Keelan salió del Olimpo, su corazón lo sentía latiendo a mil por minuto. No había visto a Zeus con esta actitud jamás. Fue la primera vez. Lo vio vulnerable. Tritón tenía razón. Debían estar completamente asustados, por lo que sonrió en el acto, estaba cansado de ser su estúpida marioneta, había alzado la cabeza en lo más alto del pedestal peleando al lado de Zeus contra los titanes. Había sido su mano derecha y de que valió. Ya los humanos no los necesitaban y era por culpa de los malditos ancianos, nunca debieron otorgarles libertad. Los humanos no lo merecían. No merecían ni el aire que respiran. Son ególatras, egoístas, mentirosos y orgullosos, no les importa nada. Asi que porque deberían seguir vivir en un mundo asi. Keelan había pasado de tener una estatua erigida en su nombre y ser adorado a ser un simple guardia real. Sabiendo que gracias a ellos ya no habría vida.
Ahora Tritón les había dado de nuevo el poder. Van a tener la oportunidad de estar en la cima de nuevo y no lo iba a desaprovechar, era un semidiós, hijo de una hada y un humano, quien murió siglos atrás tratando de proteger a la humanidad. No iba a cometer ese mismo error. No iba a permitir volver a ser el guardia de nadie, eran semidioses, capaces de manipular a todo aquel que no fueran parte de su mundo. Eran el centro de ese mundo.
Keelan llego a la ciudad, Nashville, mirando a su alrededor se aseguró de que ninguno notara su presencia, tenía que notificar las ultimas noticias. No podían seguir perdiendo tiempo. Llego al Edificio Center, donde un skotádi le dio un asentimiento de cabeza al reconocerlo, lo dejo pasar y se dirigió al túnel donde ya se encontraban la mayoría. Griffin fue el primero en notar su presencia.
—Hasta que apareces Keelan. ¿Por qué estuviste tan perdido? ¿A caso los dioses te contrataron ahora como chofer imperial? —comento riéndose de su propio chiste.
—No me molestes Griffin.
—¿Oh qué? ¿Qué vas hacer? Llamar a mami y desplegar un bidibi badidi bu.
—¿Qué me crees Griffin? ¿Piensas que soy igual a ti llamando a mami? –le contesto y paso junto a él empujándolo por el hombro, Griffin se volvió para golpearlo, pero la voz de Rinott a su espalda lo detuvo.
—Detente Griffin, tú lo provocaste.
—¡ÉL!
—¡Cállate! —Le ordeno Rinott —Te lo buscaste así que no empieces con tus niñerías –caminando hacia el centro de la habitación se detuvo mirando a Keelan.
—Guardián –menciono mirándolo de arriba abajo –Es un gusto verte aquí.
—Rinott —con un asentimiento de cabeza. Observando con el seño fruncido el gesto de Rinott —¿Qué te trata esto Rinott? ¿Una inspección de apariencia?
—Dime algo guardián —menciono ignorando su comentario —¿Por qué deberíamos confiar en ti?
—¿Por qué deberíamos confiar en ti Rinott?
—Contesta guardián.
—No respondo ante ti Rinott, respondo ante Tritón.
—Pero aquí el jefe soy yo, así que no me provoques guardián por qué puedo hacer que te partan por pedazos sin dejar un mínimo rastro de ti —Comento molesto.
—No te tengo miedo Rinott, he peleado batallas aun cuando estabas en pañales.
—Vaya, vaya, vaya Keelan estas aquí, que sorpresa –anuncio alegre Tritón apareciendo entre las sombras.
—No creo que sea una sorpresa para ti Tritón.
—No lo es, sabía que ibas a venir.
—Lo sé. Lo supuse —Tritón soltó una risa viendo el rostro de inquietud en los demás.
—Me gusta ese efecto dramático ¿Dime tienes algo para mí?
—Lo tengo —contesto con una sonrisa.
—¿Lo tienes? –pregunto Adonia dando un paso al frente.
—Así es. Zeus demando tener la lista de todos los semidioses, además de estarlos vigilando. Las 24 horas.
—¿Nos van a vigilar? –pregunto Adara —¿A cada uno?
—Eso parece –contesto Keelan —Ahora tengo que encontrar un grupo de guerreros. Los mas confiables entre el Olimpo.
—Eso es lo más estúpido que he escuchado en mi vida —Comento Adonia
—¿Algo más? –pregunto Tritón ignorando a Adonia.
—Sí, mando a llamar todas las tropas del Olimpo.
—¿Qué quieres decir con que llamo a las tropas del Olimpo? –pregunto Adonia.
—Por alguna razón, Zeus cree que se viene una guerra. Está perdiendo la razón.
—¡Qué bueno! –contesto Tritón.
—¿Qué bueno? –Pregunto Adara – ¡Miles de soldados estarán tras nosotros!
—No lo estarán –respondió Rinott con naturalidad.
—¿Dinos por qué Rinott? Adara y Adonia tienen razón –interrumpió Basil –somos nosotros contra un ejército.
—¿Qué beneficios tendremos Rinott? –pregunto Caesar.
—Díganme queridos míos, ¿Creen que solo seremos nosotros peleando contra los ancianos?
—Además primero los van a vigilar. No se alarmen —menciono con aburrimiento Rinott.
—¿Qué quieres decir con que solo nos vigilaran? Es que acaso no lo ves. Un maldito ejército. ¿Nosotros que tenemos? ¡¿Quién más estará?! –Pregunto Adonia –Uno o dos Skotádis.