionó una voz femenina tocando la puerta.
—Tu siempre serás bienvenida madre —contestó el chico dándole el pase.
—Philip me dijo que estabas muy ocupado, me tomé el tiempo de prepararte unos aperitivos, debes cuidar tu salud mi amor —balbuceó dulcemente Lee.
—Gracias madre, siempre tan linda. Si no fuera por tus atenciones sería un desastre.
—Cariño, una madre siempre velará por sus hijos. Lo aprendí muy bien de tu abuela Hina, ella fue una madre espléndida.
—Sobre eso, ¿cuándo regresan?
—El día de tu cumpleaños nos acompañaran. Se la pasan viajando por el mundo desde que tu hermana se hizo cargo del Reino. Ya sabes, tus abuelos quieren estar juntos siempre. Llenando esos años de soledad.
—Por la historia que siempre nos contabas, ellos se aman demasiado. Me gustaría vivir una historia de amor tan sólida como la de los abuelos, claro sin tanto drama de por medio —deleitó el chico. Hace tiempo que no hablaban de esa forma.
—Algún día llegará esa persona que sea especial para ti. O quizás la tengas cerca, es cuestión de tiempo —Azahel se puso pensativo a sus palabras, quizás debería tener paciencia.
Lee siempre encontraba el mejor momento para alentar a sus pequeños, sabía que su hijo tenía problemas, sólo debía ser cuidadosa en sus palabras. Ya no eran los mismos con los cuales podría reprender a su antojo.
Los días pasaron y el cumpleaños del pequeño príncipe se acercaba, la tensión entre Philip y el muchacho seguía. El mayordomo solo seguía las órdenes de su amo, cosa que a Azahel le molestaba, quería que lo tratara como una persona diferente, su especial.
—Joven amo, llegaron éstas propuestas de matrimonio.
—Tíralas a la basura, no me interesa ninguna.
—A sus órdenes.
—¿Por qué esa actitud hermanito? A caso no les darás una oportunidad a las doncellas, no seas terco y acepta alguna —irrumpió Minley entrando a su oficina.
—Eso no debería interesarte hermana, son asuntos personales de los cuales no te incumben —contestó en tono serio. Minley solo hizo una mueca sentándose en la silla de enfrente.
—¿Pasa algo? Sabes que puedes decírmelo —consultó mirándolo preocupada.
—Nada malo, pero dime, ¿cuál es el motivo de tu visita?
—Los niños querían ver a nuestros padres antes de tu cumpleaños así que por eso nos adelantamos. Obed se quedó ajustando unos problemas, nada grave.
—Ya veo, se te ve muy feliz hermana.
—Lo estoy, pude encontrar a alguien que amo y con él formar una familia. ¿Qué más puedo desear? —Azahel estaba cada vez más deprimido, sus posibilidades de que su amor deje de ser unilateral eran bajas.
¿Cómo podría conquistar el corazón de su mayordomo? Un sirviente que era tan serio y apegado a su trabajo.
—¿Seguro qué no quieres hablar de tus angustias? —El chico se negó con la cabeza.
Minley estaba preocupado por su hermano, pero conocía de una persona que lo ayudaría sacándole todos sus pesares.
Como de costumbre, Azahel se desveló trabajando, mandó a Philip a descansar pero Lee aprovechó el momento para hablar con él, debido a las insistencias de su hija mayor.
—Minley no pudo obtener nada, así que mando refuerzos —enunció Azahel viendo de reojo a su madre.
—Bastante listo mi amor, con la diferencia de que estoy aquí por cuenta propia —respondió sentándose con él.
—Suena poco creíble, pero te daré una oportunidad.
—Se lo agradezco mi amado hijo —ambos sonrieron permitiéndole romper la tensión—. Pensarás que te saturaré de preguntas como tu hermana o te exigiré decirme que te sucede. Pero no lo haré, esperaré el tiempo que sea necesario hasta que seas capaz de decírmelo.
Lee tenía un comunicación hermosa con sus hijos, desde pequeños les enseñó lo cruel que sería la vida, pero los dejó formar su propio destino, todo a su ritmo.
Azahel fue criado de la misma manera que su hermana, lleno de amor y libertad. La aura tranquila de su madre les daba la confianza de decirle todo.
—A ti no te puedo mentir mamá, no se cómo lo haces pero siempre me tranquilizas. Borras todo lo malo que hay en mí.
—Soy tu madre, estaré siempre contigo.
