THEODORE
(Actualmente)
Me podía rascar mil y un veces mis pelotas y el estúpido de Max, mi mejor amigo, no llegaba ¿A qué hora se suponía que iba a llegar a la boda de mi hermana?
— Jodida la lentitud que tiene.
Me senté otra vez en el sofá color café de mi madre, esta mujer se va a volver loca si no llego en menos de veinte minutos para ponerme ese traje formal que mi padre compró y mi hermana escogió para que asistiera a la boda.
— Justamente hoy maldito inu..
— ¿Inútil?— me interrumpió el dueño de esa voz masculina, al que quería asesinar en estos momentos.
Me levante del sofá y tome las llaves de mi auto que Max giraba en su dedo índice
¿Qué? Sí ese es mi puto auto, el hombrecito parado frente a mí se lo llevó anoche aprovechando la borrachera que llevaba encima.
— ¿Nos vamos?
Lo fulminé con la mirada y salí presuroso de la casa de mis padres, subí a mi auto, mi hermoso bebé que con tanto esfuerzo logre comprar y claro con el sueldo que me gano mensualmente, para que un baboso como Max se lo llevara y vomitara adentro.
— ¡Oh! vamos machote, ¿Sigues enojado por eso?— por eso y porque llegaría tarde a la boda de mi hermana cuando él claramente ya tenía su traje puesto.
— Si no quieres que te mate o tire del auto, cierra el maldito hocico— no es que sea amargado la mayor parte del tiempo, solo que cuando se meten con mi auto, no hay nadie quién me quite el mal genio.
Pisé con más fuerza el acelerador y mi piel se erizó al escuchar ese bello sonido del motor.
— Tú hermana debe verse hermosa— hubo un tiempo en el que mi amigo no apartaba la vista de mi hermana y bueno, no es porque sea ella deba negar que es hermosa.
Aparque a un lado de la entrada de la casa campestre donde se celebraría la unión, bajé del auto para entrar corriendo y dirigirme a la habitación de preparación donde estaba mi rubia hermana.
— ¡Llegas tarde!— chilló tras el velo que cubría su rostro.
Caminé hasta ella para verla con ese precioso vestido estilo sirena que marcaban sus curvas perfectamente, al subir la mirada me encontré con sus ojos cafés llorosos.
— Creí que me abandonarías, ¿Por qué te demoraste tanto? ¿No quieres estar conmigo hoy?
— Shh no me iré, nunca me perderé el día más importante de mi rubia favorita, ¿Por quién me tomas?— extendí mis brazos y la apreté contra mi pecho, besé su frente y ella sonrió.
— ¿Max llegó contigo?
— Sí, debo irme, mamá me asesinará.
— Eso te pasa por estúpido y llegar tarde a la boda de tu hermana mayor.
Acompañé a Liz hasta el cuarto de las damas, junto a ella había dos chicas castañas las cuales no había visto nunca en mi vida fundidas en ese vestido violeta para las damas de honor, la chica más menudita y cachetona llamó mi atención.
Levantó su mirada y sus ojos chocolatosos chocaron con los míos, la saludé con mi mano derecha y susurre un "hola" sabía que ese acto hacia que cualquier mujer se derritiera por mí.
La chica que estaba a su lado tiene bonitas piernas, aunque su figura es envidiable, la menudita cachetona captó absolutamente toda mi atención. Debe medir por lo menos 1.70, tan alta no es, su cabello castaño tiene rayitos de color morado y sus ojos chocolatosos le hacen buena compañía. Sus mejillas estaban rellenitas y la hacía ver demasiado dulce, sus pechos salían más a la vista por el corpiño que las apretaban y realmente me apetecían, esos eran senos redondos y completamente naturales, cuánto daría por darles una miradita. Su piel blanca debía ser sumamente suave.
Cachetona sonrió descaradamente sabiendo que la estaba analizando y sin darme cuenta, levanto su mano izquierda y saco su dedo corazón.
— Púdrete— murmuró para que solamente yo la escuchara.
Abrí mis ojos sorprendido por su reacción, ¿Me hizo ese gesto obsceno a mí?
Se dio la vuelta para seguir arreglando el vestido de la castaña piernas largas de al lado, aun en shock giré sobre mis talones y camine consternado hasta una de las habitaciones donde seguramente estaba mi madre para darme el sermón de la vida por llegar una hora y algo más tarde a la boda de la rubia.
Ððð
— Es que no lo puedo creer, precisamente hoy te da por llegar tarde— mi madre seguía regañándome luego de veinte minutos mientras esperábamos la gran entrada de Liz con mi padre hacia el altar.
— Mamá, por favor cálmate— le pedí.
Levantó su ceja amenazadora como retándome a que dijera algo más, preferí quedarme callado, eso no sería un buen augurio.
— ¿Hasta cuándo dejarás de ser un borracho?— Se colocó en pie—. Más bien ve a tu lugar, no tarda en comenzar la ceremonia— me levanté del asiento y ocupé mi lugar, soy el padrino del novio.
— ¿Nervioso Matthew?— Max le dio palmaditas en la espalda para "tranquilizarlo"
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Editado: 12.08.2019