El Acido Amor

Reviviendo

Que puede hacer solo una chica de 20 años, sin planes y los sueños desvanecidos, que aún no sabe si el mundo es raro o solo es ella. 

Cada mañana salgo a ver el amanecer, me recuerda que estoy viva y no es una simulación pactada por seres superiores. Estoy recordando aquellas heridas que yo misma me cree, era un chico lindo pero jamás me di cuenta hasta... bueno, ya todos conocemos el dicho. 
Les contaré un poco de mi historia, una historia ácida como el limón o tan ácida como somos ahora los jóvenes, somos como el lsd, cuatro horas de un buen trip y las horas restantes esperando a que solo pase y termine. Es mi primer día de trabajo en un restaurante cómo mesera, es de media categoría a mi parecer, todos son muy amables, en gran mayoría son hombres y la verdad del porqué, es porque la dueña es machista, cuenta la historia que su esposo le era infiel con las meseras y un día Doña Andrea lo encontró en el baño de clientes teniendo relaciones con la mesera nueva, bastó con eso para tachar a todas y de tener rencor por las empleadas de ahí. 

Para mi buena o mala suerte soy de las tres únicas mujeres afortunadas de trabajar ahí.
A pesar de las dificultades económicas por las que estoy pasando y los problemas en mi cabeza, el trabajo hace que se me olviden, me empieza a gustar estar ocupada todo el tiempo y sin tanto tiempo para pensar en mi vida personal.
Ha pasado una semana y es mi hora de comida, junto a mi se sienta un compañero totalmente desconocido, Adrián, recuerdo haberlo visto un par de veces pero no había reparado en él más de una ocasión, me pregunta cómo me siento y si me esta gustando el lugar, conversamos un poco y descubro que el también es nuevo en el lugar, me cuenta que no tiene tantos conocimientos de los alimentos y por fortuna yo puedo ayudarle con eso, ya que me dieron una amplia capacitación y estudié cada uno de ellos, me ofrezco a ayudarle y le paso mi número telefónico. Se nos pasó la hora de la comida hablando y sin más regresamos cada uno a nuestras labores. 

También me  hice amiga de Hector el capitán, aunque parece que le gustó, tiene los mismos gustos que yo en cuanto a música y al arte, nos volvemos muy buenos amigos y siempre nos la pasamos bromeando, hace que mi turno se vuelva más grato.

Al siguiente día veo entrar a Adrián, no me había detenido a ver su rostro con detalle y realmente tiene unos ojos preciosos, unos ojos color miel y un lunar cerca de los labios que lo hace más atractivo y vaya que sus manos son hermosas, me da los buenos días y se va al cambiador. 
Atrás llega Héctor quien abre las puertas principales del restaurante, me invita a desayunar y por primera vez me invita a salir el fin de semana, realmente no tenía nada mejor que hacer y se me hace un buen hombre, así que acepto la salida.
Llego a casa después de un día largo de trabajo, miro el reloj y son las 8 de la noche, mi hermana está en la cocina aprendiendo a cocinar, hace años que no vivimos con nuestros padres, solo somos ella y yo en esta ciudad tan grande. Mis padres se fueron a vivir cerca de un puerto junto a mis otros 3 hermanos. Al no poder conciliar el sueño tome el celular, pongo un poco de jazz me pongo a navegar por la red y de repente me llega un mensaje inesperado, veo que es de Adrián y realmente no me sorprende ni me interesa.




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