La brisa fría de la noche acariciaba la piel de Mauro mientras él y Lucas se dirigían a la casa de este último. Cada paso que daban resonaba en el silencio de la calle desierta, como si el mundo a su alrededor se hubiera detenido en medio de su angustiosa búsqueda. La tensión en el aire era palpable, con cada uno sumido en sus pensamientos, y Mauro sentía que la carga de su hermana pesaba más que nunca en su corazón.
—¿Te parece si comenzamos con el registro de vehículos en la zona? —preguntó Lucas mientras encendía la luz de la sala, iluminando el espacio desordenado lleno de papeles, documentos y tazas de café vacías. El desorden reflejaba el caos que ambos sentían por dentro.
Mauro asintió, su mente corriendo a mil por hora mientras sus pensamientos se debatían entre la esperanza y el miedo.
—Sí, creo que debemos averiguar si hay cámaras de seguridad en el área del accidente —respondió, sintiendo que cada pequeño detalle podría ser clave para desentrañar el misterio que rodeaba la desaparición de su hermana.
Lucas se sentó frente a su computadora, y Mauro se unió a él, la pantalla iluminando sus rostros con un brillo azulado que parecía resaltar la preocupación en sus ojos. Comenzaron a investigar, buscando información sobre el lugar donde había ocurrido el accidente y cualquier cosa relacionada con el coche negro que había sido mencionado en los rumores que circulaban.
—Mira esto —dijo Lucas, señalando una página de resultados. —Aquí hay un informe de un accidente ocurrido en la misma noche. Dos coches estaban involucrados, y uno de ellos estaba en fuga.
Mauro se inclinó hacia la pantalla, su corazón latiendo con fuerza, cada pulso resonando con la desesperación de encontrar alguna pista.
—¿Están mencionando un coche negro? —preguntó, esperando que su intuición no lo traicionara esta vez.
—No específicamente, pero uno de los coches se reportó como un sedán. Podría ser un Volkswagen o un Honda —explicó Lucas, mientras sus dedos se movían rápidamente sobre el teclado.
La idea de que un coche pudiera haber estado persiguiendo a su hermana lo consumía, como una sombra que no podía sacudirse. No podía dejar que ese detalle pasara desapercibido.
—Necesitamos encontrar ese informe policial y hablar con los oficiales que atendieron la escena —dijo Mauro, sintiendo una urgencia creciente en su interior.
—De acuerdo, déjame ver si puedo conseguir un contacto —respondió Lucas, tecleando rápidamente en su computadora.
Mientras Lucas buscaba, Mauro sintió que su mente vagaba de nuevo hacia Elena. Se preguntaba si ella estaría bien, si había pensado en él mientras él se sumergía en esta oscura búsqueda. La idea de protegerla le daba fuerzas, pero también le provocaba una profunda ansiedad. No podía permitir que la sombra que acechaba a su hermana se extendiera hacia ella.
De repente, el teléfono de Mauro sonó. Era Elena, y su corazón se aceleró al ver su nombre en la pantalla. Sus dedos temblaban un poco mientras lo respondía.
—Hola, Mauro. ¿Cómo estás? —su voz sonaba suave y llena de preocupación.
La voz de Elena era como un bálsamo para su alma cansada, un recordatorio de que no estaba solo en esta batalla.
—Estoy bien, solo un poco ocupado con algunas cosas. ¿Y tú? —respondió, intentando que su voz sonara más tranquila de lo que se sentía.
—Me preocupé cuando no volviste. ¿Te encuentras bien? —la preocupación en su tono era palpable.
Mauro sintió una punzada de culpa al pensar en cómo había dejado a Elena al margen de todo esto.
—Sí, solo estoy con Lucas, investigando sobre lo que pasó con mi hermana —dijo, deseando que las palabras fueran suficiente para calmarla.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó ella con sinceridad, y Mauro pudo imaginar la expresión decidida en su rostro.
—No quiero que te involucres en esto, Elena. Puede ser peligroso —respondió, su instinto de protección aflorando con fuerza.
—Mauro, no soy una niña. Quiero estar contigo, y si hay algo que puedo hacer, por favor, dímelo —su voz era firme, y Mauro no pudo evitar sentirse conmovido.
Mauro se quedó en silencio, su corazón dividido. Quería protegerla, pero también sabía que tenerla cerca podría brindarle la fortaleza que necesitaba.
—De acuerdo. Si puedes, ven a la dirección que te mandare, es la casa de mi amigo. Tal vez haya algo en lo que puedas ayudar —finalmente dijo, sintiendo que quizás, solo quizás, no tenía que enfrentarse a esto solo.
—Voy en camino. —La determinación en su voz lo llenó de aliento.
Colgó y se volvió hacia Lucas, quien lo miraba con curiosidad.
—Elena viene, es la amiga de la que te hable
Lucas levantó la vista, sorprendido.
—¿Estás seguro de que es buena idea?
—Necesito su apoyo. La verdad es que no puedo seguir haciendo esto solo.
Mientras esperaban a que Elena llegara, la ansiedad se apoderó de Mauro. Se sentía como si estuviera atrapado en un laberinto del que no podía escapar. Las sombras parecían acercarse, y cada momento que pasaba sentía que se volvían más intensas.