Capítulo 23
John
«La mente es un órgano de reflejos. No actúa, solo refleja en acciones nuestros pensamientos». Un hecho que no a muchas personas les interesa saber...
Logré llegar al baño, habían dos puertas con un muro que funcionaba como división entre estas. El dibujo de hombre en la última puerta se movió, cuando la puerta fue empujada desde adentro.
—Segunda vez que nos vemos y en menos de veinticuatro horas —dijo con una arrogante sonrisa—, ¿es un récord?
Detestaba saber que la persona que fue pareja de Dalia estaba aquí, a menos de 1 metro de ella.
—Es un récord que solo tu presencia me amargue el día —dije, y no oculté el desprecio en mi voz.
Lo pasé de un lado y toqué la puerta dejando caer ligeramente mi frente sobre esta. —¿Dalia? ¿Todo bien?
Escuché sollozos, sollozos que desaparecieron cuando mi voz fue escuchada de este otro lado de la puerta.
Así de rápido es como los momentos felices desaparecieron, hace unos minutos ella estaba feliz de saber que pasaríamos tiempo juntos en un bosque otoñal...ahora, por alguna razón estaba llorando en el baño.
Mis altas expectativas se desvanecieron sin tener la oportunidad de vivirlas aunque sea, por algunos segundos.
El aire de superioridad en el tono del tipo aleja mis esperanzas:
—Lo estaba, todo estaba bien —volvió a decir el tipo—, tuvimos una muy buena charla y bueno terminó mejor de lo que yo esperaba.
Me alejé de la puerta y con la furia hirviendo en mis venas llevé mis manos a su cuello, lo levanté dejando a sus pies centímetros lejos del suelo y lo golpeé contra la pared. Como un maldito saco de tierra asquerosa.
—Lárgate. —Dije lentamente entre dientes—. Lárgate si no quieres que te rompa la boca y te dejé sin cara.
Él sonreía, lo que aumentó mi fuerza en el agarre.
—Tú no quieres a la policía encima de ti —dijo riéndose a pesar de la falta de aire—, no te conviene Jonathan Holden.
Lo bajé de un golpe brusco ante la mención de mi nombre, él tosió un poco, se aclaró la garganta y llevando una de sus manos al cuello donde ya estaban las marcas de mis agarres dijo:
—Solo una fotografía y toda la historia de tu vida estaba frente a mis ojos, sobre la palma de mi mano —dijo—, y debo decir que lamento mucho todo lo que te pasó —deja salir una sonrisa victoriosa—. Pero ahora Dalia podrá agradecerme. Ya sabe donde encontrarme.
La furia seguía consumiéndome, estaba erupcionando, pero aún me mantenía cuerdo. Por ella.
Él me había investigado, lo que significa que sabe lo que ocurrió antes de terminar en el bosque… y esa es la primera razón por la que quiero tratarlo como la maldita cucaracha que es, sin embargo, también necesito saber porque dijo que Dalia podrá agradecerle. ¿Por qué?
Otra fuerte corazonada me está indicando que él no pudo aguantarse las ganas de decírselo a Dalia.
—Le hice el favor de decirle cuál es la clase de persona que eres. Después de todo ella merece saber el tipo de monstruo en persona que eres ¿verdad?
Sospecha resuelta. Silencio. Él continúa:
—Dejar a una persona en estado crítico de salud es muy bajo, y créeme, lo digo después de haber investigado más. Decidiste salvarte a ti mismo antes que ayudar a esa persona, huiste de las consecuencias.
El vacío que estaba olvidado, por el momento, volvió a doler. A quemar. A arder en fuertes llamas.
—Tengo cosas más importantes que hacer, pero no será la última que nos veremos —dice, y se va dejándome con una herida abierta. Una que aún sigue doliendo.
Esta vez es mayor que anteriores veces...porque no sé qué es lo que Dalia sabe. Qué es lo que piensa al respecto...que es lo que piensa de mí.
Él se va, y yo no lo persigo. Porque como él mismo dijo:
«No será la última vez que nos veremos». Y habrá una próxima, una próxima en la que podré “agradecerle el favor”. Eso es una promesa.
Ahora, quién es mi prioridad es Dalia. Volví a la puerta del baño, y coloqué mi oreja contra la puerta. Los sollozos se escuchaban lejanos, pero el eco de estos en el baño me permite oírlos. Me permite comenzar a romperme.
—Dalia, por favor —supliqué en susurros—. Abre la puerta.
—¡Aléjate John! —Gritó.
—No —dije girando la manecilla de la puerta para intentar abrirla, pero estaba con llave—, Dalia, por favor. No quiero que pienses lo peor de mí sin antes saber lo que de verdad pasó. Sin verlo salir de mis labios, sin saberlo de mí. Dalia, por favor.
Escuché pasos del otro lado de la puerta lo que me da la esperanza de detenerme y dejar de mover la manecilla.
—¿Es cierto lo que me dijo Jack? —su voz estaba entrecortada y sus respiraciones eran fuertes.
Con que Jack es su nombre. Maldito saco de basura.
—¿Qué fue lo que te dijo? —pregunté.
—Que dejaste a una persona en estado crítico. —Hace una pausa mientras tomó una forzada respiración, debía hacerlo, las lágrimas la estaban controlando.
La peor parte es saber que yo no puedo hacer nada para detenerlas todo por una puerta que nos separa.
—La policía te está buscando por eso —el golpe que ella dió en la puerta hace que me separe de ésta de manera inmediata, estaba enojada también—, y si esa persona termina muriendo te perseguirán por asesinato John. ¿¡Entiendes que significa estar con alguien como tú!?
No respondo.
Pero aún continué llorando en contra de la puerta, porque sé que esa persona sigue en estado crítico. En cualquier momento, dejará de luchar por su vida.
En cualquier momento, esa persona a la que lastimé y fallé, se cansará de luchar. Y entonces, será su muerte la que me persiga...ya no será solamente la culpa y remordimientos de los últimos 7 meses.
—Fue un accidente. —Dije susurrando en el borde de la puerta para asegurarme que ella lo escuchará.
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romance intenso, misterio y suspenso, secretos de un pasado y presente oscuro
Editado: 15.01.2024