Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 08

 

Alba Longa
Siglo VII a.C.

 

—Despierta de una vez Naxos, por los dioses sabes que odio ver que te quedes en la habitación hasta tarde –Grito Numitor[1] entrando en la habitación y abriendo las puertas de la terraza, la cual se ilumino bastante.

—Por los dioses –“mi cabeza va a estallar” —Naxos solo se dio la vuelta para seguir durmiendo.

—Vaya la fiesta que tomaste anoche.

—Naxos cierra esa puerta –“de donde vino esa voz”.

Numitor por el contrario no podía quitar la mirada de aquella voz, al lado de Naxos estaba una chica desnuda. Fadilia. hermosa, con un cuerpo esplendoroso y perfecto, la envidia de cualquier mujer, sus senos eran del tamaño perfecto coronado con unos pezones realmente bellos de un tono tan claro como el durazno.

“Bueno si puedo imaginar porque me divertí tanto anoche” —Pensó Naxos, pero no fue únicamente ella, del piso se levantaban tres chicas más, sosteniendo sobre su cuerpo el chiton[2] que tenían la noche anterior.

—Lo único que no puede recriminarte será el buen gusto —Balbuceo Numitor sin poder despegar la vista de estas hermosas chicas.

—Así es —pronuncio desperezándose.

—Levántate y entrena a tus hombres.

—En un momento.

—Y manda a traer agua, que las chicas te laven, apestas a orgia matinal.

—Mmm… yo adoro ese olor –Fadilia hablo en el momento, la mirada de Naxos era de deseo, la quería de nuevo, ansiaba estar dentro de ella nuevamente. simplemente no tenía suficiente de su rostro, su cuerpo. Quería estar con ella en todo momento

—Dame dos horas —dijo mientras avanzaba hacia Fadilia.

—Una hora.

—Hora y media.

—Bien –sonó resignado –pero como no te vea allí Naxos te fastidiare el día, mientras tanto aprovechare algo el tiempo –saliendo tras las otras chicas.

—Como tú digas —susurro quitando un mechón de cabello de la frente de Fadilia.

Naxos no podía alejar la mirada de su bello rostro. Fadilia simplemente deslizo la fina tela de su cuerpo quedando completamente desnuda de nuevo. Los dioses la habían bendecido con la belleza, siendo la chica más hermosa de toda la ciudad de Alba. Su mirada nunca vacilo sobre la de él, con movimientos eran acompasados, eran uno solo. Fadilia lo miro con deseo, lo empujo levemente hasta tenerlo tendido sobre la mullida cama. Naxos le encantaba ese juego de roles, hacerle creer que tenía el control hasta llevarla a un nivel de deseo que ella le rogaria por su propia liberación.

Se deslizo encima de él, sentándose en su abdomen. Respiro profundo, no quería acelerar las cosas, quería tomarse su tiempo, aunque podía sentir la humedad deslizándose de su cuerpo al de él.

–Tienes una hora y media querido que piensas hacer –susurro sobre sus labios sin dejarle acercarse a ellos.

–Muchas cosas que ni tú puedes imaginar –sus manos simplemente tenían vida propia. —Pero es un auténtico martirio que no me dejes probar esos labios una vez más -Fadilia sonreía al tener a Naxos a su merced.

–Pues puedes ser creativo porque tienes una hora y media, ni un minuto más ni un minuto menos –sus manos acariciaban sus muslos. Todo su cuerpo era como la seda, su piel blanca y su cabello dorado como un hermoso amanecer. Se sentía afortunado de tenerla. Fadilia acariciaba con sus uñas su abdomen, mientras él lentamente se deleitaba con sus senos, primero los roce con las yemas de los dedos. ella únicamente cerraba los ojos, su respiración aumentaba con cada caricia. Sabía que su excitación iba en aumento. Quería provocarla. Quería que todo su cuerpo explotara de pasión.

Solo por él.

–Créeme en menos de una hora estarás tan rendida que no podrás salir de pie de esta habitación – Su boca cubrió su seno, ella ahogo un grito junto a su cabello, lo sujeto con fuerza contra sí, Naxos sabía que los dioses la habían hecho a su medida. simplemente verla era una exquisitez.

–Naxos, no me tortures así –Fadilia suspiraba y jadeaba. Su lengua siempre encontraba esa zona erógena entre sus senos que la hacía enloquecer y gritar de placer, seguido abrió la boca de nuevo solo para poder amamantar de ella.

–Eres lo más delicioso que he probado –Las manos de Fadilia fueron hacia el rostro de su amante. Sus dedos jalaban su cabello para inmovilizarlo allí. Amaba esa deliciosa tortura. Naxos se sentó sobre la cama llevándola consigo encima hasta inclinarla de espalda contra la cama, poco a poco fue descendiendo por su vientre. Necesitaba probarla, era como aquel cáliz único del que siempre se deleitaba después de una batalla ganada. Era un vino dulce para su paladar.

Y era solo de él.

–Naxos, solo hazlo –No lo tenía que repetir dos veces. Tomo su cuerpo y bebió de ella. Las manos de Fadilia sujetaban la sabana con fuerza. Sabía que iba acabar pronto, así que Naxos hundió su lengua más, sus jadeos se hicieron con mayor fuerza. Quería que acabara primero en su boca. Sentir su sabor antes de hundirse por completo en ella –Naxos más, dame más –No podía dejar de complacerla, sentir su orgasmo. Templando sin más. Quiso reemplazar su lengua con sus dedos, ansiaba verla perder el control. Cuando grito su orgasmo, bebió de ella como el sediento necesitando del agua.




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