<< En todas nuestras investigaciones, la única cosa que hemos descubierto es que solo la compañía de otros hace soportable el vacío -exclamó un hombre de edad avanzada. Sonriendo entre una barba enmarañada -. Espero algún día lo entiendas Phine. >>
Phine miraba el techo de su hogar mientras recordaba, una y otra vez aquellas palabras de su padre le arremetían. Aquel hombre había sido condescendiente en vida, sin embargo, esas oraciones habían sido con una intención distinta, algo que ella no lograba comprender. Pero era una mujer adulta para pensar en palabras de personas muerta, aun así, no podía evitarlo.
Con un movimiento brusco se sentó sobre el sofá, no tenía tiempo para relajarse y respirar profundo, debía despejar su mente. Miro a su alrededor para tomar sus cosas y salir rumbo a la que serían sus pruebas como Militum. Dio una última mirada a su solitaria casa, la razón principal para no pasar tiempo ahí.
Placitus Prime era una de las tantas colonias espaciales que albergaba vida humana, tenia una paleta de grises colores y un tráfico denso, en el que ella no tardo en quedar atrapada junto a su motocicleta propulsora. Aduras penas alcanzaría a llegar a su prueba de admisión, tenía que ser puntual, pero en una metrópolis como esa era casi imposible.
– ¡Ah! ¡Me harta esta ciudad! –Dio dos golpes a un costado de su casco y empezó a acelerar–. Debería ser más fácil.
Paso por entre los autos con rapidez, a lo lejos se veía una estela de humo que detenía el tráfico mientras una voz se escuchó por los altoparlantes de la calle dando un aviso:
<<SCR-Piscis, asignado. Cadete 004. Funcionamiento, retorno de tránsito terrestre>>
Los autos no tardaron en moverse, Phine acelero sin más rumbo a aquella estela de humo, no podía perder la oportunidad de tener su SRC, su propio robot de combate.
Estacionó su moto cerca de la entrada. Se disponía a correr hasta la sala de recepción, pero un pequeño escalofrió recorrido su cuerpo y una mano se apoyó en su hombro, haciéndola detener.
–Llegas tarde, Rivas –dijo un hombre de gruesa voz.
–Capitán Eliwood... –El hombre paso a su lado hasta quedar frente a la puerta de la sala–. Lamento la tardanza, yo...
El hombre hizo un gesto de silencio que Phine obedeció. Aquel hombre la había instruido desde que tenía 16 años, conocía sus reacciones y la forma de excusarse, incluso desde mucho antes.
–No tienes que disculparte, desde ahora es tu responsabilidad la puntualidad y respeto a tus superiores, cadete Rivas. –Empezó a abrir la puerta, pero Phine lo detuvo del brazo.
–Gracias señor. –Sonrió con gentileza la joven.
Eliwood la miró con sorpresa, pero solo negó en su acto de aguantar la risa de aquella inocente acción.
-Que sea la última vez que te ayude.
Eliwood entro seguido de Phine, no había persona que no lo conociera dentro de la institución. Un hombre de 45 años, instructor y ex pilotos de los Militum podía acceder a cualquier cosa y eso cualquiera lo sabía muy bien.
Phine miraba todo con cautela, era la primera vez que estaba dentro de la institución y le parecía fascinante. El capitán suspiro al verla y aclaro su voz antes de dirigirse con la secretaria.
–Capitán Eliwood, he traído a la cadete 007 a su inspección. –Indico a Phine que pasara al cuarto mientras arreglaba los papeles-. Esta lista para la operación Nuovo.
La mujer asintió para ingresar junto a Phine con un cumulo de papeles.
–Necesito que firme todo el consentimiento y quítese la ropa –exclamó la mujer sin reparo, ignorando el ruborizado rostro de Phine-. Empezaremos por su examen físico.
No tuvo mas remedio que acceder ante eso, debían medir su nivel físico tanto como compostura corporal. Le tranquilizaba de cierta manera que fuera computarizado donde lo primordial para ella era el resultado antes que mostrar su cuerpo.
Las pantallas escaneaban en planos el cuerpo de la joven, especificaban sus niveles de resistencia y masa muscular. Eliwood podía ver a través de una pantalla los resultados y el dibujo técnico, su aprendiz estaba en óptimas condiciones para iniciar el proyecto.
La mujer procedió a medir con cinta la cintura y le busto de la joven, cosa que parecía incomodar a ambas. Era una técnica primitiva, pero servía para hacer los trajes o acomodar el SCR.
–Está bien para los SCR, puede vestirse. El capitán la esperara fuera, debe dirigirse a la sala de operaciones.
La joven dejo caer la poca ropa que había tomado, nunca pensó pasar el examen tan pronto.
–Eso quiere decir...–tartamudeó.
–Ya que paso sus exámenes psicológicos anteriormente, está dentro. Felicidades. –Manifestó la secretaria.
Phine no tardo en firmar los papeles restantes aun desnuda, estaba alterada y emocionada ante la respuesta que no midió sus acciones. Se vistió con prisa antes de salir del lugar donde Eliwood la esperaba. Su siguiente parada fue una sala fría, metálica y con un ligero olor a anestesia donde ambos debían esperar.
– ¿Asustada? Niña –preguntó Eliwood apoyándose en la muralla.
-Hace meses que pase el examen psicológico y ahora el físico, ¿a qué podría temer?
–No se trata solo de temer, Phine. Sabes de ante mano la carga que conlleva luchar –suspiró cansado. Sobándose el cuello y tocando aquel aparato que la joven tanto quería–. Un I.H.P duele después de años.
Phine suspiro agachando su cabeza, desde niña quiso pertenecer a los Militum como su padre, aunque este era un mecánico de SCR. Dentro de su mente todo pasaba tan rápido que no le quedaba mas que estar feliz y servir a su causa, el deseo de su padre y el propio. El capitán entendió con solo mirarla, aunque era su responsabilidad al ser su cadete no podía forzarla si decidía desertar, aquella era una joven de 20 años con un futuro por delante. Eliwood atino a darle unas palmadas en la espalda, no podía demostrar algún sentimiento paterno por ella, era su instructor.