Dulces y Narcisos

Capítulo XVIII: Engaño

Dulces y Narcisos

Adaptación por Alexa Bauder
Basado en el dorama Boys Over Flowers (Corea)
éste a su vez, basado en el manga Hana Yori Dango de Yōko Kamio

 

Candy asustada, despertó en una habitación que tenía por iluminación un par de lámparas por cada lado de la cama; pensó sería ya muy de noche, pues no había ventanas, y ella tampoco tenía noción del tiempo transcurrido, pues luego de aspirar el paño en su boca dentro del auto que la tomó, a falta de aire, el mareo vino inmediato y durmió profundamente. Se palpó las ropas, lo único que le faltaba era su bolso, pero fuera de eso, estaba ilesa. Recorrió con la mirada señales de que se tratara de una broma de Terry, pero nada de ahí tenía esencia Grandchester, el lugar era modesto, pero no por ello sucio. Bajó de la cama armándose de valor para investigar más. Un baño con regadera y una cómoda vacía con un televisor conformaba el resto del lugar. ¿Un hotel? Quizá, pero tampoco había rastro de propaganda o señalamientos propios de uno.

 

Antes de tratar de abrir, unas sombras debajo de la puerta se acercaron, Candy se encerró en el baño, temblando.

 

—Trae la cena. Se ha despertado. —Dijo una voz de hombre que no reconoció, la puerta se volvió a cerrar.

 

Candy exhaló aliviada, pero seguía tan asustada que comenzó a sollozar, obligándose a callar cuando los pasos volvieron, dejaron algo en algún lado y quedó sola nuevamente. Sin gritos, sin más palabras, ni pistas. ¿Quiénes eran y por qué la tenían ahí?

 

No, no saldría de ese cuarto de baño, dormiría ahí de ser preciso, el seguro estaba puesto y si querían entrar, el forcejeo le avisaría; aunque tuviese un hambre atroz no abandonaría ese rincón.

 

* * *

 

    El avión privado Grandchester llegó por la madrugada a Nueva York, el vasto personal de seguridad escoltó al heredero del duque hasta hacerlo llegar a la residencia donde ahora mismo Richard esperaba a su hijo. De solo escuchar que todo mundo se movilizaba, él mismo salió a recibirlo. Un abrazo sorprendió a Terry, quien en ese momento no supo corresponderlo.

 

—Aquí estarás seguro, no te preocupes de nada.

—¿Qué no lo haga? —Terry dio un par de pasos atrás, el personal cerró el despacho para dar privacidad. —¡Dejé a una chica en Londres, ella está en peligro!

—¿Una chica?

—¡Mi chica!

—¿Y crees que no lo sé, Terrence?

—Sí, claro. Takarai te dijo todo.

—Todo. —El duque volvió a tomar asiento detrás del escritorio, a paso lento, con la tranquilidad de que su hijo estaba bajo su mismo techo. Lo miró solo un momento, lucía más alto y la espalda más cuadrada, la mandíbula marcada y los ojos encendidos en furia, en preocupación.

 

Su hijo ya no era un niño. Suspiró cerrando un momento sus ojos, pero al alzarlos, ahí estaba la misma mirada azul heredada de la mujer de su vida, Eleanor. Lena para el mundo, tía para Terry. Cuánto se había equivocado, qué tan cerca estuvo de perderlo todo de tan solo pensar que Terry estuviese en ese momento con Candice White en el momento de que la privaran de su libertad. Casi tembló de nuevo de solo pensarlo. Pero eso no era todo, Terry estaba ahí, esperando una respuesta, con puños y determinado a salir por su propia cuenta a tratar de rescatarla.

 

—Siéntate, Terrence. —Su hijo se resistió. —Siéntate. —repitió más firmemente, hasta que hizo lo solicitado. —Tengo a personas que están haciendo todo lo posible. Necesito tu celular. —extendió la mano en espera de que Terry se lo cediera, no hubo que discutir por ello, él se lo dio inmediatamente. —Asigné a Takarai para tu seguridad personal, no se separará de ti ni un instante, regresarás a Inglaterra cuando sea prudente.

 

Terry negó, Takarai en ese momento entró con previo aviso para tomar el celular y salir de nuevo; todo indicaba, en otra sala había otra reunión en la que habían estado esperando al secretario para que les diera los detalles, a Terry también lo interrogarían. La villa Grandchester estaba más llena de gente que cualquier otro día del año.

 

—Tienen que encontrarla, sus madres me la encargaron, no puedo fallarle, padre. Tiene un hermano menor. —Richard asintió, dejaría que su hijo se desahogara y dijera todo lo que tenía que informar. —Mi madre, ella, la ha estado investigando, con ayuda de Takarai, yo no sé si esté dándole santo y seña a ella de todo lo que hago.

 

Richard lo detuvo en seco con un gesto de su mano.

 

—Takarai es el hombre más leal que conozco, hijo. El nunca, jamás, haría algo para perjudicarte y si atiende a tu madre cuando está en Londres es por una razón, no puedo dejarla hacer su antojo sin que yo sepa.

—Pues te has perdido de mucho, padre. —Terry sonrió, sarcástico. —¿Cuándo fue la última vez que te enteraste algo acerca de mí? —Se acomodó en su lugar, los codos descansaron sobre el brazo de su silla y los dedos se entrelazaron sobre su vientre, esperando una palabra del duque acerca de eso. En cambio, el mayor aclaró la garganta, acercó un montón de folios apilados que tenía por un lado y se veían en proceso de revisión.




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