—¡Suelta todo!. —Joey saltó sobre ella al momento en que abrió la puerta de su pequeño y viejo apartamento.
Amber cerró su puerta con un patada, riéndose de las actitudes sofocantes y curiosas de la maquillista. Callie sentía que faltaba poco para que la puerta se derrumbara contra ellas, sabía que dentro de poco podría haber un derrumbe en el edificio.
Y todo, por culpa de Amber.
—No hay nada que contar.
—¡¿Cómo que no hay nada que contar?!. —exclamó Amber caminando detrás de ellas.
—Despertarás a los vecinos con tus gritos. —regaño Callie, frunciendo el entrecejo.
—¿Bromas, verdad?. Nosotras somos tus ÚNICAS vecinas de este piso en ruinas. —Joey colocó la mano en una de las paredes, aspiró una larga bocanada de aire antes de soplar contra el degastado tabique, se sacudió antes de girar ante la mirada de su loca amiga y recatada hermana—. ¿Qué? Agradezcamos al menos que es resistente al aire.
—No ayudas, Joe. —Amber volvió a mirar a Callie, no tenía ninguna intención de perder el hilo de la conversación—. ¿Quieres explicarme todo? Por qué me dices que no hay nada que contar, cuando toda esta semana te he visto dar un cambio de 360 grados.
—La chófer tiene mucha razón. —añadió Joey en un tarareo.
—No me digas así. —le gruño Amber despertando la curiosidad de Callie, pues nunca se portaba tan arisca.
—¿De que me he perdido?. —interrogó Callie confundida.
—Que te lo cuente Amber, se tiene guardado unos muy buenos secretitos. —Joey soltó una risita—. La chófer... —tarareó bajo la mirada de advertencia de Amber.
—No lo pintes tan feo. —Amber cayó con fuerza en uno de los sillones, levantó sus manos como si estuviera en una plegaria—. No sé cómo explicarlo... O si, un imbécil que piensa que puedo ser objeto de coqueteos, o burlas... —se encogió de hombros—. Quiere obtener venganza por una cosilla que hice.
—Eso no fue lo que yo ví afuera del local, Amber.
—¿Tu siempre estás en todo?. —Amber le lanzó una almohada a Joey, que aterrizó en su rostro.
—¿Qué quieres que haga? Estás afuera de mi lugar de trabajo, platicando con un extraño. No es que fuera de mi incumbencia, pero tampoco puedo alejarme de la acción. —Joey le lanzó la almohada con fuerza—. ¿Desde cuándo la Amber deslenguada evade nuestras pregunta?.
La mencionada se cruzó de brazos. —Desde que pintas otros escenarios.
—Uhmmm.
Callie sintió su teléfono vibrar en su bolsillo, por lo que entre el enfrentamiento de Joey con Amber, decidió ver de quién se trataba.
Esta noche fue explendida, Callie. Luciste radiante frente a tus oponentes, y déjame decirte que el anillo luce bien en tí.
Por inercia, sus dedos hicieron contacto con el precioso anillo que su dedo anular portaba, su piel lo estaba adheriendo con facilidad, como... si de alguna manera, estuviera hecho para ella.
Probablemente Grant lo tuviera a la mano, los pensamientos románticos cedían ante su realidad. Y su mente, aunque lo negara, estaba muy lleno de eso.
Tú no te quedas atrás, quizá fuiste actor en tu otra vida, por qué es la única respuesta lógica que encuentro para todos tus improvisaciones.
¿Quien no lo haría por su chica?.
Su chica.
La sola mención desinteresada de la palabra, lograba que su corazón se aceleraba de manera progresiva.
Así como no se dió cuenta de que su teléfono fue arrancado súbitamente de sus manos.
—¡Así te quería ver, chiquita!. —Callie se levantó para ir tras Amber, aunque sabía que la chica era rápida en todo—. Estos mensajes son tan dulces... —Amber le pasó de nuevo el teléfono y le relató a una Joey curiosa lo que decía—. Tu lindo, apuesto y millonario prometido... ¡Y jefe! —recalcó—. Se está tomando su deber muy encerio ¿No?. Sin embargo, a tí te salen corazones por los ojos cuando miras sus mensajes.
Callie le dió una mirada suplicante a Amber, señalando con sus ojos a Joey.
Ella no sabia nada del engaño, y quería que se mantuviera de ese modo.
Después encontraría una manera de explicarle todo eso.
—Tu rostro se iluminó cuando abriste su mensaje. —Joey lució sería al decir las palabras, a pesar de las bromas, se trataba de su hermana, y no quería que volviera a sufrir por una ente masculina—. Sabes que respeto lo que haces, Callie. —miró a Amber—. Y aunque nuestra curiosidad sobrepasa límites, quiero que te cuides, no quiero ver qué otro hombre te lastima. Todavía tengo ganas de castrar a Fred por todo el sufrimiento que te hizo... Él y la bruja plástica.
Está en la punta de su lengua de ir que Grant no la lastimaria, pero al final, ella no sabía quién era Grant realmente, llevaba solo una semana conociendole. Pero era un instinto el que se elevaba en su pecho.
No iba a salir lastimada si no se enamora ¿Cierto?.
Y ciertamente, las cosas estaban desviándose fuera del tramo principal. Iniciando por las mentiras que alcanzaban a su hermana y la ilusión por verla felíz.
—Grant es diferente a Fred.
—Muuuuy diferente. —enfatizó Amber—. Empezando por ese paquete que se carga.
—¡Amber!. —riño Callie.
—Esa es la verdad, el hombre se mira dotado. —le guiñó el ojo—. Tienes suerte.
—Tú no te quedas atrás. —Joey añadió—. Debo decir que tus gustos son...
—¿Cómo?.