Poseidón llego a su hogar, un palacio ubicado en la antigua anatolia en Turquía, ese había sido uno de sus más grandes dominios antes de que los griegos perdieran el territorio antes de Cristo y ya no les rindiera más tributo, sin embargo, seguía siendo uno de sus lugares favoritos por las vistas, era donde mejor pensaba y analizaba. A lo lejos pudo divisar una tormenta mar adentro. Ahora debía tener sumo cuidado con lo que decía o revelaba, cada día era una cuenta regresiva. La guerra que habían estimado las Moiras milenios atrás por fin iba a dar lugar. Ya no solamente era una predicción. Era algo real. Algo que definiría la historia del mundo.
En ese momento entro Anfitrite, su consorte, su esposa desde el principio de los tiempos.
—No había visto esa expresión en tu rostro desde hace milenios esposo. Asi empezaras a envejecer de verdad. —Poseidón ignoro su comentario. No tenía ganas de discutir —Hace mucho tiempo que no te veía, lo siento si no teníamos nada preparado para tu visita.
—Eres bastante considerada, pero no te molestes, solo vine aquí a…
—Pensar lo sé —comento en un tono suave. Ella de alguna manera siempre lo había comprendido.
—Sí… asi es.
—Te he notado bastante raro últimamente y eso que no nos vemos lo bastante seguido.
—¿De qué hablas? Soy el mismo de siempre.
—No. No lo eres. Te conozco Poseidón, hay algo que te preocupa. Y no hablo de ahorita. Llevas mucho tiempo con una carga demasiado pesada —Anfitrite se acerco a el y tomo su rostro en su mejilla, acariciándolo con suavidad —Puedes confiar en mí y lo sabes. Tal ves por una vez Poseidón hubiera añorado tener a alguien más para confiarle sus secretos aparte de un soldado estúpido que no sigue órdenes.
—Solo estoy cansado esposa.
—Déjalo madre sabes que de él no vas a obtener respuestas –interrumpió Tritón, entrando en la estancia, abrazando a su madre Anfitrite –Madre como siempre estas hermosa.
—Vaya hijo, muchas gracia por tu cumplido, iré a dar una vuelta siéntanse como en casa –seguido salió de la habitación. Poseidón se acercó hacia la ventana al frente de la villa, en donde podía observar el mar en toda su distinción, el sol centellaba en él, era un pequeño paraíso en la tierra.
—Hace mucho no te veía padre. Han pasado algunos siglos.
—Hace mucho que no sabía de ti Tritón.
—Lo sé, he estado recorriendo el mundo humano, sabes que siempre me ha causado curiosidad. Han evolucionado cada día mas —Le comentó con una sonrisa —Recuerdas cuando lo recorríamos juntos. Me llevabas de la mano por las calles y mirábamos cada nuevo invento. Era algo extraordinario.
—Lo recuerdo —menciono con melancolía —era tiempos mejores. Pero pude ver que ahora también haces parte de su mundo ¿No es asi? Tanto como para tener una compañía… lo sé –el semblante de Tritón se volvió un tanto serio al escuchar la mención de su padre, yendo hacia el bar de la sala se sirvió un trago.
—¿Qué has escuchado? —le pregunto dándole la espalda.
—Siempre te ha gustado las extravagancias humanas Tritón. Y no es un secreto de que tengas una de las empresas de tecnologías más grandes. Supiste sacarles provecho a ellos.
—Si lo sé. Es increíble todo lo que inventan —Menciono de nuevo con una sonrisa falsa.
—Espero que no los sigas manipulando con tus poderes, sabes que no me gusta para nada y tu tío Zeus no estaría de acuerdo.
—No te preocupes padre –añadió con una sonrisa –sabes que esas advertencias están de más; pero dime, hace mucho no pasamos tiempo juntos, ¿A dónde has estado? A ti también siempre te ha llamado la atención los humanos. Asi que imagino que te has estado divirtiendo.
—Todo lo contrario, hijo. Estuve viajando viendo nuevas propiedades cerca al mar, sabes que son mi debilidad.
—No sé por qué, no tienen nada especial. Es solo mar.
—Hijo sabes que las casas son como el mar, cada una posee una huella diferente que hace que actúen de manera diferente.
—Hablas como un anciano.
—Soy un anciano.
—¿Qué pasa padre? Escuche a madre y tiene razón. Estas extraño. Fui a Atlantis. Hace mucho que ni siquiera bajas a ver a tu pueblo. Dejaste todo en manos del regente. El pueblo debe saber que su rey aun esta presente —Con un suspiro Poseidón regreso su atención al mar.
—Ya nada es igual Tritón —le susurro —Ya las personas no nos rinden tributo, pronto simplemente acabaremos siendo polvo y ceniza y un mito sin cavidad en el mundo.
—¿Eso crees?
—Eso parece, cada día la humanidad se comporta diferente.
—Ustedes nunca hicieron nada – susurro Tritón.
—No tenemos el derecho de hacerles escoger, ellos hicieron su propia elección hijo.
—Al igual que tu padre.
—Sí, ahora solo vivo demasiado tranquilo para mi gusto.
—Podrías haber cambiado eso.
—Ya te lo dije un día, no vale la pena. Ahora solo la humanidad está provocando su propio fin, nosotros no hemos tenido que intervenir en nada. Ves a tú alrededor, contaminación, calentamiento global, guerras, desastres. Ellos siguen haciendo su propia elección. No porque nosotros queremos.