MAXWELL
A veces no entiendo nada cuando la vida se opone a mi felicidad, ¿No lo merezco? si solo pudiera esmerarme un poco más en averiguar que amerita que Tamara y su amiga tengan un aura tan misteriosa y nostálgica... entiendo que a veces una persona pasa por situaciones que lo hacen volver a uno alguien sin rumbo o mejor dicho vago (como prefiero llamarle) por buscar o trazar su propio camino, claro que yo no soy ese tipo de persona, solo me dejo llevar, hacer el esfuerzo por encajar conlleva demasiado trabajo para mi gusto. Tamara si que se esfuerza por ser alguien, las pocas ocasiones en las que pasé tiempo con ella pude descubrirlo.
La castaña piernas largas que me tiene medio loco tiene 2 personalidades, la primera es la fuerte, el equivalente a que le vale mierda todo, la vida, el mundo y las personas, La segunda es un poco más sensible, la nostálgica, la melancólica, la más hermosa de todas por que la hace ver humana, una princesa en apuros que necesita de un príncipe que la rescate de sus problemas.
Dejé mi bloc de notas sobre el escritorio, hora de pensar, desacomodar mi cabello y rascarme la nuca... Miro el reloj, me remuevo en la cómoda silla de cuero reclinable y llevo mi dedo pulgar a la boca para seguir pensando.
Debido a mi profesión, muchas personas al verme preguntan oye, ¿ya me analizaste? no lo hago, no tengo ese poder, el ser psicólogo no significa que tenga que estar cada 2x3 al pendiente de los extraños comportamientos que tienen algunos individuos en sociedad, pero Tamara, esa chica genera en mi toda la curiosidad posible para analizarla y saber que algo trama.
Tres golpes pausados en la puerta me hicieron salir de mis cavilaciones, el último paciente del día ha llegado. La mujer rubia de alta estatura se abrió paso en mi oficina una vez dije el repetitivo pase, sus tacones picotearon contra el suelo y de seguro su muy costoso perfume se asentaba en el entorno.
— Samara Díaz— Saludé, la mujer de 34 años sonrió cortamente y tomó asiento en el sofá.
— Doctor— respondió. Teclee rápidamente en mi computador la asistencia de la cita, Tomé el archivo ya listo en mi escritorio y me levanté de la silla, me gusta compartir con mis pacientes y que se sientan más confiados, tomé asiento al otro lado del sofá. Abrí el archivo, este caso es uno de los más interesantes.
— ¿Cómo te fue esta semana?
— No lo sé, creo que bastante agotadora, llevar a las niñas a la escuela, mantener mi hogar y mi trabajo, es extenuante, no he dormido y tengo tantos compromisos. Además, si a eso le sumamos el problema de mi esposo, me volveré loca— Sonreí, la locura no existe, simplemente es un término mal utilizado.
— ¿Hace cuánto no te tomas unas vacaciones?
— 3 años.
— Estas cansada, llevar una vida tan estresante no es sano, deberías repartir tú trabajo, pasar tiempo con tus hijas, ellas te necesitan en esta etapa de crecimiento.
— Lo sé y créeme que lo he pensado mucho Maxwell, pero no quiero estar en casa, ver a Mael, me da impotencia por no poder hacer nada, prefiero trabajar y no tener que verle la cara, cada día que pasa es una lucha, lo amo tanto y sé que él me ama, pero ahora no sé, todo es tan confuso.
El matrimonio de Samara y Mael se está viendo en una situación bastante critica desde hace 2 años aproximadamente, su esposo le confesó que de vez en cuando le gustaría ponerse ropa de mujer, exactamente su ropa, en un inicio ella creyó que se trataba de algún fetiche, así que en su intimidad y relaciones sexuales no le vio nada de malo, al contrario, le excitaba más, pero a raíz de eso, la situación empeoró y lo que se empezó a creer que era un fetiche, no lo era. Samara descubrió que Mael secretamente compraba ropa interior femenina, en el momento que decidió encararlo para hablar de la situación, se llevó una gran sorpresa al descubrir el por qué Mael y su familia no se llevaban muy bien y era porque el hermano mayor de su esposo había abusado sexualmente de él cuando ambos eran más chicos, la madre de Mael sabía de aquel abuso, sin embargo decidió callar, en cambio su padre decía que debía comportarse como un varón, al ver el maltrato que su padre le daba, Mael no volvió a mencionar nada hasta después del matrimonio con Samara, ahí se sintió amado y encontró lo que deseaba temporalmente, hasta hace 2 años que se supo la verdad, por eso Mael no quería que su familia conociera a sus padres.
La cita terminó dos horas después con Samara llorando nuevamente, yo en su lugar, no sabría cómo sobrellevar toda esa carga. Como psicólogo puedo poner las cartas sobre la mesa, ser una herramienta para mostrarte los futuros caminos, pero no escogeré por el paciente, eso jamás. El ser humano está en toda su capacidad de tomar decisiones (salvo algún interdicto) porque somos dotados de inteligencia y tenemos la capacidad de razonar.
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Editado: 12.08.2019