Ecos: Susurros en la oscuridad

2: Estación 16

En Buenos Aires, bajo las avenidas y edificios, existe un mundo oscuro y desconocido para la mayoría. Los túneles del subte son transitados diariamente por millones de personas, pero hay una leyenda que pocos conocen y que muy pocos se atreven a contar: la historia de los desaparecidos de la Estación 16.

En la década de 1930, durante la expansión del subte porteño, se planeó una estación adicional en la Línea E, una que conectaría barrios periféricos con el centro de la ciudad. La estación, denominada Estación 16, fue construida con el propósito de aliviar la congestión de las estaciones principales, pero nunca llegó a inaugurarse. A pesar de que las obras se completaron y el túnel estaba listo, un extraño accidente detuvo la apertura.

Los rumores decían que, durante las pruebas finales, un tren lleno de ingenieros y obreros desapareció misteriosamente dentro de los túneles entre dos estaciones. Las búsquedas exhaustivas no lograron hallar el tren ni a sus pasajeros. Las autoridades decidieron sellar el acceso a la estación y borrar cualquier registro oficial de su existencia. A partir de entonces, la estación fue conocida como La Estación Fantasma.

Décadas después, en los años 70, comenzaron a surgir historias inquietantes de conductores y empleados del subte. A veces, mientras conducían el último tren de la noche, los conductores veían luces intermitentes en una sección del túnel que no aparecía en los mapas. La mayoría lo atribuía a fallos eléctricos, pero algunos insistían en que se trataba de la Estación 16.

Una de las historias más perturbadoras ocurrió en 1978. Miguel, un joven conductor recién contratado, estaba a cargo del último tren del día. Mientras recorría el tramo entre las estaciones Independencia y Bolívar, notó que el túnel a su alrededor comenzó a cambiar. Las paredes parecían moverse, y el aire, normalmente fresco, se volvió denso y sofocante. De repente, el tren se detuvo.

Miguel intentó comunicarse con la central, pero la radio no respondía. Miró por la ventana y vio, a través de la penumbra, una estación desconocida. Las luces de los andenes parpadeaban débilmente, revelando bancos oxidados y viejos carteles de publicidad. Decidido a investigar, salió de la cabina y caminó hacia la estación. Fue entonces cuando vio a una figura de pie en la distancia, al final del andén.

La figura, vestida con un viejo uniforme de obrero, lo miraba fijamente. Miguel intentó acercarse, pero al dar un paso adelante, la figura desapareció. Un escalofrío recorrió su espalda, y decidió regresar al tren. Cuando volvió a subir, el tren arrancó solo, como si hubiera estado esperando que él regresara.

Miguel contó su experiencia a sus colegas, pero muchos se rieron, diciendo que había imaginado todo. Sin embargo, otros más veteranos le confesaron que él no era el único que había visto esa estación.

Con el paso de los años, las historias de encuentros con la Estación 16 se multiplicaron. Algunos pasajeros comenzaron a reportar experiencias extrañas. En 1993, Claudia, una estudiante universitaria que volvía tarde a casa, subió a uno de los últimos trenes de la noche. El vagón estaba vacío, y el traqueteo del tren era lo único que rompía el silencio. Poco después de que el tren saliera de la estación, las luces comenzaron a parpadear.

De repente, el tren se detuvo en una estación que no reconocía. El cartel indicaba "Estación 16", pero Claudia sabía que esa estación no existía en la Línea E. Confundida, miró a su alrededor, pero no había nadie en los andenes. Decidió no bajar del tren y esperar. Después de unos minutos, las luces volvieron a la normalidad y el tren arrancó nuevamente. Al llegar a su destino, Claudia le contó lo sucedido al guardia de la estación, pero él simplemente le dijo que era imposible. No había ninguna estación con ese nombre.

Lo que más la inquietó fue que, días después, descubrió que varios pasajeros que tomaban el subte a esa misma hora habían desaparecido sin dejar rastro. Nadie los volvió a ver, y algunos creían que los espíritus de esos pasajeros ahora vagaban por la Estación 16, atrapados en un ciclo eterno.

A principios de los 2000, un investigador de fenómenos paranormales, Padre Ernesto Olivares, fue contactado por los empleados del subte. Los relatos sobre la Estación 16 se habían vuelto tan frecuentes que algunos conductores se negaban a trabajar en el turno nocturno. El Padre Olivares, conocido por sus investigaciones de lo sobrenatural, accedió a realizar una investigación.

Acompañado por un pequeño equipo de camarógrafos y técnicos de sonido, el Padre Olivares descendió al subte una noche fría de invierno. Durante las primeras horas, no notaron nada fuera de lo común, pero a medida que se adentraban más en los túneles, comenzaron a escuchar extraños ruidos: susurros y pasos que parecían venir de todas partes y de ninguna a la vez.

Al llegar al tramo donde supuestamente se encontraba la Estación 16, las cámaras dejaron de funcionar. Un viento helado recorrió el túnel, a pesar de que estaban varios metros bajo tierra. Fue entonces cuando vieron una figura a lo lejos: un hombre de pie en el andén, con el uniforme de los antiguos obreros del subte.

El Padre Olivares intentó comunicarse con la figura, rezando una oración en voz alta, pero la figura simplemente se desvaneció. Más tarde, el equipo recuperó las imágenes de las cámaras, pero todo lo que captaron fue estática. No había rastro del hombre ni de la estación.

Hasta el día de hoy, la Estación 16 sigue siendo un misterio. Las autoridades del subte niegan su existencia, y los mapas oficiales no muestran ninguna estación entre Independencia y Bolívar. Sin embargo, los trabajadores del subte, los conductores y algunos pasajeros saben que algo extraño ocurre en esos túneles.

Aquellos que han visto la estación o han sentido su presencia hablan de un frío inhumano, de figuras que aparecen y desaparecen entre las sombras, y de voces que susurran desde la oscuridad. Y lo más aterrador de todo: algunos aseguran que aquellos que ven la Estación 16 están destinados a desaparecer, atrapados para siempre en los túneles del subte, perdidos entre el mundo de los vivos y el de los muertos.



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En el texto hay: fantasmas, terror, susurros

Editado: 24.09.2024

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