Ecos: Susurros en la oscuridad

5: El llanto

En Buenos Aires, las historias de terror a menudo giran en torno a lugares cotidianos, pero ninguna es tan inquietante como la leyenda del Llanto del Bebé Perdido en la estación Plaza Italia del subte.

La historia se remonta a varios años atrás, cuando una joven madre, Sofía, tomó el subte para ir a visitar a su familia. Llevaba a su bebé, Lucas, en brazos, y la estación de Plaza Italia era su parada habitual. Esa tarde, el lugar estaba lleno de gente, el ruido de los trenes y las conversaciones creaban una atmósfera bulliciosa.

Mientras esperaba el tren, Sofía se distrajo por un momento. Un grupo de turistas le pidió indicaciones, y en ese instante, su hijo desapareció de su vista. Cuando se dio cuenta, entró en pánico. Buscó a su alrededor, gritando su nombre, pero Lucas había desaparecido. Las cámaras de seguridad no mostraron nada extraño, como si el niño se hubiera esfumado en el aire.

A pesar de la búsqueda, nunca encontraron al bebé. La tristeza de Sofía era inmensa, y, incapaz de soportar su dolor, dejó la ciudad y se marchó sin un rumbo fijo. Se decía que había sido vista vagando por los alrededores de la estación, buscando a su hijo y llamando su nombre.

Desde ese día, quienes viajaban por la estación Plaza Italia comenzaron a notar algo extraño. En noches particularmente silenciosas, se podía escuchar un llanto suave, casi imperceptible, que provenía de las profundidades del túnel. Aquellos que se quedaban en el andén a altas horas de la noche afirmaban que el llanto sonaba real, como si un bebé estuviera pidiendo ayuda.

Los empleados del subte hablaban entre ellos de la leyenda del Bebé Perdido, y algunos se negaban a trabajar en turnos nocturnos. Las historias de pasajeros que se acercaban al borde del andén, atraídos por el llanto, comenzaron a proliferar. Decían que al hacerlo, se sentían abrumados por una tristeza inexplicable, como si el mismo sufrimiento de Sofía les envolviera.

Una noche, María, una joven que tomaba el subte para regresar a casa después de una larga jornada de trabajo, escuchó el llanto. Intrigada, se detuvo a escuchar con atención. El sonido parecía venir de un rincón oscuro del andén. Decidió acercarse, y al hacerlo, sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Cuando llegó al lugar de donde provenía el llanto, se encontró sola en el andén. La atmósfera era pesada, y el eco del llanto resonaba en sus oídos. Aterrorizada, se dio la vuelta y corrió hacia la salida, sintiendo que algo la seguía, un peso en el aire que la instaba a no mirar atrás.

A partir de esa noche, María no fue la única en experimentar lo extraño. Otros viajeros comenzaron a contar historias de haber visto la figura de una mujer de pie en el andén, con la cabeza gacha y un llanto desolador que llenaba el aire. Algunos afirmaban que, al acercarse, la mujer levantaba la vista, revelando ojos llenos de desesperación.

Una noche, un grupo de amigos decidió aventurarse a explorar la estación después de escuchar las historias. Rieron nerviosamente al principio, pero a medida que avanzaban, el ambiente se tornó inquietante. Al llegar a la plataforma, uno de ellos, Diego, escuchó el llanto del bebé.

"¿Escuchan eso?" preguntó, pero sus amigos, escépticos, lo ignoraron. Sin embargo, el llanto se hacía más fuerte. Decidieron separarse un momento para investigar, y fue entonces cuando Diego, siguiendo el sonido, se encontró solo en un rincón oscuro del andén.

El llanto era ensordecedor ahora. Temblando de miedo, se acercó más. De repente, el llanto cesó, y en su lugar, escuchó un susurro suave: "Ayúdame..." Un frío helado le recorrió el cuerpo. En ese instante, se dio cuenta de que no estaba solo; sintió una presencia detrás de él. Al girarse, no vio nada, pero el aire estaba cargado de una tristeza profunda.

Desesperado, corrió de vuelta donde estaban sus amigos. Cuando se reunieron, todos estaban pálidos. Habían escuchado el llanto, pero ninguno se atrevió a acercarse. Esa noche, decidieron que nunca volverían a la estación Plaza Italia.

Hoy, la leyenda del Llanto del Bebé Perdido continúa viva entre los pasajeros del subte. Muchos evitan la estación en la noche, temerosos de escuchar ese llanto desgarrador que evoca la desesperación de una madre que nunca dejó de buscar a su hijo.

A veces, si te quedas en la estación después de la medianoche, puedes oírlo: un llanto suave y triste que atraviesa la oscuridad. Se dice que es el eco del amor y la pérdida de Sofía, buscando a su bebé perdido en un lugar donde la esperanza se ha desvanecido. Si alguna vez lo escuchas, recuerda: no te acerques. Hay algunas voces que es mejor dejar en el silencio de los túneles.



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En el texto hay: fantasmas, terror, susurros

Editado: 24.09.2024

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