Capítulo 19

MIRANDA

El día no pudo haber iniciado de mejor manera, quise morir en el instante en que Tamara se lanzó a mi cama para despertarme a las 4am. Por primera vez pude dormir lo suficiente sin tener pesadillas ¿Y qué pasa? Un cuerpo estilizado se abalanza sobre mí para comenzar el día lo más temprano y motivado posible.

— Mátenme— lloré, en las últimas horas esa pequeña palabra fue un mantra para mí.

Cuando terminé de arreglarme, salí de mi habitación y el cielo aún seguía oscuro, no había todavía rastros del sol, pero a penas mis ojos se toparon con dos individuos vestidos en chándal, lentamente me fui derritiendo, no podía con tantos destellos y radiación en mis ojos.

— Buen día cachetes— dijo Thed en un tono irritantemente feliz.

— Querrás decir buenas noches— respondí huraña—, ¿Por qué debemos hacer esto tan temprano?

— El camino para hacer senderismo es largo, mientras llegamos, el sol se habrá colocado lo suficiente y tendremos buena iluminación.

Me acerqué con gracia fingida a Thed, quise colocar mis manos alrededor de su cuello…pero solo le di palmaditas a su hombro. Esta me la cobraré.

— ¿Y el desayuno?— pregunté, al menos necesitaba una buena cantidad de waffles para reponerme.

— ¿Desayuno? ¿A esta hora?— Maxwell me miró como si viniera de otro mundo y hablara en lenguas extrañas.

— Claro, la comida más importante del día— justifiqué.

Los tres rieron, los miré atónita ¿De qué me estaba perdiendo?

Sin explicación alguna y sin que la comida apareciera, salimos del apartamento, ¿En dónde carajos me estaba metiendo?

Tamara me acercó una botella de dewar.

— Bébelo, te dará la energía que necesitas para caminar.

Hice caso omiso a la mención de una caminata, iremos a escalar no a eso. Quité la tapa y la acerqué a mi nariz, olía bien pero se veía sospechoso, parecía moho con mucha espuma. Di un sorbo y casi vómito lo poco que había en mi estómago.

— ¿Qué putas es esto Tara?

— ¿No te gusta? Es un batido verde, tiene espinacas, apio y mucha agua.

Mis ojos se humedecieron, las ganas de llorar no me dejarían tranquila. Debí haber imaginado lo que se vendría desde el momento 0.

— Tara, soy una chica de calorías grasientas, esto sabe asqueroso— dije sin importarme herir susceptibilidades.

Me miró mal. En tres zancadas ya estaba junto a Max.

Subimos al auto del psicoloco, Tara era su copiloto, el acosador y yo íbamos detrás. Sin pudor, esperé a que él se acomodara en el espacio que le correspondía, me encogí en una bolita y me acosté en su regazo pasando mi chaqueta por la cabeza, necesitaba dormir para que mis ganas psicópatas de acabar con las tres personas que me rodeaban se aplacaran. Estuve a punto de cerrar los ojos cuando sentí su mano traspasando la barrera de tela que me cubría, sus dedos ascendieron hasta mi cabello y los dejó ahí, masajeando mi cuero cabelludo como si estuviera entonando una nana, me quedé dormida con su arrullo.

— ¡Hey cachetes, ya hemos llegado!— su voz cercana a mi oído me hizo levantar sobresaltada.

Salí del auto con los bellos de mi nuca erizados, al menor contacto con Thed mi cuerpo reaccionaba de la manera menos pensable, debía deshacerme de las sensaciones que él me producía.

— Bien chicos, aquí comenzará lo bueno— Max limpió la palma de sus manos contra los shorts que llevaba.

Vi salir al acosador del auto asegurando una riñonera a sus caderas. Max tomó la mano de mi amiga entre las suyas, bufé de cansancio. Levanté ambos brazos por encima de mi cabeza y me estiré lo máximo que pude para quitarme la pereza de encima.

Miranda, puedes hacer esto.

Giré sobre mis talones para seguir a mi amiga en el mismo recorrido, la malla que llevaba puesta me tallaba en los muslos así que me incomodidad solo aumentaba.

— ¡Espera!— Thed trotó hasta quedar a mi lado—, ¿No querías venir?— preguntó y era como si sus ojos brillaran de entusiasmo.

— Sí, pero no imaginé que tendría que caminar hasta la roca.

— Bueno, pudimos llegar directamente ahí— abrí la boca impactada, no me jodas—, Max cree que esto podría ser un calentamiento previo a escalar.