—En un momento salen tus cafés, linda. —gritó la mujer desde el mostrador, dando la vuelta rápidamente para seguir con su trabajo. Era normal que los comensales la conocieran, puesto que cada mañana estaba en la fila esperando dos cafés medianos. Destinados para Juliet y Antonio.
—Aquí tienes, Callie. — dijo una joven, que al parecer era nueva en el negocio, colocando los dos cafés y un mocca de los grandes sobre el mostrador.
—¡Oh!, creo que esto no es mío, solo son dos cafés medianos. —musitó Callie, frunciendo el entrecejo.
La chica miro el pedido y luego se giró hacia la dueña, quien siempre estaba atenta en la caja de recibos.
—Permíteme un minuto. —comentó, caminando hasta donde su jefa se encontraba.
La mujer se volvió a mirarla, tras el señalamiento de la chica. Y en cuestión de segundos, se encaminó hasta ella.
—¿Siempre llevas dos cafés medianos?. —preguntó la dueña.
—Siempre. —respondió asintiendo—. Por eso...
—¿Te llamas, Callypso ó Callie?. —preguntó mirando su teléfono. Su pregunta era un poco ridícula, causando que algunas personas cercanas se rieran.
—La última vez que recibe mi pasaporte así decía. —bromeó con una sonrisa, contagiandose de la actitud relajada y bromista de la mujer.
—Entonces no hay error. La orden se emitió anoche, al igual que esto... —de su delantal sacó una tarjeta, que era exclusiva del local. Lo puso sobre el mostrador, empujándola hacia ella—. Guárdala en tu bolso, creo que no querrás perderla.
Callie sacó su billetera, dispuesta a pagar. Era una completa confusión, por lo que de todas maneras, pagaría por las bebidas.
—No pedí nada anoche, creo que se ha confundido de persona.
—Guarda eso. —comentó—. Cómo dije, ya está pagado. Ahora, solo toma la tarjeta.
La tarjeta era de fondo oscuro, por lo cual su nombre resplandecia en letras plateadas. Pero no tenía ni las más mínima idea de dónde provenia todo eso.
—No entiendo. —Callie se cruzó de brazos, esperando que la mujer le explicara la situación. A pesar de lo corto que es su tiempo, no estaba dispuesta a irse con algo que no había pagado con su dinero.
—No hay nada que entender. Ahora serán dos cafés y un mocca de los grandes para tí. Junto a esa tarjeta de gran tamaño.
Callie levantó la tarjeta, observando de cerca su nombre junto con una cantidad de cinco cifras.
5 cifras en una pequeña tarjeta.
Se atragantó con el aire, sin dejar de leer. Esperando que ocurriera algo y la tarjeta desapareciera.
No podía ser.
Se negaba a creer que los milagros existían.
—Definitivamente no puede ser mío. —musitó en voz baja—. Quizá realmente exista otra Callypso que viene a comprar café por las mañanas.
La mujer le guiño un ojo, sin dejarse persuadir. —Jamás me equivoco, y no hay otra Callypso ó Callie que venga a comprar café, ni que sea guapa como tú. Desde ahora en adelante serán 3 de los grandes, y usarás esa tarjeta para pagar.
Callie no tardó en descifrar la sonrisa de complicidad de aquella mujer, por la cuál supo que sabía lo que pasaba, y no estaba dispuesta a expulsarlo.
—¿Quién lo hizo?. —preguntó Callie de manera directa.
La mujer levantó ambas manos al aire. —Eso es confidencial, cariño. He jurado que no revelaría su identidad, y por esas cinco cifras, cualquier la obtiene. —le señalo la tarjeta—. Tómala como un regalo de parte de uno de tus admiradores, por qué me imagino que tienes una larga fila y ni siquiera lo has notado.
—Ummm... —Callie miró a su alrededor, sin querer decir nada sobre amor y admiradores secretos. Terminaría riéndose en la cara de aquella mujer, por qué realmente la señora tendría más acción en el amor que ella—. Supongo... Ehhh, creo que lo guardaré. —divagó tomando la tarjeta.
—Tomaste la mejor y única decisión. —con una sonrisa en demasía, la mujer coloco los tres vasos de café en las manos de Callie—. ¡Espero que los disfrutes! Hasta mañana, linda.
—Okey... —murmuró dándose por vencida—. Hasta mañana.
Callie recompuso su postura, antes de salir por la puerta y dirigirse a Blackstone industries.
Durante el pequeño tramo de la cafetería hasta la empresa, Callie le contó a Amber de forma breve lo ocurrido en la cafetería, obteniendo de su parte varios chillidos emocionados y frases como 'eres tan suertuda' y 'creo que me haré un baño de ruda para la suerte ¿O que método usas?'.
Halagos, Rosas, chocolates, y ahora una tarjeta de 5 cifras en su cafetería habitual.
—Ese admirador secreto ha sido bastante generoso, con uno así... —Amber levantó una de sus manos del volante—. Ummm... Lo dejó a tu imaginación.
Callie soltó una carcajada ante la imagen de Amber queriendo hacer un mini baile sensual, moviendo sus caderas sin dejar de conducir. —¡Estás loca!.
Nadie tenía duda de eso.
—¡Oh!. —exclamó Juliet, al verla llegar con tres vasos gigantes de bebidas mañaneras, perfectas para su sistema—. ¿Te han subido el sueldo? Si es así, haré una huelga frente al edificio.
—No, nada de eso. —musitó Callie, pasando uno de los café a la chica—. Me lleve está sorpresa cuando llegue a la cafetería, junto con esto. —murmuró enseñándole la tarjeta. Antonio se les unió con café en mano, al resumen matutino.
—¡Dios mío!. —Juliet no dejaba de mirar la tarjeta—. Esto es generosidad en su máxima expresión.
—Ó talvez no tiene dónde desperdigar su dinero.