FREDRIK
Según mis planes, aquel día permanecería en casa hasta el siguiente día.
En su lugar, había ido a la compañía por provocaciones ajenas. Estaba en mi sitio de trabajo, y sosteniendo el brazo de una mujer después de hacerle una pregunta, la cual en ese tiempo ni siquiera yo sabía la respuesta. Tampoco conocía el deseo que me motivó a mencionar tales palabras.
—Disculpe… ¿Qué dijo? —Pronunció Charlotte, con una expresión en su rostro que me daba a entender desconcierto.
De no ser porque era una pregunta que también me confundía, hubiera disfrutado la expresión en su rostro. Ambos guardamos silencio, yo intentando responder a mi pregunta, ella atenta ante mi mirada fija.
—Joven Fredrik. —Se escuchó el eco de la voz de Bastián en todo el piso. Desvié mi mirada de los ojos de Charlotte y la enfoqué tras ella.
Dejé en libertad el brazo de la peli roja y llevé mis frías manos a los bolsillos de mi pantalón.
—¿Qué ocurre? —Pregunté.
Bastián estaba en frente de las puertas del ascensor. Caminó con paciencia hasta estar a un costado de Charlotte, la cual no se dio la vuelta en ningún momento.
—Su padre lo solicita en presidencia. —Informó calmado.
Desde que tengo memoria, Bastián siempre se había comportado conmigo como solía hacerlo con mi hermano. Sé que ello no era debido a que mi progenitor sea su jefe. Fue porque yo también era un ser humano.
Cosa que muy difícilmente comprendía mi tutor legal.
—Entiendo —Desvié mi vista hacia la tímida Charlotte y aparté la carpeta de su mano. —. Puedes irte a casa. —Mencioné antes de encaminarme hacia las escaleras junto a Bastián.
Mi padre había permanecido fuera de la ciudad por un año. Evitando el dolor, imagino. Desde entonces, me he mantenido en la empresa por mero desinterés de su parte.
Supuse que aquel era el momento en el que me desidia, y me volvía a recordar mi matrimonio con Raquel.
Al llegar a presidencia junto a Bastián, él aguardó en la puerta y me comunicó que pasara. Abrí la puerta entreabierta con mi cabeza y miré al viejo tras su escritorio, con su mirada enfocada en su computador portátil.
—¿Qué se te ofrece? —Cerré la puerta con mi pie derecho y permanecí inmóvil frente a él. Con una mano guardada en mi pantalón y la otra sosteniendo la carpeta.
—¿Pretendes que mi empresa se convierta una corporación para contiendas ilegales? —Levantó su mirada mientras dejaba sus brazos apoyados a la mesa. —Acaso crees… ¿Qué puedes destruir mi inmueble?
—Si te preocupa la puerta ponle una cortina.
Si, ahí estaba esa mirada. La que me decía que era un aborto fallido. Ojalá en aquel entonces hubiera podido detallarla más a fondo.
Imaginé que, para una persona con una vida llena de logros, su única derrota fue tenerme como hijo.
—Luca es el hermano de Raquel. Es tu futuro cuñado y sucesor de la empresa de moda —Se puso de pie. —Dime, Fredrik… ¡¿Quieres arruinar nuestra unión?!
Volvieron los gritos. ¿No era cautivador?
—Las negociaciones con los inversionistas de medio oriente fallaron debido a problemas colaterales —Informó preocupado. Cosa que pudo haberse evitado si me hubiese escuchado. —Hemos perdido miles de dólares. Dime, Fredrik ¿Crees que estamos en el lujo de permitirnos tus sandeces? —Se encaminó hacia mi posición. —. Ve y discúlpate con Luca. Ahora nuestra única opción para no vernos en la obligación de rebajar nomina, es la unión de las empresas.
Dejé salir una risa irónica.
—Eso no va a suceder. —El hombre se estacionó frente a mí, a unos pocos centímetros. Bajé mi mirada para verlo a los ojos y reafirmar mi carácter.
—¿Quieres que miles de personas sean despedidas por tu culpa? —Él no apartó la mirada de mí. —Acaso… ¿Crees que tienes voto en este lugar? —Su voz sonó retórica.
—Imagino que, la persona que tiene el 30% de acciones de esta compañía pueda darse ciertos lujos. —Ante mis palabras, su mano se alzó para golpear mi rostro con una bofetada.
—¡Esas acciones no fueron otorgadas por mí! —Su voz desprendió enojo. Y mi rostro, se topó de perfil mientras sentía mi mejilla arder. —¡Fue un simple capricho de tu hermano!
Volví a observarlo con mi actitud indiferente.
—Tu matrimonio con Raquel se adelantará —Su rostro emanaba tanto enojo, como frustración. —. Así que dirígete con Luca y discúlpate. No nos podemos dar el lujo de permanecer con malas relaciones con la futura crisis. —Se dio la vuelta y caminó hacia su escritorio.
Siempre se trató de eso. De dinero.
Ni siquiera puedo recordarlo presente en mi cumpleaños.
—Te espero a las 8 en el departamento de Raquel.
Me di la vuelta y abrí la puerta.
—Algo mas —Habló a mis espaldas. —. Esa niña que trabaja para ti. La quiero fuera de la empresa. —Declaró.
De nuevo, una risa sin sentido salió de mi boca.
—Dame una razón válida. —Solicité.
—Estoy consciente que ella ha sido la causante de tus disputas con Luca —Dijo desinteresado. —. Hasta la llevaste a ese lecho que creó tu hermano —Ofendió, a lo que yo respondí dándome la vuelta con enojo. Me encontré con su mirada retórica. —. Tú te casaras con Raquel, eso es un hecho. Por lo tanto, si piensas que puedes estar enamorándote de cualquier persona y poner en peligro mi empresa, estas muy equivocado. —Se sentó. —. Si no te deshaces de ella, me veré en la penosa obligación de hacerlo yo. —Amenazó.
En ese instante no entendí el por qué aquellas palabras me habían enfurecido. Imaginé que, cuando sabes que alguien es buena persona, sabes que no se merece algo así.
—En el momento poseo las mismas acciones que vos —Hablé. —. Si quieres su despido está bien. Pero tienes que estar de acuerdo en renunciar a tu cargo de presidente. Arturo y Sebastián estarán complacidos en ayudarme —Me di la vuelta. —. Puedo ganarme la confianza de los demás accionistas y citar una votación. —Abandoné la oficina y cerré la puerta.