Hanae sentía como las lágrimas quemaban cada vez que se deslizaban por sus mejillas. Quería huir de allí, ese hombre, sus ojos, le aterrorizaban. Cerro sus ojos y sintió una brisa rodear su cuerpo. No quería ver donde estaba, le daba temor. ¿Cómo iba a revivir un recuerdo más? Había huido hace mucho de su hogar. Lo había enterrado desde lo más profundo de su cabeza para que este no la atormentara más.
¿No recuerda ni como logro dejarlo abandonado en su mente? ¿Cómo tuvo paz mental mientras ellas se descomponían en la alfombra de la sala?
Ahora… sentía su piel cálida. No tenia escalofríos. Levanto su rostro cuando le llego ¿El olor del mar? No podía ser. Estaba en Red bridge. Huyendo. Y allí estaba de nuevo la brisa rozando su rostro. El sonido de las gaviotas. No quería abrir los ojos. Eso no era posible. El silencio rodeaba el lugar. Tenía que abrir los ojos. Poco a poco lo hizo y se asombró. Se encontraba en la costa cerca al mar.
¿Cómo era posible?
Era una imagen digna de fotografía. Veía el mar chocar con las rocas. El sol calentaba sus mejillas ¿En dónde podía estar? Definitivamente era un paraíso. Limpio las lágrimas de su rostro y empezó a caminar hacia el mar.
Se agacho para tomar una pequeña concha que estaba en la orilla. El mar estaba en calma. El agua tocaba sus pies descalzos. Tenía un vestido largo que le llegaba a los tobillos. Era suelto, pero era un traje pegado en el torso, no reconocía el tipo de tela. Era bello. Con diferente tonos de azul. Era como haberlo sacado del mismo océano
“¿Dónde estaba?” se preguntó.
De pronto escucho un grito aterrador a su espalda. Corrió hacia allí y pudo ver a una pareja en la orilla del mar. Un hombre bastante atractivo, con una joven muy bella, sus labios exuberantes, ojos azules, rubia, sería el sueño de cualquier hombre adicto a playboy, pero cuando detallo en ella, estaba luchando tratando de huir de él, no podía verla completamente, tenía parte de su cuerpo sumergido en el agua, Hanae empezó a correr hacia ella, quería ayudarla, ella necesitaba ayuda.
Al siguiente segundo, el hombre solo utilizo más fuerza en ella y la saco del agua. Su cuerpo se paralizo completamente. No podía moverse de donde estaba, aquella joven no era humana, aquella chica tenía una gran cola.
¿Era una sirena?
¿De verdad existían? No tenía respuesta para sus preguntas. Aunque era claro que estaba luchando contra aquel hombre…
Él… Lo había visto antes, pero no lograba conectar los puntos en su mente, pero sus ojos, esos ojos eran únicos, era un tono que iba desde el gris hasta el azul mas claro. Eran bellos.
Su actitud era confusa. Él solo se reía de ella, al ver su resistencia, su temor. Lo disfrutaba. Lo que no tomo en cuenta fue el hombre tras ellos. Un hombre alto se veía fuerte, con una armadura de hierro sobre su cuerpo, con un gran puñal y una espada. Empezó a blandirla hacia la espalda de aquel hombre. Este por su parte al notar su movimiento soltó a la mujer, la que no dudo en regresar al mar y perderse en él. Cuando quiso recuperarla fue muy tarde, su rastro ya se había perdido, su rostro cambio totalmente estaba ahora malhumorado. Se quedó viendo hacia el horizonte.
Aquella mujer… la quería para sí, pero por ese humano no lo había logrado. Claramente iba hacer pagar aquel de la armadura por ello, pero mientras volteaba sobre si, el hombre de la espada aprovecho el movimiento y le clavo el puñal en el abdomen.
Hanae sintió en su cuerpo un pequeño aguijón sin tomarle importancia. Mientras aquel hombre atractivo al ver al de la armadura con el puñal en mano simplemente lo señalo. No escuchaba lo que decían. Sin embargo, su mirada se tornó siniestra, su tamaño cambio al igual que su color, soltó una risa sobre si y con un movimiento tan rápido que no lo noto tomo la espada y la utilizo contra él. Se la clavó en su abdomen y la saco nuevamente para decapitarlo. Su cabeza rodo lentamente hasta caer en el mar.
No podía dar crédito a lo que veían sus ojos. No podía estar segura allí, podía matarla también a ella. Hanae quería alejarse de allí, no verlo más. Necesitaba huir de allí. Pero algo la detenía. Sus pies no respondían. Sus sentidos dejaron de funcionar. No quería que él la notara y la atacara.
Entre tanto, aquel hombre se quedó allí, mirando el mar nuevamente. Ella no podía quitarle la vista, seguía sus movimientos, sentía temor y a la vez fascinación. El solo miraba el horizonte y caminaba entrándose a el mar de a poco. Al igual que ella. No podía entenderlo.
>> “Porque me estoy moviendo ¡Debo huir de él!” <<
—Le era imposible. Sus pasos era los de él.
¿Lo estaba imitando? ¿Le tenía que mostrar algo?
Con su cuerpo hundido en el agua hasta la cintura no lo entendía. ¿Iba a ahogarse ahora? Vio hacia todos los lados. Necesitaba correr de allí. Pero se detuvo al mirar su reflejo.
No era ella.