Duraznos ensangrentados

113 Cueva, Ada

Dylan 

 

-¿Dónde estoy?-Pregunte al sentirme muy cómodo.

 

-Sobre Kenai.- Se burló Sal.

 

-¿Qué?- Me quise sentar rápido, lo cual fue muy mala idea ya que casi me caigo de los brazos de Kenai por lo que tuve que abrazarme a su cuello

 

-Hijo, estamos en una cueva, estamos aquí para que mejores así que necesito que no muevas que Kenai, ha sido el que traído.

 

-Ah, sí.- Respondí casi sin voz.- Gracias Kenai.

 

Trágame tierra

 

Trágame tierra

 

Mientras caminábamos podía sentir el aroma de Kenai, era embriagador además de cautivador, en donde me sentía protegido, en la posición que estaba, podría quedarme para siempre ya que abrazaba su cuello dejando mi cabeza escondida entre su cuello, y mus manos estaban en mi espalda y rodillas, dejando que mis piernas colgaran, sin llegar al suelo.

 

Por años creí que mi estatura era una de las barreras que había por no encontrar el amor, sin embargo en este momento es una ayuda para poder estar así de cómodo, talvez cinco centímetros más me hubieran obstaculizado este resultado.

 

Ahora mismo debería estar enojado, triste y desesperado, aunque si comparo mi vida con otras personas, veo que mi vida está bien si muero, tuve amor y respeto, amistades que no me dejaron a la mitad, familia que sigue dando todo por mí, y conocí a Kenai, lo que siento por él es mucho más grande que una amistad, de por si cuando sus labios me rozaron creí que mi corazón explotaría, y sentí la necesidad de volverlo aún más real, pero no pude o mejor dicho no me dejaron.

 

-Aquí es.- Una voz desconocida nos volteo a ver.

 

-Kristian, ¿Cómo llegaste aquí?

 

-Sal, la deidad que hay dentro necesita de mi ayuda y yo solo tuve que desaparecer de todos ustedes, solo Kenai necesitaba de mi ayuda ya que mentalmente es un chico de diecinueve años, sin embargo estaban ustedes.

 

-Gracias por tu comprensión.-Contesto de una manera sarcástica Kenai.

 

Por momentos mientras muchos miraban a Kristian con dagas en los ojos, yo me di cuenta lo hermoso que es por dentro realmente era un geoda, sus piedras cristalizadas parecían ser naturalmente imposible, habían turmalina, amatista, aragonia, titanio, cuarzos, y se podría decir que jade entre medio sin embargo, se podrían encontrar aún más si uno supiera sus nombres y como son ya que creo que de cuarzos hay una cantidad incontable de variedades.

 

-Sentémonos, por un momento y les diré unas respuestas.

 

-¿Por qué no nos dijiste a dónde ibas?

 

-No podía decirles de esto.

 

-¿Quién es la deidad?

 

-Un ser muy amargado con cara infantil, que me dejo muy sorprendido.

 

-¿Esa deidad sabe que les pasa a las personas que desaparecen?- Pregunte yo esta vez.

 

-Sí y se podría decir que está directamente conectada con ello.

 

-¿Por qué?

 

-Pregúntale, pronto vendrá y es mejor que hagamos las infusiones.

 

-Oye, viejo.-Nos sobresaltó Sal.- ¿Qué es lo que tiene Dylan?

 

-Creo que ya saben, es un pacto roto, pero como leyeron en mis diarios hay varias enfermedades causadas por esta deidad, ya que muchas tribus en el tiempo la han conocido sin embargo, la han traicionado y bueno, el que siembra maíz no esperara tomate.

 

-Me gusta, hace karma instantáneo.

 

-Si yo soy una prueba de ello.-Dije 

 

-Perdón.

 

-Sal, ven y ayúdame con esto.- Indico Kristian.- Y tú también Joseph 

 

-Estas especies mantienen una cierta cantidad de magia entre ellas, no se comprende ya que se ha olvidado mucho, pero las plantas, muchas plantas mantienen mana entre ellas, suele ser tenue, inapercivida por las personas, suelen mostrar su verdadera naturaleza ahora al machacarlas y mezclarlas con sus hermanas, hacer una especie de pasta, además de polvo y liquido nos ayudara.

 

-Los sentimientos son quienes ayudan a su propósito, el verdadero, porque de la vida, está vinculado a los sentimientos que uno va experimentando y esas hierbas son las receptoras para abrirse y dar su poder.-Añadió la voz de una pequeña niña.

 

-Ada

 

-Hola, hermanito

 

Kenai 

 

-¿Pero cómo?- Murmure con ardor en mis ojos.

 

-Creo que te debo muchas explicaciones pero primero muerde este durazno.-Hablo antes de darme un jugoso durazno, sus cabellos cobrizos brillaban ante la luz que había dentro, y sus tres pequeños lunares aun formaban un triángulo, sus ojos me confundían, no sabía que sucedía, ella había muerto hace años.

 

-Ahora tu igual Dylan, con esto te sentirás mejor.

 

-Gracias.-susurro Dylan antes de morderlo.

 

-Ahora creo que le debo a mi querido hermano menor una disculpa.-Se sentó frente mío.- Cuando me perdí a los seis años, deje mi cuerpo mortal atrás para unirme con la deidad que hay en estas paredes, no podría decir su nombre ya que no tiene, sin embargo cada ciertos años toma un cuerpo, el más aceptable además quien necesite un contrato, con él puede de realizar un milagro, solo debes pasar más de cien años a su lado.

 

-¿Qué contrato hiciste?-Pregunte 

 

-Tú debías reunirte con una persona, sin embargo no sería muy fácil, yo solo quería ver a mi hermano feliz, sin embargo pasaste los últimos años encerrado en libros.-Grito enojada.- Puros libros, él siempre te buscaba pero tú, solo leías, tus hermanos salían y tú solo te encerrabas en enciclopedias-Explico mientras golpeaba su pie en el suelo.- No sabes cuándo desee volver a tirarte del cabello al ver que veías al amor de tu vida irse siempre.

 

-Hasta ahora, Dylan se dio cuenta que te ama en un mes, pero tú sigues pensando en que tú no lo mereces, hombre aburres hasta el diablo, ningún psicólogo te soporta.



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En el texto hay: misterio, lgtb amor, almasgmelas

Editado: 24.03.2023

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