Edad Oscura

En el ojo de la tormenta

Pasaron siglos desde que los dioses decidieron no contactarse  con la humanidad y está ya estaba haciendo de las suyas. Al no haber dioses a quien venerar y pedir misericordia las personas perdieron el camino de paz  y algunos reinos fueron construyendo armas cada vez más poderosas y esparciendo temor a los reinos más débiles que fueron obligados a obedecer de lo contrario serian destruidos sin piedad por los reinos más poderosos que habían como lo eran  Esparsat, Gritonir, Margralod. Estos tres reinos  estaban en constante guerra por tener mayor domino sobre el mundo.  Incluso querían que los seres míticos que aún habían, se rindieran a sus pies, esto no le gustaba a los hechiceros de  Morgar quienes eran temidos todavía por gran parte de la los mortales.

Cada hechicero  tenía un poder especial, algunos controlaban el bosque y todo lo relacionado con la vida vegetal, otros a los animales, otros eran videntes y habían otros más como psíquicos, sanadores, transformistas, etc. Pero  los más temidos eran los que practicaban las artes oscuras. Estos se  encontraban más fácilmente que los otros pues no se dejaban intimidar por nadie como lo era  Mordo el más popular de los hechiceros oscuros.  

El creía que la humanidad debía estar a su disposición, pero le gustaba la forma de ser de las personas tanto así  que hacia pactos con ellos a cambio de sus servicios. Lo que el pedía  a cambio eran cristales Del Alma, nada fáciles de hallar ya que solo habían dos formas de conseguir, el primero era seguir un cometa hasta donde impacte y la otra forma era tras la muerte de un dios o ser muy poderoso. Los  cristales eran sagrados para los hechiceros pues tenían en su interior una muy poderosa magia y al igual que ellos los cristales tenían un distinto tipo de magia y color que indicaba su nivel de poder  para cada uno. Mordo tenía un cristal violeta  en su báculo lo que significaba que era uno de los cristales más poderosos. Los cristales más poderosos podían ser violetas, azules y verdes; luego estaban los de nivel medio  que eran celestes, amarrillos y blancos; por ultimo estaban el naranja, el rosado y magenta. 

El único reino que cumplía con lo que pedía Mordo era Margralod. Este reino era gobernado por un monarca muy ambicioso que sabía que para poder derrotar a sus rivales era necesario contar ser poderosos como Mordo.  Pero solo buscaba su ayuda cuando era de suma importancia.

El Rey Nerfani era un ser muy cruel, maltrataba a todo el mundo incluso a sus esposas e hijos. Tenía a miles de esclavos a sus pies y un ejército de más de 100.000 hombres guerreros  a su disposición. Cada vez que alguien le faltaba el respeto de alguna manera, no le importaba que fuese algún familiar lo mandaba a la orca por rebeldía y así muchos de sus hijos y esposas murieron por ello. Entre los hijos reales tenia a Percilon, el más joven pero favorito de su rey y luego estaba Omega, de la misma edad que Percilon pero de su madre había muerto en el parto. El rey estaba complacido con ellos 2 porque quería que un día gobernaran su reino.

A dferencia de Percilon, Omega era muy humilde y bondadosa con un espíritu aventurero  y el hecho de estar encerrada en el castillo no le gustaba. Un día durante una reunión de los comandantes con el rey y Percilon, ella se escapó por  un uno de los pasajes ocultos del castillo para ir a conocer el pueblo. Mientras caminaba disfrazada por mercado del pueblo se topó con un guardia y salió corriendo sin rumbo alguno buscando escondite ya que la perseguían. Estuvo a punto de caerse varias veces mientras corría, hasta que resbalo en un charlo y se llegó por delante a un joven que deambulaba por allí. Ese joven se llamaba Prometeo y era un esclavo que construía armas para el rey y el ejercito.

-Mira por donde caminas porque por poco me robas un beso-dijo el muchacho de manera simpática.

-Perdóneme  es que me estoy escondiendo del guardia- dijo exaltada.

-Ah eres una ladrona no hay problema, sígueme-, le tomo de la mano y la llevo hasta el borde del pueblo, que era el límite que daba al bosque.

-¿Quién eres? le pregunto curioso el muchacho.

-Yo soy Omega, hija del…- no se animó a terminar pues si le decía puede que la envié al castillo.

El muchacho tampoco pareció darle mucha importancia el ver que no termino de decirle y la metió a su pobre casa.

-¿Aquí vives? pregunto ella con lastima.  

-sí, aquí vivo  desde que tenía 6, ¿por qué? - 

-Pues por nada-

El joven la miro y vio que tenía algo muy particular en cara. -¿no eres familiar del rey, verdad?, pregunto dudoso. Ella lo miro y se lo negó. - Bien eres la  primera persona que viene aquí desde hace mucho tiempo, ¿quieres que te muestre algo raro?-

-No veo porque no- respondió.respondió ella.

Prometeo entonces se agachó y empezó a mover las tablas podridas  que componían el suelo y sacó un pequeño trapo. Dentro de ese trapo yacía envuelto un cristal de color celeste que brillaba solo en las manos de Prometeo. 

-¿qué es?-, pregunto sorprendida. 

-Mi madre me dijo que un hechicero antes de morir se lo entrego a mi abuela cuando era una niña, es todo lo que sé-, dijo extrañado.
 
Luego de la nada, 10 guardias entraron a la casa y golpearon al joven hasta dejarlo inmóvil y  se llevaron a la joven princesa, mientras que el cristal quedo tirado en el hueco de donde estaba escondido.




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