—Mamá, me enamoré de alguien que no me corresponde. Desde hace unos años que siento este sentimiento, pero esta persona no me ve como su compañero —su mirada era afligida, la voz bajaba conforme hablaba mas sobre el tema—. A veces no se que hacer, me quiero rendir y no sentir mas esto, pero siempre que lo veo mi estómago comienza a doler muy fuerte. ¿Qué debo hacer?
—Seré muy clara mi amor. Tienes la edad suficiente para enfrentar esos sentimientos, lucha por el amor que tienes por esa persona. Se sincero con él, duele más el seguir ilusionando y engañando a tu corazón, a conocer la verdad.
—Comprendo madre, pero a veces no tengo esa fortaleza.
—Aunque dudo que no la tengas, desde pequeño soportaste sus regaños así que no veo el porque debería dolerte un rechazo de Philip.
—Tienes razón, debería... —él chico captó sus palabras sorprendiéndose de que su madre lo había descubierto—. ¿Cómo es que...?
—Mi hermoso hijo, eres tan fácil de leer. No me extrañaría si Philip supiera de tus sentimientos.
—¡Maldición! Odio mi idiotez. Yo sufriendo este tiempo y él quizás ya lo sabe.
—Ahora tienes más animo. Espero que con esta poca seguridad puedas confesarte, te daré todo mi apoyo si decides casarte con Philip —su pequeño abrazó a Lee emocionado por sus palabras, estaba más que seguro que de sus decisiones, pronto se confesaría.
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El cumpleaños de Azahel había llegado, el chico corría por los pasillos buscando el lugar donde había citado a Philip, el momento había llegado.
"Philip, espérame en el ala oeste del castillo, necesito decirte algo importante"
Azahel trotaba con todas sus fuerzas, el día estaba tan ocupado con el recibimiento de sus invitados, aprovechó un corto receso y pudo escapar para verse con él.
El chico llegó sudando, sus poderes aún no se desarrollaban por lo que era complicado el usar la poca energía. Al mirar desde unos metros pudo reconocer al hombre, su altura era alta y estaba bastante pronunciado.
Ese hermoso uniforme le quedaba a la medida, su coleta sujeta con una liga, a los ojos de Azahel el era un hombre perfecto.
—Lo estuve esperando majestad —enunció Philip viendo a su amo.
—Perdón la demora, los invitados son muy insistentes.
—Es mi culpa joven amo, usted debería pasar tiempo con su familia, no estar perdiendo su tiempo con alguien como yo.
—Para con eso —murmuró Azahel con mirada abajo—. Deja de decir que eres diferente, es que acaso no comprendes. Yo no te veo como alguien extraño.
—Majestad no llore, usted no debería mostrar esos sentimientos.
—Es tu culpa idiota, tu haces que mi corazón sólo te deseé —sus pupilas brillaban, el rojizo color por las lágrimas llenaba de color a esos hermosos ojos miel.
—Joven amo, no debería...
—Déjame ser claro Philip —Azahel apretó sus manos respirando mas hondo—. ¡Me gustas! ¡Estoy enamorado de ti!
Azahel sonrió satisfecho de sus palabras, por fin podía dejar aún lado ese peso. Ahora solo debía esperar la reacción de su mayordomo.
Al alzar la mirada se quedó atónito, una reacción única. Philip estaba sonrojado por sus palabras, cubría su rostro apenado.
—¿Philip?
—Jamás creí que se atrevería a decírmelo. El contenerme ya era difícil.
–Entonces, tú... —Philip tomó su cintura acercando sus delgados labios a los suyos, un primer beso que ansiaba volverse uno con los labios de Philip.
—Espero que con esto, entienda mi respuesta.
Después de la fiesta de cumpleaños, Philip y Azahel aclararon las cosas con los Reyes. Al parecer Michael era el único que desconocía de los sentimientos de ambos, jamás le paso por la cabeza que uno de sus amigos se terminaría casando con su primogénito.
Fue difícil el entender como se dieron las cosas, pero no impidió el amor entre ambos. Cuando Azahel tuviese el trono, haría su esposo a Philip, en el Reino no se negaban las relaciones entre el mismo género, esto ya que se podía mantener la descendencia.
Debido a la manipulación de magia podía uno de los dos concebir. Sólo era cuestión de tiempo para decidir cual de los dos cambiaría su cuerpo para dar a luz al heredero. La concepción de un hombre era diferente al de una mujer pero esa es otra historia.
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Editado: 01.08.2020