Edler y el reino de Goth

I

*Muchos años atrás* 

        Para los que no me conocen, soy Edler Thatcher, un mesero de la taberna de Mou. Esta noche tenemos el local lleno de caballeros que valientemente arriesgaron sus vidas contra los tiranos del reino de Fhalstravia. Unos tipos rudos y problemáticos que buscan saquear para hacerse cada vez más ricos. Esta noche los músicos deleitan con tamboriles y flautas, con gaita y vihuela, suenan hermosas melodías que llenan el ambiente de alegría. 

        —Oye niño, tráeme otro trago de cerveza —gritó un caballero ebrio en una mesa del rincón. 

        Agarré los vasos y destapé los barriles que contenían nuestra mejor cerveza hecha de uvas y hierbas. Era la más demandante y famosa entre todas las cervezas, y solo la taberna de Mou podía ofrecerla. Al dueño del local le habían ofrecido mucho dinero para vender la receta, pero se negaba una y otra vez. La noche marchaba perfectamente y llegó alguien que ánimo el ambiente de toda la taberna. Los caballeros lo recibieron con aplausos y gritos. Los músicos sacaron su mejor melodía al ver entrar al héroe más amado por el reino de Goth. Bewonet Cavinski, príncipe y el capitán de cinco mil caballeros del reino de Goth; el hombre que con valentía enfrentó a un dragón que escupía fuego y rayo, que se vestía de corazas de acero y sus alas provocaban fuertes vientos. La valentía de Bewonet Cavinski relumbró cuando derrotó al dragón frente a miles de personas y trajo su cabeza para hacer una escultura de ella. La cabeza del dragón se encuentra en el centro de la ciudad del reino de Goth, a quince minutos de la taberna. 

        —Mesero, tráeme tu mejor cerveza —susurró en mi oído al acercarse un poco a mi cabeza—. Esta noche, yo invitó los tragos. 

        Los caballeros comenzaron a gritar de alegría y la música no paraba de sonar. Tenía tantas preguntas que quería hacerle, y la primera de esas era ¿cómo puedo llegar a ser un caballero? Tenía que ser mesero en la taberna de Mou o si no nunca podría recompensar lo que Mou hizo conmigo cuando era apenas un niño.  No podía detenerme o si no me llenaría de trabajo y eso era frustrante. Pues mi guerrero favorito había venido por primera vez al establecimiento donde trabajo. Aún tengo doce años, pero eso no me detiene a seguir mis sueños de ser el mejor guerrero de la historia.  Servía cervezas a cada caballero, y a cada borracho que venía en busca de nuestros mejores licores.  

        Cada vez que intentaba acercarme a Bewonet, algo me retenía y me ponía hacer otras cosas. Me enojaba de cierta manera y quería que eso cambiara, por eso decidí tomarme la noche libre. Eran ocho meseros, que le restaran uno no era mucha la diferencia, y pese a mi acción, sabía que me tocaría trabajar el doble después. Pero hablar con el mejor guerrero de todos no era sencillo, por eso tomé el riesgo. 

      Dejé mi puesto y me acerque a Bewonet sigilosamente para poder hablar directamente con él. 

          —Hola, señor Bewonet. Quiero saber ¿cómo puedo llegar a ser un caballero? —Pregunté con entusiasmo. 

        —Para ser un caballero debes ser más alto y más fuerte — respondió dándose la vuelta mirándome de pies a cabeza. 

        —Entre poco llegaré a ser más alto y más fuerte, cuando eso suceda ¿podré convertirme en un caballero? —pregunté esperando tener una respuesta consoladora.            —No —respondió Bewonet—. Para ser un caballero necesitas determinación y valor para no caer en la primera batalla. Además de eso ¿por qué quieres ser un caballero? 

          —Porque quiero convertirme en el mejor guerrero de la historia —grité emocionado levantando mis brazos al cielo. —Asi que tienes un sueño. Tal vez llegues a ser un gran guerrero, pero llegar a ser el mejor guerrero de la historia significa que tendrás que superar el legado del que fue el mejor guerrero de la historia, ¿crees que serás capaz de eso? 

          —Por supuesto que lo hare, por eso entreno en el día, para poder convertirme en un gran guerrero. 

          Bewonet me miró a los ojos y se puso a reír, tomo su cerveza y al pedir otro trago, hizo un brindis diciendo: Por las batallas y nuestros futuros camaradas. Los caballeros celebraron con él, y mis emociones no cesaban al pensar en ser como el guerrero que he admirado toda la vida. 

        La noche pasó y la taberna estaba muy sucia. Vasos tirados, residuos de comida aventados por el suelo y también bazofia de borrachos provocados por su gula al beber cerveza. La taberna de Mou siempre ha sido mi hogar desde que tengo memoria. Mou dice que me encontró a las orillas de una barranca cuando tenía alrededor de unos seis meses. Mou y su hija Claris han sido mi familia desde siempre. Mou quiere que tome el cargo de la taberna y que Claris, su hija, se case con un caballero. Ambos tenemos sueños distintos. Yo quiero ser un caballero y Claris quiere ser profesora, a decir verdad, a ella le gustan muchos los libros y enseñar lo que lee de ellos; el sueño de Claris es ese y yo no voy a retenerla, pero Mou es diferente, quiere que sigamos con la taberna que le heredó su padre. 

        —Muchacho idiota, ¿por qué dejaste tu puesto ayer? No ves que se generó un gran desastre —con enojo me miraba Mou sosteniendo una escoba en su mano. 

        —Lo siento, pero quería hablar con Bewonet Cavinski.         

       —Idiota, tú tomaras el mando de mi taberna hasta que mueras. No te he dado otra razón más que esa, ¿por qué me desobedeces? —Se enfadó Mou conmigo al escuchar lo que había dicho con encanto. 

     Después de eso, tomé mis cosas y me puse a limpiar la taberna. La taberna estaba tan sucia como los días festivos en la provincia de Tika, capital de Goth. No podía anhelar otra cosa que salir corriendo y dejar de limpiar la suciedad de la taberna.  




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