El acertijo de tu rostro - by Muv

✽ Capítulo 5 ✽

….

Los pitidos que se filtraban en mi capacidad auditiva fueron la principal razón por la que decidí abrir los ojos. Antes de ver en dónde me encontraba, ya lo sabía, a pesar de la poca lucidez que tenía y lo desorientado que me encontraba.

Estaba en el hospital. De nuevo.

Sabía que los ataques habían vuelto. No recordaba el por qué me había desmayado una vez más, pero no era como si me importara mucho. Era increíble la cantidad de veces en las que me encontraba en estas situaciones, en las que la lipotimia [1] hacía una de sus apariciones. Los doctores llegaron a preguntarse el por qué de esos ataques repentinos que me llevaban a la inconciencia por lapsos largos o a veces cortos de tiempo... Era causado totalmente por el estrés y la ansiedad que consumía mi realidad día tras día, no había ninguna otra verdad que no fuera esa.

Puede que me encontrara en una profunda y amarga depresión. Aceptarlo era difícil, mucho más si sabía el motivo y el por qué. Saber y aceptar era difícil, pues podía saber que lo padecía y no querer aceptarlo, pero mi caso era tan ridículamente obvio y cruel que hasta el más sordo podría escuchar los quejidos de mi alma despedazada y hecha añicos, como los cristales de un jarrón caro reconstruido de vidrios rotos; lucía elegante y correcto a la vista, pero al final no era más que basura pegada con el inservible y poco consuelo y lástima que sentía por mí mismo.

Era patética la situación.

Yo era patético.

A mi alrededor no había nadie, me encontraba solo. Las enfermeras de seguro no se habrían enterado aún de que había despertado. Y la soledad nunca fue tan poco bienvenida como en ese momento. La ausencia que había dejado Natalie era tan palpable como las sabanas frías del hospital que trataban de calentar un ser que había perdido toda calidez en su interior.

¿Habría sido un sueño? ¿Realmente ella era real?

Las especulaciones de las noticias sobre los supuestos abusos respondían las preguntas. Pero incluso así, todo parecía sacado de la realidad, pues ella era el lugar fuera de este mundo que me había acogido en la calidez de su corazón sin ninguna duda o mirada de incertidumbre a mi necesidad de afecto, ella simplemente parecía dispuesta a dar todo lo que poseía para inconscientemente curar todas las heridas de un hombre desamparado como yo.

El llanto creció dentro de mi y fue representado por lágrimas ácidas cargadas de odio, prepotencia, ira, dolor, amor… Me tapé la boca para que mis sollozos no fueran tan escandalosos, pero era imposible, solo logré empapar mis palmas del jugo amargo de la desilusión subiendo más el volumen de mis sollozos.

¿A dónde te has ido Natalie? Vuelve, te necesito…

Las enfermeras entraron, encontrándome en esa situación tan deplorable y lastimera. Chequearon algunas cosas a mi alrededor, no les presté mucha atención. Trataban de calmarme, pero mi histeria no dejaba que pudiera entender lo que decían. Sólo capté cuando me sujetaron y una aguja fue clavada en mi cuello.

Las lágrimas nunca terminaron, siempre siguieron ahí, corriendo como ríos, aunque ya no sentía los nervios recorrerme el cuerpo, de seguro por el calmante, no hubo nada que calmara el sufrimiento de pérdida.

Negro.

Mi vida siempre estuvo dividida en estaciones en las que mi mente se desenchufaba como a un aparato tecnológico. Nunca fue mi decisión el vivir de la manera en la que lo hacía, o más bien como se me había impuesto.

A medida que crecía se me fue establecido un qué, un por qué, cuándo y cómo. Todo estaba al alcance de mi vista, para tomarlo y convertirme en el exitoso hombre que todos sabían que sería. Yo no pedí ser grande, ni alguien importante. Y aunque todo pareciera bonito, la realidad era que entre más alto llegas más escaso es el aire para respirar.

 

 

- ¡Dylan, ven a jugar! -grita uno de los niños que van pasando por frente de la casa. Veo a un yo más pequeño sonreír al verlos y voltea a ver a mi madre mucho más joven con una mirada significativa.

-No has terminado de aprenderte esta escala, no puedes jugar aún. - dice con el retintín característico de cuando se reprende a alguien. Solo me dediqué a asentir y volver la vista al piano enorme para mi cuerpo de cinco años.

Recordaba ese día. Fue uno de los primeros días en los que me quedé en casa ya sea para estudiar o más clases de piano con la instructora o con mi madre.

Luego de un par de meses con la misma rutina: me invitaban a salir, yo decía que estaba ocupado, me quedaba hasta tarde estudiando, aunque mis clases no fueran en la escuela si no en casa, pues mamá solía decir que se ganaba más tiempo si no perdía yendo a ese lugar... Luego de eso, nada volvió a cambiar, las rutinas eran las mismas, convirtiendo mi vida desde tan pequeño en una monótona lista de quehaceres y deberes. Lo único que cambió fue que ya nadie pasaba por mi ventana y se paraba a preguntar por mí. Los niños que antes eran mis amigos, se volvieron desconocidos. Y yo, bueno, tiempo después, me convertí en una estrella de música a nivel mundial, con una mansión enorme, anillos, autos de cualquier color, mujeres hermosas... con todo a mi alcance con un solo chasquido, pero nada que calentara los fríos suelos de "mis casas". Nada ni nadie a quién llamar hogar. Y sólo hasta ahora me daba cuenta que mis padres, la instructora, los amigos perdidos... todos habían sido parte de mi condena hacia la más triste soledad.

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[1] Lipotimia:  No es una enfermedad, es más bien utilizada para decir desmayo en una manera un poco más formal. A muchas personas, las emociones fuertes como la ansiedad, el exceso de calor, la fiebre, permanecer en un sitio cerrado o el estrés les puede producir lipotimias.

Querido lector:



#29041 en Novela romántica

En el texto hay: musica, romance, drama amor

Editado: 23.12.2021

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