Chicago, 12.00 am
—“La Duquesa de Grandchester ha desatado una controversia que podría afectar la economía de Mercers' Company, esto debido a una desafortunada declaración que ha sido comentada en los blogs de América…”
—“El prestigiado Colegio de San Pablo ha sido liderado solo por los mejores estudiantes ingleses; he ahí el secreto de una nación exitosa, solamente los mejores ciudadanos han egresado de aquí…” Han sido las palabras que a la Duquesa ha metido en problemas en Estados Unidos..”
—“¡Eso no es todo! Lo peor resulta ser el alboroto en los blogs de jóvenes americanos”
—“La más fuerte crítica se había publicado a unos minutos de que estas afirmaciones se hicieran públicas...”
—“Esta jovencita, con el pseudónimo de Srita. W., ha denunciado estas declaraciones como soberbias, elitistas y faltas de entendimiento hacia la cultura americana o cualquier otra, todo apunta a una actitud xenofóbica”
—“¿Qué le dijo la Duquesa a su servidumbre…? jajajaja”
—“¿Esta mujer podría discriminar sus propios zapatos? También hay diseñadores americanos que ella podría estar usando en estos momentos, ¿los coloca en diferentes armarios?”
—“¿Quién es esta muchachita que le ha dicho unas cuantas verdades al más grande Emporio Económico de Inglaterra?”
“Más respeto debería de tener Señorita W. a una institución que hace caminar la economía Londinense y que, además, se dedica a la caridad a través de fundaciones de ayuda”
Candy cerró unas cuantas ventanas en su lap top con el celular en la mano, rodando los ojos, estaba hasta la corinilla “real” de los comentarios suscitados a últimas instancias tras haber hecho una entrada en su blog respecto al elitismo disfrazado de las buenas costumbres. Ella, la señorita W., ni siquiera se refería a la tal Duquesa, todo había sido manipulado para que eso se pretendiera ver. ¿Qué había pasado para que se hubiesen fijado precisamente esa noche en su blog que apenas sostenía tres visitas por semana? Ahora, estaba en la mira de todos.
—¿Viste las noticias? —Habló Annie al otro lado de la línea
—Sí, solo hablan de eso.
—No es para menos, Candy, acá en Londres hay protestas.
—¿Por qué tanto alboroto por una entrada de blog?
—Se trata de la Duquesa de Grandchester… Solo necesitaban un pretexto.
—Sí, ya lo sé, Annie, ella es duquesa de quien sabe cuántas cosas. Esto va a pasar pronto, y todo volverá a ser normal. Para cuando regresemos a clases esto estará olvidado, veras que sí.
—Eso espero. Me voy, tengo que llegar a la tienda, descansa Candy. Te recomiendo que dejes de escribir una temporada ahí.
—Trato hecho.
Candy mientras estaba por apagar su lap top se percató de un correo entrante que más bien parecía un chiste o una propaganda.
“Bienvenida al Colegio San Pablo para Chicas”
Nos hablamos al rato, Annie. —Su amiga colgó y lo que leyó la dejó helada por un momento, aunque luego lo envió a la bandeja de eliminados, pensando que solo sería una broma de mal gusto.
Al otro día, Tom jalo de una de las orillas de la colcha de Candy. —¿Piensas dormir todo el día? —Seguramente se hubiese quedado hasta la madrugada despierta, pero con todo eso, tenía que despertarla, estando de vacaciones se hacía cargo del desayuno de los niños en el Hogar de Ponny, un pequeño orfanato en las afueras de Chicago. Si no lograba despertarla, Candy estaría de mal humor y el pagaría las consecuencias. — Candy... Candy.... ¡CANDY!
—¡¡Queeé!! ¡Ya voy! —Dio una patada al aire desde la cama, casi le pega en la cara a Tom. — Ya voy... voy.... —Dio un salto y ya estaba sentada en la orilla del colchón, suspirando y colocándose el calzado, se estiró y miró a Tom que permaneció en el marco de la puerta. — Dios mío, ¿cuándo creciste tanto?
—1.75 apenas, no exageres.
—Yo casi te cambio los pañales
—No empieces y date prisa, en media hora se levantan todos.
Ambos bajaron las escaleras, el orfanato no era muy grande, apenas una vieja construcción con algunas habitaciones y un patio trasero amplios, las instalaciones funcionaban a la perfección. Todas las paredes contaban con papel tapiz muy clásico de pequeñas flores, las maderas se mantenían en buen estado a pesar de su antigüedad.
—¿Y a qué se debe tan sorprendente invitación? —Se escuchó a la Srita. Pony preguntar en la estancia, ambos se detuvieron por la curiosidad, había alguien más en casa, alguien que extrañamente había tornado el ambiente jovial del Hogar de Ponny en algo más serio.
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Editado: 04.03.2022