Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 19

La habitación en El Bastión Phokion estaba en completo silencio. Nadie se atrevía a dar un movimiento en falso al notar la clara actitud enfadada de Poseidón, el dios no había cambiado de forma aun y pensando que así podría cuidar un poco la retaguardia de ese cuarto, había doblado la seguridad. Los kidemónes estaban rodeando el túnel.

Damasén aparecido en la mañana, y ciertamente se encontraba algo inquieto, no podía salir de su guarida y a un gigante ciertamente no le agrada seguir ordenes de dioses que se creen superiores, por lo que Poseidón tuvo que comprar su silencio. Naxos solo caminaba de un lado a otro. La tensión era palpable en el ambiente, el primer eclipse no solo había dejado grandes secuelas en Hanae, quien yacía aun en el cama de aquel cuarto. Sus cicatrices aun eran notables y la fiebre no había remitido en todo el tiempo que llevaban allí. Ya había pasado tres semanas. Asclepios venía con regularidad, pero salvo él o Poseidón nadie más entraba en la habitación. Por orden estricta de Damasén.

Ciertamente no tenia idea de la presencia de Naxos en aquel lugar. Según Poseidón, había un infiltrado dentro del Bastión Phokion, por lo que se corre el riesgo de poner a todos en peligro y eso quiere decir que una vez que alguien viera a Hanae, ella de nuevo estaría en gran riesgo y no se podrían permitirlo.

—¿Qué tanto piensas muchacho? –pregunto Poseidón tomando de nuevo su forma humana, sacando a Naxos de sus pensamientos.

—En cómo acabar con esto –susurro él.

—Nadie lo puede acabar.

—¿Qué quieres decir? –Poseidón llamo la atención en Naxos.

—Está escrito que esto tenía que pasar.

—Ósea que ya sabes con exactitud que va a pasar.

—No lo sé con exactitud –Haciendo una pausa –pero te puedo asegurar que está hecho de alguna forma. Sabíamos que un semidiós iba a querer ser más que los demás. El deseo del poder sobre los que creen insignificantes, es mayor y sobre todo de alguien que piensa que el poder debe tomarse mas no ganarse.

—¿Cómo dejaron que uno de ustedes tomase tanto poder?

—El destino lo firmo de esa manera. Ya sabes… “Para reinar sobre un mundo creando tempestad y de su mano creerá el poder suficiente para someter a la criatura más débil y blah blah blah. Fue hace muchos años que ya no lo recuerdo bien–Naxos lo miro de verdad sorprendido —Por favor no hagas ningún comentario. Ya bastante he buscado sobre la tierra y todo lo que el mar cubre. No hemos estado ni cerca.

—Te das cuenta que eso sonó poético –dijo tratando de aligerar el ambiente —¿De dónde sacaste esa mierda?

—No seas inmaduro, lo sé porque pude sobornar a una de las Moiras, a Láquesis[1].

—¿Cómo sobornas a una Moira?

—Tengo mis trucos.

—Podrías decirme, tal vez algún día pueda utilizarlo.

—No te lo diría por más que me torturaran y me llevaran al Tártaro.

—Anciano…

—No insistas no te diré nada —de nuevo el silencio reino en la habitación. Poseidón se veía agotado. Naxos sabia que el tiempo corría en su contra. Tarde o temprano los iban a encontrar.

—Este lugar no va a durar en el anonimato mucho tiempo.

—¿Crees que no lo sé? —Comento completamente exhausto.

—Damasén está llamando la atención con los guardianes. Siento que exageraste algo con la cantidad de kidemónes en el túnel.

—Es necesario. De haber una confrontación ellos podrán detenerlos y podemos ganar algo de tiempo.

— ¿Crees que ellos lo harán?

— ¿Qué quieres decir? —contesto a la defensiva.

—Ellos son guardianes del Olimpo. No son ni siquiera guardianes de Atlantis. Tus guardianes. Vas a confiar de verdad en ellos.

—Debo poner mi confianza en Zeus y Hades. No tengo otra opción.

—Nunca pude confiar en Hades.

—Creo que soy culpable por su mala fama.

—El mismo se creó su mala fama. Al igual que tu al igual que Zeus. Solo que ya nadie creería nada.

—Tienes razón… —Poseidón solo se sentó y reposo sus brazos en las rodillas. Esta misión estaba siendo más complicada de lo creyó en un principio. Su mirada fue a parar hacia la cama donde reposaba su hija —¿Cómo esta ella?... –Su rostro fue hacia Hanae, viendo su brazo conectado al suero que le dio Asclepios.

—No remite la fiebre… Podrías contarme el porqué de ello…

—De nada vale traer el pasado a colisión.

—Sirve si con ello la salvas a ella.

—No lo entenderías.

—Explícate. Creo hasta en el coco lo he visto en persona —Poseidón pudo sonreír un momento fugaz. Naxos era un simple esclavo, pero lo bastante valioso para saber que su honor moriría con el antes de traicionarlo.

—No me preguntes como ella es una via de conducción sobre lo que en algún momento viví.

—Tus memorias. Lo mencionaste.

—Asi es… Ahora ella lo esta viviendo de primera mano. Asi que si lo esta viviendo de la misma manera.




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