Dulces y Narcisos

Capítulo XXXIII: Memorias

Dulces y Narcisos

Adaptación por Alexa Bauder
Basado en el dorama Boys Over Flowers (Corea)
éste a su vez, basado en el manga Hana Yori Dango de Yōko Kamio

 

Capítulo XXXIII

Memorias


 

¿Era esto el final? Así que esto es. La experiencia no había tenido ningún misticismo, puesto que, el dolor había sido muy real, y luego de eso, tras murmurar su nombre en un último intento de tenerla cerca, cayó en algo que creyó un profundo sueño, agotado. Lo siguiente habían sido voces insistentes, no sabía si dirigiéndose a él. El pecho oprimido, una jaqueca terrible, la cabeza mojada y el cuerpo tan pesado que creyó jamás poder moverlo de nuevo. Estaba jodido. ¿Dónde estaba la luz al final del túnel? Maldito auto. ¿En qué estaba pensado? ¿Por qué corría? ¿A… a quién perseguía?

 

En la sala de espera, Anthony y Tom lograron tranquilizar a Candy; Albert se encargaba del papeleo y de las llamadas apropiadas para informar al duque, primeramente, quien interrumpió junto a la abuela, los asuntos que trataban. Por otro lado, la duquesa ya volaba hacia América. Archie fue el último en enterarse por medio de Stear, jamás pensó que de ayudar a Terry salir de casa, lo siguiente sería acudir por un infortunio a Chicago. 

 

—Vamos a descansar, Candy. —preocupado, Tom le sugirió tras toda la noche en vela, aunque ella negó. Anthony apoyó al chico.

—Yo te avisaré en cuanto despierte.

—Estará bien, ¿verdad?

—Ya lo dijo él, —trató de animarla—, mala hierba nunca muere. Él es muy sano, solo necesita tiempo para recuperarse y los doctores hacen de todo para que eso suceda.

 

Candy alzó la vista a Albert, este asintió, dándole la razón a su sobrino, aprobando el proceder de los doctores en el Hospital de Chicago. 

 

—Seguramente serás la primera a quien quiera ver cuando despierte, así que es mejor que descanses. —apuntó el mayor.

—Y ya sabes cómo se pone si no le cumplen el capricho—añadió su amigo.

—Vamos, Candy, en casa han de estar preocupadas nuestras madres y los niños inquietos. 

 

La joven aceptó, hasta ese momento ni el hambre le había estorbado, pero lo cierto era que ni siquiera habían cenado, su estómago crujió. 

 

—Los llevaré, compraremos algo en el camino para que cenen. —ofreció Brower, adelantándose al estacionamiento debido a una inminente tormenta. Los chicos esperaron en la entrada, Tom admiró el cielo nublado desprovisto de estrellas. 

—Nunca llueve en esta temporada. —Pero Candy apenas siguió su mirada, arriba.

—No quiero dejar a Terry solo, está tan lejos de los suyos. —se lamentó de nuevo.

—Está Albert, y Anthony regresará con él, mientras llegan los demás. ¿Crees que venga la duquesa? —Candy afirmó.

—Viene en camino.

—Uy, va a arder Troya.

 

Pero es lo que menos le interesaba a Candy, ella solo quería saber en qué momento Terry despertaría para recuperarse, olvidar todo este embrollo, volver las cosas a la normalidad; aunque no supiera ya cuál era ésta. No había manera de regresar al San Pablo, no sabiendo que por cada paso que daba en Londres, alguien a su alrededor salía afectado. Opciones no había demasiadas. 

 

* * *

 

Lena preparó rápidamente una maleta para salir rumbo a Estados Unidos, llevaba el móvil en manos tras confirmar el primer vuelo directo, sin importar la línea, así fuera turística. Trataba de guardar la calma, como otros tantos sustos que Terry le diera cuando era más pequeño, exceptuando aquella trágica noche en que casi lo pierde. Había entendido que esta vez, había ido tras Candy a Chicago, pero Lena sabía que, tras la huida de su novia, no había otro motivo que no involucrara a Ellen.

 

Ellen, -pensó- pronto acabaría su poderío, el único que solo el resto le atribuyeron por un título que jamás mereció.  Pronto todo esto acabaría, así se lo había prometido Richard la última vez que se vieron, en el hospital de Nueva York, cuando tuvieron que idear un plan para hacer confiar a Ellen y dejarla hacer, ver hasta dónde podía llegar y llegado el punto, impedir una tontería. Esa tontería había sido una boda absurda; por eso Richard tuvo que intervenir antes de tiempo, la sorpresa que le tenía deparada a su esposa tendría que esperar un poco más; pero cada tanto, algo impedía que adelantara un proceso en el cuál el duque se había empeñado en llevar hasta sus últimas consecuencias. 

 

Y entonces, por fin podría estar con Terry, como siempre debió ser, como tanto esperó hasta que cumpliese la mayoría de edad. Sería un buen hombre y tomaría él, su decisión, olvidar y perdonar, o, por el contrario, arriesgarse a perderlo para siempre. Lena estaba dispuesta a arriesgarse; ahora era todo, o nada.

 

* * *

 

En Londres, Archie se estacionó en la entrada del hogar de Annie, quien, impactada por la noticia, quedó sin habla por unos momentos, buscando torpemente su móvil para llamar a Candy.

 

—Imposible, Annie, ya intentamos eso, ¿recuerdas? —ella así lo hizo— ¿Vienes o no?




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