Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 30

Ya llevaban viajando por carretera dieciocho horas. El recorrió de ese viaje parecía un túnel sin salida. Naxos estaba realmente desesperado, enfadado, hambriento y con un espantoso dolor en el culo. No habían parado. Eran las dos de la mañana, por suerte sabía que la quimera había quedado atrás. Por el momento.  Hanae por otro lado estaba inconsciente en el asiento trasero. A la mitad del camino, su mente no soporto. Hay sangre por todo el suelo del carro. No iba a morir, pero por los dioses su cuerpo no iba a soportar mucho si seguía en este estado. Habían pasado hace más de cinco kilómetros la última ciudad y no sabía que hacer realmente para poder parar ese dolor y quedaba descartada la idea de utilizar ese condenado cuerno. Naxos le hecho un vistazo por el retrovisor, sabía que no podía ignorar el hecho de que estaban siguiendo sin un rumbo fijo. Debía hacer algo, pero ese cuerno no iba a estar entre sus planes. Por lo menos aun no.

Naxos detuvo el vehículo en Pirgou. Necesitaba tener provisiones para las próximas horas, mientras tenía que curar nuevamente las heridas de Hanae. Había una pequeña estación de gasolina y mientras se dirigió a un pequeño almacén. Compro vendas, suero, desinfectante, alcohol, whisky y algo de comida, lo necesario para poder mantener a Hanae relativamente bien. Necesitaba despertarla a como diera lugar y no podía parar por mucho tiempo. Los semidioses tienen bastante trucos bajo la manga. Definitivamente no puede dejar que ganen la delantera. Miro el reloj detrás del sujeto que estaba en la caja registradora. Apenas habían pasado 15 minutos. Jugueteo con las monedas en su bolsillo viendo las gafas que estaban a un lado. Después de un momento al ver que el chico que lo estaba atendiendo no le cobraba le iba a reclamar. Aunque no alcanzo a decirle nada porque el hombre estaba totalmente paralizado. Volteo a ver de nuevo el reloj y la hora marcaba las 2:15am. Algo o alguien los alcanzo. Definitivamente no estaba solo. Miro a su alrededor, pero en ese pequeño almacén no había nadie más que el cajero paralizado frente a él.

Tomo las cosas de la bolsa frente a él y dejo dinero de más frente al chico. Se dirigió hacia la salida. Mirando hacia todos lados. No lograba identificar la presencia. Debía ser alguien poderoso no muchos lograban detener el tiempo. Sabía que Hermes. Hefesto era alguien a quien en una ocasión en una pelea de un bar lo hizo. Y…

—Hola mi bello y guapo amigo —pronuncio una voz a un lado de su oído.

—Hades…

—Cuanto tiempo mi querido Naxos –“¡Perfecto! Pensó Naxos. Allí estaba Hades, sonriendo. Naxos siempre lo comparaba con el gato sonriente de Alicia en el país de las maravillas. Su sonrisa era un gato que se comió un canario. Y lo odiaba —Naxos, no pensé encontrarte tan pronto –comento con esa misma sonrisa en su rostro, Naxos no podía creer como este dios podía actuar tan humano a veces. Era detestable

—¿A que debo el honor de tu presencia?  

—Te ves realmente bien.

—No quiero ser grosero, pero no te queda muy bien los formalismos, ¿Qué quieres? –la sonrisa de Hades se hizo mayor.

—Naxos… Naxos… Naxos… ¿Por qué la seriedad querido amigo? A caso… ¿No me extrañas ni un poco?

—No. No lo hago. Tengo que irme —Lo rodeo y se dirigió hacia el carro, pero Hades no se quedo allí. Lo siguió de cerca. Naxos odiaba que lo hiciera en el pasado y lo odiaba con seguridad ahora mismo —Te importaría dejarme.  Habla de una maldita vez lo que quieres y lárgate Hades.

—Tienes razón vayamos al grano. Te quiero a ti –eso sonó más como un susurro para Naxos, lo que envió un escalofrió que atravesó toda su columna, sabía que no debía fiarse de él. Ya lo había engañado una vez.

—Explícate.

—Antes me servías a mí –Para Naxos realmente eso no había sonado nada bien, sabía que Hades podría ser una mierda si se lo proponía y ahora mismo no podía jugar si tenía a Hanae en sus manos.

—Si… pero eso fue antes de que quisieras acabar conmigo y antes de que me cambiaras como un pedazo de carne en el mercado.

—Sabes que te equivocaste conmigo Naxos, debías cumplir con tus órdenes y no los seguiste, querías una venganza y yo quería esas almas, solo que no pensé que después de muerto tuvieras aun un corazón. Y por lo del intercambio Poseidón tenia un punto. Debía hacerlo. Espero que aun no estes resentido por eso.

—Así es… una estupidez de mi parte, eso no te lo puedo negar y por lo mismo, no te debo ninguna lealtad y lo sabes.

—Por los viejos tiempos.

—No hay viejos tiempos.

—Te has vuelto muy serio.

—Dime que quieres realmente Hades.

—No desaparecer por el momento es bueno.

—Así que ya hablaste con tus hermanos.

—Así es. Solo que ellos no saben todo Naxos… —hizo una pequeña pausa como buscando las palabras

—¿Y bien? No entiendo que quieres —No lo dejo terminar.

—Mi hija. Tengo una hija que está protegida de momento, pero la encontraran, al igual que encontraran a esta chica.

— ¿Qué sabes de ella? —señalando a Hanae.

—Lo necesario. No soy un idiota. Solo Poseidón cree que sí. El hijo de Zeus esta en su poder no podemos permitir que las encuentren a ellas.




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