Dulces y Narcisos

Capítulo XXXVI: Pausas

Dulces y Narcisos

Adaptación por Alexa Bauder
Basado en el dorama Boys Over Flowers (Corea)
éste a su vez, basado en el manga Hana Yori Dango de Yōko Kamio

 

Capítulo XXXVI

Pausas

 

La ventaja que recaía sobre Neal Legan era creer que se trataba de un chico de solo un error, pero cuan equivocados estaban. El joven modelo llevaba varios delitos menores de los cuales, quizá jamás saldrían a la luz, pero esta vez, había aceptado el dinero de alguien con quien jamás debió meterse. Fue sencillo escabullirse de la seguridad de casa, solo necesitó esperar a que su padre y hermana se ausentaran al mismo tiempo para hacer uso de aquella salida que sólo él conocía; no había conseguido una vida social a punta de castigos que pocas veces obedeció; ahora, cuán útil sería para dar un último golpe, no iría a la cárcel sin hacer pagar al responsable, y ese, era Terrence Grandchester. 

 

Usando la previa información dada y no usada para realizar su último acto delictivo, Neal accedió a la mansión Granchester dos horas después, en las cuales, ya había desatado una intensiva búsqueda por Londres, más la noticia de su fuga, no había llegado aún a oídos del equipo de seguridad de la residencia; así que, por esta vez, el muchacho llevaba ventaja. 

 

Los encontró en la cocina, unidos en un abrazo que Terry inició y que Candy apenas pudo corresponder. Cuán aprovechado era ese heredero para hacer caer a la preciosa rubiecita, pues, luego de unos segundos ella correspondió dudosa. Si el encargo inicial era quitar una piedra en el camino, él haría el propio, quitar su propia piedra del zapato, a Terry Grandchester. 

 

Apuntó sigilosamente desde su lugar, un suave desliz hizo girar a Terry en su dirección, rápidamente cubrió a Candy con su cuerpo y, una vez descubierto, Leagan hizo detonar el arma, la bala logró un impacto. 

 

* * *

 

En la habitación de la duquesa, pretendiendo descansar más temprano de lo habitual, se dedicó a guardar algunas de sus pertenencias con calma, llevarse lo que todavía le correspondía; no deseaba dejarle nada a Lena que pudiese ocupar, como las preciadas joyas que Richard le hubiese regalado. No se trataba de su valor, Ellen bastante acostumbrada estaba a la opulencia desde su nacimiento; se trataba de algún tonto valor sentimental que deseó llevarse consigo. Sin embargo, aquellas piezas propias del ducado y que permanecían en la bodega de alta seguridad no podían ser tocadas; esas, esas precisamente quizá si llegasen a manos de su prima. 

 

Llegado el momento de los verdaderos objetos de valor, abrió por un momento una cajita esmaltada que contenían pequeños recuerdos infantiles de Terry. En su rostro se dibujó una mueca parecida a una leve sonrisa, lo cerró inmediatamente, solo queriendo cerciorarse de que, aún seguían en su sitio, como si realmente hubiese algo o alguien que los hiciera desaparecer. La apretó contra su pecho, puesto que dudaba que pudiese hacerlo en persona, peor aún, si él se enterase del monstruo en el que se había convertido. Con todo su pesar, dio paso a su ropa, pero de ella se encargaría después, solo empacaría lo necesario; había tomado la determinación de irse a la mañana siguiente. Nadie llegaría a correrla, se iría por su propio pie. 

 

Escuchó un disparo en la parte baja de la mansión, asustada, salió corriendo, un guardia en el pasillo la detuvo para su seguridad, ella batalló por llegar hasta la cocina, donde todos intentaban aglomerarse, fallando en su intento. El cuerpo de seguridad tranquilizó y puso bajo resguardo a los invitados, Takarai yacía en el piso sobre Terry, quien, a su vez, protegía a Candy. 

 

—¡Takarai! —gritó el joven al verlo a su lado con respiración dificultosa, pero el oriental sonrió, apuntando al cielo.

—Necesitaré llamar a que reparen el techo. —Terry siguió con la vista ahí mismo, suspirando de alivio.

—Viejo, me asustas. —cayó en cuenta de que mantenía sujeta a Candy entre sus brazos, fuertemente. —Candy, ¿estás bien? —aturdida, asintió, más llevó las manos a su rostro, comenzando a llorar. —No, no, Candy, mi pecosa, ¿qué tienes? Todo está bien. 

 

Neal era sujetado con fuerza por dos hombres, los cuales habían detenido a tiempo un segundo disparo, provocando un desvío y salvando la vida del heredero. Fue arrastrado a la salida mientras vociferaba con fervor. 

 

—¡Maldito Grandchester! ¡Maldito, mil veces! 

 

Cuando llegaron a las escaleras, la duquesa aún era retenida por dos hombres, el modelo la señaló.

 

—¡Usted, su Excelencia! —hizo hincapié en su tan noble título—, ¡se irá conmigo! ¡No me hundiré solo! ¿Lo entiende? 

 

Finalmente, los autos patrulla iluminaron los ventanales de la entrada de la mansión, Leagan era arrestado con un cargo más, ahora no habría concesiones.

 

En cuanto pudieron, los F4 y las chicas llegaron hasta la pareja, quien aún permanecía en el suelo, Terry conteniendo a Candy quien aún sollozaba del susto.

 

—¿Me recuerdas, Terry?

—Claro que te recuerdo, Candy. Lo tengo todo. Todo estaba aquí, conmigo. —señaló su pecho, donde ella también se refugiaba, tranquilizandose contra él de a poco. El observó el anillo promesa pendiente de su cuello. —Perdóname, Candy. No fue mi intención, lo juro, yo no sabía. 




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