Entramos a la academia en silencio, se ve enteramente cansada y veo como sujeta su mochila con ambas manos frente a ella, una pequeña flor violeta sale por el cierre y noto que pertenece al puño de flores que dejé en su almohada, no puedo evitar sentirme orgulloso y contento por saber que le agradaron o eso me gustaría pensar. Acerco mi mano y con el dedo índice rozo los pétalos de la flor, ella lo nota y una sonrisa se hace cada vez más grande en sus labios.
—Una delicada flor silvestre.
—Está bonita ¿no crees?— una sonrisa llena sus labios en cuanto me contesta.
—Las flores silvestres son las más hermosas—Levanta su rostro hacia mí con esos ojos azules cansados pero llenos de vida. — La flor que crece en medio de la adversidad es la más hermosa de todas— siento como las palabras salen de mi boca, pero no dedicadas a la flor en sí, mis ojos se clavan en los de ella y por un momento detecto que entendió para quien era el mensaje. Baja su mirada y sus mejillas se sonrojan sutilmente, mi objetivo fue cumplido.
Salimos del elevador y caminamos tranquilamente por los pasillos, aunque no vamos conversando agradezco ir inhalando su aroma, lavanda y naranja, dulce y fresco. Su esencia simplemente genera todo una tonalidad de sensaciones en mí que son difíciles de describir. De repente la noto tensa, sus hombros se cuadran y se detiene en seco, dirijo mi mirada hacia en frente y entonces veo lo que ella ve. La televisión en el centro del pasillo que se pasa transmitiendo noticias, da una nota de último minuto con la imagen de quien parece ser un tal teniente Dan Brown.
—«Noticia de último momento, han encontrado muerto al teniente Dan Brown, jefe del departamento antinarcóticos. Fue encontrado esta madrugada afuera de su casa, desmembrado, fueron encontradas seis bolsas negras en total en cada una se encontraba una extremidad, cabeza y torso. No se sabe si llegaron a mitad de la noche, no hubo disparos ni nada que hiciera sospechar a los vecinos. El cuerpo del teniente Dan fue desperdigado por el jardín delantero de su casa y en la puerta de la misma un mensaje con lo que parece ser su sangre, pero aún falta por confirmar, fue lo que alertó a los vecinos para llamar a la policía»
La periodista rubia, con un peinado esponjado y un saco color caqui con una blusa blanca contiene la seriedad necesaria para dar la nota, sus ojos parecen aterrados, pero hace su mejor esfuerzo por mantenerse al margen. En la pantalla se enfoca el mensaje de la puerta y lo leo ávidamente: «Me quitaron al amor de mi vida, yo les quitaré la vida» debajo de las letras chorreantes, el nombre de “Burak” se encuentra escrito, tallado sobre la madera con algún punzo cortante. Regreso mi mirada hacia Simone, da un par de pasos y tira su mochila antes de que sus rodillas cedan ante su peso y antes de que toque el piso la tomo de la cintura y la volteo hacia mí sin mucho esfuerzo, es tan liviana como una hoja en el viento, por lo menos para mí. Sus ojos están abiertos de par en par, su labio inferior tiembla, está en shock.
—Respira… respira Simone.
—Lo mató… ese maldito hijo de puta lo mató— cuando las palabras empiezan a salir de sus labios las lágrimas ruedan enormes y cargadas de sentimiento por sus mejillas hasta que su mirada se ve impedida por ellas.
Verla así me destroza, siento que mi corazón se estruja, no entiendo cómo es que he desarrollado una empatía tan profunda por ella. La abrazo con fuerza contra mi pecho, la envuelvo en mis brazos como si pudiera protegerla de esa forma de lo que la aqueja. Ella encaja su rostro en mi pecho y empieza a llorar con fuerza, su cuerpo tiembla a causa de los sollozos mientras sus manos se aferran a mi espalda, se sostienen con fuerza de mi saco con necesidad.
«SIMONE»
El dolor me consume, quema mi pecho, inhalo el aroma de Aiden mientras las lágrimas no dejan de brotar, no puedo dejar de pensar en la última vez que vi a Dan, como me suplicó que no los dejara repitiendo la frase de “Juntos somos más fuertes” era su favorita, él creía en la unidad, en el equipo y yo lo abandoné y ahora está muerto. Libero el saco de Aiden, pero no dejo de sostenerme de él como si fuera lo único que pudiera mantenerme de pie. Levanto el rostro hacia él y sus ojos están cargados de preocupación y lástima, jamás pensé verlo así, esta triste, ¿triste por mí? Saca un pañuelo de su saco y limpia mis mejillas con delicadeza mientras sus ojos siguen viendo mi rostro.
—Llora lo que tengas que llorar, porque después de eso tendrás que actuar y no tendrás tiempo para lamentaciones— me da un pequeño golpecito en el mentón haciéndome levantar mi rostro hacia él y entiendo perfectamente a lo que se refiere. Asiento con la cabeza.
Escucho como unos pasos se acercan hacia nosotros, trotando, volteo y veo a Akos corriendo hasta alcanzarnos, esta tan consternado como yo. Se para en seco a una corta distancia y su rostro se descompone.
—No… sé que decir.
Se apoya sobre sus rodillas como si estuviera cansado de correr, respira y trata de controlarse, pero es claro que la noticia le afectó tanto como a mí, después de todo Dan no solo era nuestro jefe, era nuestro amigo y compañero, trabajamos con él suficiente tiempo para crear lazos que van más allá de una amistad, éramos familia. En cuanto Akos se yergue yo me acerco y lo abrazo, encaja su rostro en mi cuello y me abraza con fuerza, aunque no llora puedo sentir su dolor. Nos separamos después de unos minutos y nos quedamos en silencio mientras las palabras de Aiden dan vuelta en mi cabeza. De repente la pantalla se apaga y con forme los alumnos empiezan a llegar vemos a Emerich caminando hacia nosotros con el control en la mano.
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Editado: 15.07.2020