《El mundo está en la mierda, no pasa nada
si los hundimos en ella ¿no?》
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—¡Inútil! —grita golpeándome en el ojo izquierdo.
Caigo al piso gimiendo de dolor, como puedo miro a mi madre en busca de ayuda, pero ella está en silencio preparando la cena, no se atreve a mirarme ni de reojo. No sé si es por vergüenza o porque en verdad no le interesa lo que suceda conmigo.
Nunca me mira...
El bastardo de mi padrastro me patea una y otra vez, golpeándome en las costillas y abdomen, haciéndome escupir sangre. Duele… Mierda, en verdad duele, duele mucho.
—¡Eres una basura inútil! —grita, me escupe y me golpea por última vez, en el día.
Cierro los ojos aguantando el dolor que me provocan los golpes. ¿Cómo podré ir al instituto con golpes por todos lados? Escucho pasos y luego el sonido de la puerta siendo azotada, seguido de eso escucho un sollozo de mi madre y el sonido de un cuchillo caer al suelo.
Como puedo me levanto del suelo evitando gemir del dolor, porque aunque ella nunca me vea, yo no lo quiero hacer sufrir; con una mano pegada a la pared comienzo a subir las escaleras, siento un pitido en mis oídos y escucho los sollozos de mi madre cada vez más lejanos.
Lloras, pero no eres capaz de dejarlo o de ayudar a tu único hijo. Te importo cuando él no está, pero cuando esta soy como un maldito fantasma que habita en este hogar tan roto.
Cierro la puerta colocando seguro, deslizo mi espalda por esta cayendo sentado al suelo. Estoy mareado, tengo dolor en el cuerpo y sigo sintiendo el sabor metálico de la sangre en mi boca. Escupo en un intento de dejar de tener el sabor de mi sangre en mi boca.
La habitación está oscura, mi visión está borrosa, mi cuerpo se siente cansado y me siento realmente mareado. No he comido nada en el día, solo tomé algo de agua y quizás comí una manzana sin que mi madre o ese bastardo se diera cuenta.
》A veces se necesita más que unas palabras de aliento de alguien cercano o de un extraño, a veces necesitas un abrazo al alma, no importa si es algo efímero.《
Sonrío sin gracia. ¿Por qué sus palabras me vienen a la cabeza?
—Solo necesito morir, no una razón para vivir. —susurro antes de desmayarme por el dolor.
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No sé cuánto tiempo pasó desde que me desmayé, pero sigue oscuro y el cuerpo me sigue doliendo como el infierno. Como puedo me levanto, en la oscuridad busco mi teléfono tanteando los bolsillos de mis pantalones, cuando lo encuentro lo saco y enciendo la pantalla, tengo que cerrar mis ojos por la luz repentina, abro mis ojos lentamente esta vez me acostumbro al brillo. 04:35 am.
Mierda. Debo prepararme para ir a estudiar.
Camino con dificultad gracias al terrible dolor que siento en mi cuerpo. Salgo de mi habitación y entro en el baño sin hacer ruido, busco con la luz del teléfono una toalla, la tomo y cubro la puerta por debajo para que la luz no se filtre por debajo, es la misma rutina de siempre, si un destello de luz llega a despertarlo él saldrá de su habitación para golpearme otra vez. Después de tapar la abertura, prendo la luz y me observo en el espejo.
Mi rostro es un completo desastre, tengo un ojo morado, el labio inferior partido, una herida en la mejilla y sangre seca por todo mi rostro y algo de ella en mis manos. Aguantándome el dolor y las ganas de quejarme me quito la camisa llena de sangre, observo mi torso desnudo lleno de moretones frescos y unos que aún siguen sin desaparecer del todo.
La ira me cegó por unos segundos, pero rápidamente vuelvo a mis cabales. Me paso la mano por el cabello dejándome ver una herida con sangre fresca en la frente. Suspiro cansado de esto. Me desnudo y entro en la ducha, lavo mi cuerpo y quito cada rastro de sangre en mi cuerpo dejando las heridas completamente limpias, aunque no tuve cuidado con la herida de mi frente y esta comenzó a sangrar.
—Esto es una mierda. —susurro buscando vendajes y apósitos en los gabinetes.
Me seco el cuerpo para luego comenzar a vendarlo cubriendo la mayor cantidad de moretones posibles, los que no alcance a cubrir con el vendaje los cubro con apósitos en forma de parche, una vez termino de vendar mi torso y uno de mis brazos prosigo a curar mis heridas del rostro, cubro mi ojo con una almohadilla antes de comenzar a vendarlo, termino y coloco un apósito de tela y gasa en mi mejilla, y uno pequeño en la herida de mi frente.
Una vez acabo guardo todo, apago la luz del baño y dejo la toalla en su lugar, salgo del baño con una toalla alrededor de mi cintura y la ropa sucia en la mano, entro en mi habitación y dejo la ropa a un lado, con la ayuda de mi teléfono busco mi uniforme, me visto lo más rápido que mis heridas me lo permiten, una vez termino busco mis libros, los dejo en mi mochila y salgo de mi habitación, bajo las escaleras en donde me encuentro con mi madre quien pone una expresión de tristeza al ver mis heridas vendadas.
Hipócrita.
—Cariño yo—
La ignoro y salgo de casa. Observo la hora en mi teléfono. 05:25. Hace frío, me cala hasta los huesos. Me coloco mi sudadera negra y comienzo a caminar al instituto, en el camino algunas personas que transitaban por donde iba me observaban con lástima o con curiosidad, cosa que me hizo poner la capucha de mi sudadera. Entre menos me observen mejor.
Llegué al instituto, entré y me dirigí rápidamente al aula, el profesor aún no llegaba por lo que me dispuse a descansar en mi asiento hasta que llegara, pero no pude descansar, mi único amigo llegó a sentarse junto a mí y comenzó a hablar para que no me durmiera.
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Editado: 20.11.2024