Eileen Tonks y el niño que sobrevivió [1]

I.▬ Ten years later

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I.▬ DIEZ AÑOS DESPUÉS

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Era una mañana soleada en la pradera de Wenley. En la casa de los Tonks había un gran ambiente, su hija mayor Nymphadora estaba emocionada por haber sido aceptada en la academia de aurores y sus padres estaban contentos con eso, muy orgullosos de su hija. En la habitación más alejada, la más pequeña de la casa, en la que solo había una cama individual y una mesita dormía la pequeña niña de once años, Eileen Tonks.

No era una sorpresa para nadie que a la pequeña niña siempre le darían las sobras de todo lo que su hermana dejaba, por lo menos no vivía en un sótano.

Andrómeda Tonks estaba muy molesta, hace media hora debería haberse despertado pero la niña seguía durmiendo.

— Arriba, levántate ya

Eileen se despertó frotándose los ojos, ya era algo habitual en su vida despertarse con esos gritos.

Su madre chilló una vez más. Eileen luego oyó sus pasos caminar el largo pasillo para, supone, ir en dirección a la cocina. La niña se sentó en una esquina de su pequeña cama, trataba de recordar más de su sueño, había un gran perro negro muy alegre. Fue un sueño bonito, y no se le escapó el que había soñado eso en días anteriores.

— Mamá quiere saber si ya estas levantada, squib— Nymphadora, su hermana mayor, toco a la puerta y con su voz burlona le habló

— Ya voy

— Apúrate, squib, ella quiere que limpies el salón y vigiles la cocina. Quiere que todo sea especial en mi día

Eileen suspiró.

Cada años, sus padres, le hacían a Nymphadora un "día especial" consistía en regalarle obsequios y llevarla a pasear por varios lugares por sus "maravillosas" notas de Hogwarts y ahora sus padres están más contentos por su reciente ingreso en la Academia de Aurores.

¿Cómo lo había podido olvidar? Eileen se levantó y comenzó a buscar unos zapatos. Encontró un par a un lado de su cama, se los puso.

Cuando estuvo vestida salió de su habitación, caminó por el largo pasillo y bajo las escaleras para así poder llegar a la cocina. La mesa estaba casi cubierta por los muchos regalos de Nymphadora. Ella había conseguido una nueva varita, más golosinas de Honeydukes y varios libros de los Aurores más reconocidos del siglo XX.

Eileen bufó al ver la nueva varita de Nymphadora, la antigua no tenía nada de malo y al oír a su hermana alardear de que la nueva era aun más poderosa tan solo sintió miedo, Nymphadora solía usarla como el conejillo de indias de sus trucos.

Eileen tenía la cara delgada, estatura baja, cabello negro y ojos de color grises oscuro. Siempre suele llevar el cabello recogido en un moño, lo que hacía que Nymphadora se lo jalara muchas veces. A pesar de ser tan pequeña, a Eileen le gustaba su apariencia, se encontraba diferente a sus padres y eso le encantaba.

Mientras vigilaba la cocina, su padre entró y al verla tan solo le gruño, ignoró ese hecho ya que así era él. Cuando no la insultaba y/o despreciaba solía gruñirle, cuál perro en rabia.

Eileen seguía vigilando la comida mientras su hermana contaba sus regalos. De un momento a otro el rosado cabello de Nymphadora pasó a ser de un rojo intenso y eso solo significaba una cosa. Nymphadora está molesta.

— ¡Tengo dos regalos menos que el año pasado!— se quejó, echándole una mirada a sus padres—. ¡Y tengo menos dulces, también!

— Amor, no has contado el regalo de Charlie Weasley

— Igual me falta uno— dijo Nymphadora, aun con su cabello color ojo

Eileen presentía los gritos de su hermana, estaba a punto de estallar, siempre lo hacía cuando estaba enojada así que una vez servida la comida, comenzó a comer lo más rápido que pudo para que así no se enojara con ella.

Andrómeda, su madre, al parecer también sintió los gritos y el peligro, porque dijo rápidamente:

— Recuerda, Dora, que vamos a ir al Callejón Diagon y ahí te compraremos mas regalos

Nymphadora pareció pensarlo un poco y finalmente cedió. Eileen odiaba eso de su hermana, siempre se estaba quejando y parecía actuar peor que una niña de cinco años, a pesar de tener dieciocho años.

En ese instante se escucho un golpe en el salón y Andrómeda fue a ver quien había llegado. La Red Flu es uno de los transportes más comunes de los magos. Mientras Eileen y su padre, Ted, miraban a Nymphadora, que estaba haciendo levitar un jarrón que estaba cerca.

Nymphadora estaba rompiendo el envoltorio del regalo de Charlie, cuando su madre entro muy contenta junto a una señora pelirroja.

— Buena noticias, Ted— dijo Andrómeda—. La señora Weasley ya está aquí para quitarnos de encima a esta squib— cabeceó en dirección a Eileen

Nymphadora saltó de alegría y su cabello volvió a cambiar de color, pero el corazón de Eileen dio un vuelco de terror. Cada año, el día de Nymphadora, sus padres llevaban a su hermana a pasear por todo Londres mágico. Cada año, Eileen se quedaba con la Señora Weasley y su familia, conformada por ella misma; su esposo, Arthur, un hombre obsesionado gravemente por los artefactos muggles; y sus siete hijos. Eileen no soportaba ir allí. Siempre estaba Ron, el hijo varón menor de la familia, un muchacho pelirrojo y pecoso que siempre estaba molestando y golpeando a Eileen, y también estaba Ginny, la última hija del matrimonio Weasley, una niña pelirroja con muchas pecas que también la humillaba, para su corta edad. Y los dos adultos, el señor y la señora Weasley, se concentraban en alentar a sus hijos a ser malos con ella y hacerla ir con los gnomos del jardín, que siempre la mordían o le hacían moretones, además la hacían limpiar la Madriguera y la insultaban.



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En el texto hay: magia, hogwarts, harrypotter

Editado: 04.12.2019

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