Dulces y Narcisos
Adaptación por Alexa Bauder
Basado en el dorama Boys Over Flowers (Corea)
éste a su vez, basado en el manga Hana Yori Dango de Yōko Kamio
Capítulo XXXV
Piezas
El día en que Terry dejó el hospital, hubo de despedirse de Abigail, habría de prometerse que cada año, le enviaría un obsequio para Navidad, con previa autorización de su madre. A Susana no la había visto más, desde que, al día siguiente, fuera Karen quien interrumpiera otra plática, auto proclamándose su prometida. Seguramente Marlow estaba totalmente confundida, porque luego, Annie le señalaría a distancia que la rubia pecosa que ocasionalmente se presentaba por ahí, era el amor de su vida. Todo como parte de una plática casual, claro; lo que fuera por sacarla cada que podían de la habitación de Terry. Así que, todos estaban gustosos de volver al hogar, hasta Candy, sintiéndose confiada de que Tom tuviera nuevamente la oportunidad de tomar sus estudios, tal como él deseaba.
Habían pasado dos semanas, las chicas regresaron a sus aulas del San Pablo originales, los F4 ya se habían graduado y los encuentros con Terry eran menos frecuentes, tal y como él lo había deseado.
Por la tarde, después de clases, Anthony, Stear y Archie se presentaron en su Colegio, las chicas, como siempre, armaron un tumulto.
—De verdad te extrañamos en el Colegio. —saludó Stear. —todo era mejor cuando compartíamos instalaciones con las chicas.
—Lo dices porque ya no podías ver a tu novia —Archie, en tono burlón, se acercó a Candy, pasando un brazo por su espalda y encaminándola con ellos hacia su auto.
—Pensé que ya no se pararían por su salón.
—Es nuestra guarida, eso no va a cambiar. O eso espero. —escuchó a Anthony detrás de ella.
—¿A dónde vamos? —preguntó la chica.
—A casa de Terry, tiene planeada una fiesta.
Candy se detuvo en seco.
—No, es mejor si voy a casa. Hoy descanso en la cafetería, mejor voy a dormir.
—Candy, no puedes seguir huyendo de Terry, así no va a recordarte. —sugirió Stear, quien ignoraba, como el resto de los chicos lo que ella había escuchado en el Hospital de Chicago decir a Terry.
Parecía que, para el heredero, recordarla era un suplicio, algo que le causaba daño, o disgusto, así que, sin saber cómo actuar al respecto, prefirió alejarse; pero sus amigos, incluyendo a Karen, hacían lo posible por hacerlos coincidir. Siempre fracasaban, por cierto.
Anthony la tomó de la mano, oh, no. Esa mirada no. Podía compararse a la de un gato con botas si se lo proponía, la rubia negó, primeramente.
—Voy a decirle que no eres mi novia. —Candy estuvo de acuerdo, solo con esto, aceptó la invitación de ayudar y disfrutar de la fiesta al día siguiente.
Al llegar, hubo un recuerdo de aquella vez en que la mansión se alistaba para una boda. Esta vez, flores más vistosas eran las protagonistas, la alberca contaría con luces y velas, una pista de baile iluminada y sonido.
—¿Qué les parece? —presumió Terry, no cabía duda de que el buen gusto no solo se heredaba.
—Hace mucho que no hacías algo así, compañero.
—¿De qué hablas, Archie? Siempre me han gustado las fiestas, ¿no?
—No. —Terry alzó una ceja, esperando su explicación—La realidad es que últimamente te dedicabas más a fiestas privadas, solo nosotros, o… Fiestas de a dos, reservaciones y sorpresas románticas. —Stear le propinó un codazo, aclarando la garganta.
—Pero no mientes, Terry, todo se ve muy bien.
—No sé por qué debería gastar en cosas románticas. En fin, síganme.
Sus amigos así lo hicieron, Candy se había mantenido en silencio. La primera reacción de Terry al verla fue la de darle la mejor cara, sin un intento de llevar algún tipo de conversación.
Llegaron a la cocina, donde desde la tarde anterior se desvivían por algunos bocadillos que necesitaban una preparación previa a la noche siguiente.
—He querido conseguir esos cupcakes de canela de Candy Cakes, pero me dicen que no hay por temporada. No hubo manera de convencer a la dueña. Tú, Anthony, tienes contactos con esa mujer, ¿no trabajaba para tu familia? —Brower asintió, pero hubo una idea mejor.
—Candy hace esos cupcakes, son casi su creación. —Terry suspiró, dirigiéndose a ella, no había otro remedio.
—¿Es eso verdad? —ella asintió— ¿Crees qué…? Tú… ¿Podrías hacerme unos cuántos?
—Las palabras mágicas, Grandchester. —aclaró Stear.
—Por favor. —resolvió Terry. —Candy asintió nuevamente. —¿Qué pasa? ¿Te comieron la lengua los ratones? —miró a su amigo, quizá él tenía alguna explicación al porqué su novia se comportaba así, pero sólo sonrió, encogiéndose de hombros antes de tomar una llamada de su móvil, retirándose nuevamente al jardín.
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Editado: 04.03.2022