Capítulo 2
Dalia
Estaba detrás del árbol, y se tuvo que haber quedado ahí.
Pero, definitivamente puedo descartar la posibilidad de que sea un hombre lobo.
Probablemente es un vampiro, tiene sentido que este en estas zonas en la que los rayos solares no llegan.
—Ale-aléjate —¿Estaba tartamudeando? Si, ¿tenia miedo? Si, pero no de lo que sea que el sea, si no de la posibilidad que este imaginando todo esto... de la posibilidad de haber quedado loca.
Seguro que es eso, no iba a salir ilesa del accidente.
—¿Entonces hablas? Entonces no eres ni sorda, ni muda. Que falta de respeto.
Pero, el también habla.
Y digo "él" porque es un pronombre personal con el que pretendo que mi mente lo relacione a su figura.
Su extraña figura... tiene una camisa sin mangas color ¿Qué color es?, su camisa tiene múltiples rasgos de suciedad que ha estado en ella por un largo, un largo periodo de tiempo.
Sus jeans se ven desgatados, al igual que el cinturón que trae sobre la parte de la cintura de estos. Sus zapatos, tienen muchas señales de estar desgastados pero veo que no quieren irse de este mundo, su resistencia se los impide.
Y su cabello, su cabello esta de una forma en la que no lo había visto antes.
Creo que son mis fatales visiones, o mi mala vista pero su cabello es negro con ciertas partes que le marcan brillo.
Pero en 2 palabras: Tiernos colochos.
Así, es lo mas breve que se puede describir su cabello.
Son fuertes, oscuras pero pequeñas cascadas que caen sobre su rostro... llevándome a ver sus ojos.
Son profundos, guardan misterio queriendo ser liberado y a pesar de no haber mucha luz presente en el ambiente sus ojos son azules.
Pero un bello azul cristalino.
Y no podía seguir viéndolo como sea que lo he estado viendo, decidí seguirle en cuanto a lo que dijo: "Creí que eres sordomuda".
No me malinterpreten, pero entiendan mi punto vista: Venia por vacaciones familiares, el accidente paso pero logre salir del cañón del sueño eterno, decidí buscar otro lugar para pasar la lluvia antes que los bordes de la carretera, y ahora estoy frente a un perfecto desconocido.
Lo que me queda, es moverme antes que venga la lluvia y lejos de este desconocido.
Solamente había olvidado un pequeño, muy significativo y doloroso detalle: mis heridas.
Fue realmente mucha suerte, haber caminado desde la carretera hasta lo que sea en lo que estoy no se si podre continuar moviéndome.
—Ahora ya veo porque estas en mi cama —Dijo acercándose, mientras miraba mis heridas—, necesitan ser limpiadas, niña.
Ignóralo.
Ignóralo.
Se supone que no hablas, haz lo que puedas.
Y eso hice, solo seguí intentando pararme mientras me apoyaba del tronco.
Y lo logré.
Pero volví, a caer.
—Así que, te llevare al rio para que te limpies —me mira de pies a cabeza, y luego volvió a dirigir su mirada a la mía—, todas esas heridas y por lo que veo muchas son dolorosas.
No dije nada, no hice nada, pero no sabia en donde posar mi mirada.
- ¿Tomo eso como un si, o te iras en busca del rio y lejos de mi refugio? —Pregunta.
¿Este era su refugio?
¿De qué?
¿O quién?
No importa, no puedo levantarme e irme sola por mas fuerte que me crea pero tampoco puedo permitir que el me lleve al rio.
Somos desconocidos en un ambiente que es desconocido para mi.
Comencé a mover uno de mis brazos, de manera oblicua y constante para darle a entender que estaba interpretando al movimiento que hacen las aguas de un rio.
—Ya no juegues, te escuche hablar. No eres sordomuda. —Dijo, pero yo esta decidida a que no iba a hablar.
—No hablaras, bien. No te puedes mover, bien. Te cargare y te llevare lejos de aquí, ya que no necesitas mi ayuda. —Hizo lo que dijo coloco su brazo bajo mis piernas, y el otro sobre mi espalda y comenzó a caminar llevándome cargada en sus brazos.
Puedo ir al rio, y aliviar un poco mi preocupación en cuanto a mis heridas... pero tendré que hablar.
Interactuar con un desconocido.
Pero no todo es terrible, también es misterioso.
Las fracciones de su rostro me causan cierta incertidumbre, su ropa me dice que ha estado mas de una semana aquí.
Mas de una semana, sin todo lo que uno puede tener en su hogar y aun así su rostro es la evidencia de perfección.
Y mis heridas, son la certeza que no puedo seguir con esto.
- No soy sordomuda, y mis heridas están ardiendo. Quiero ir al rio, para lavarlas. Okey, ganas pero ya llévame. Estos dolores, me están sacando de mi trance.
Dije mas de 20 palabras, tan rápido y sin ninguna clase de pausas que tuve que tener unos momentos para agarrar aire.
—Lo sabia. —Dice, sonriente.
—Pero, puedo caminar. No es necesario que me lleves cargada.
Se que creen que el problema conmigo es que soy lo peor en persona, porque no agradezco que me están ayudando.
Pero están en lo incorrecto, hay muchos problemas en mi.
Y ese no es uno de ellos.
—Si pudieras, lo hiciera. Pero no quiero que arruines el sonido del silencio con tus quejidos. —El es una caja llena de groserías.
—El sonido del silencio. —Bufé.
—¿Qué? ¿Algo que me quieras decir, con respecto a eso?
—Cállate mejor. —Dije, mientras esperaba lo mas pronto posible ver al rio que el se refirió.
—Tu cállate. —Dijo.
—Tu ya te habías callado, y yo seguiré hablando porque aquí no hay nadie que me diga que hacer.
—Niñita malcriada. —Bufó.
—¿Cómo me has llamado? —Pregunté.
—Si ya te lo habían dicho antes, ¿para que me preguntas a mi? —Ni si quiera, lo vi cuando dijo esto porque mis ojos estaban concentrados en las aguas cristalinas del rio.
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romance intenso, misterio y suspenso, secretos de un pasado y presente oscuro
Editado: 15.01.2024