“—Porque hay obstáculos, pero hay cosas que podemos cambiar. Quiero ayudar para que las cosas cambien a mejor.”
Me esperaba una situación así. Ana había mostrado más preocupación por los demás que por sí misma. Y ahora, le estaba tendiendo la mano a la niña loca.
Cuando estábamos tranquilizando a Aika, escuchamos los llantos de una niña. Ana se había levantado de la cama a pesar de sus heridas. Ella quería ayudar a quien estaba llorando.
Al fijarme bien, noté que la mano de Ana temblaba. ¿Por más miedo que tengas, aun así quieres entablar una amistad con la niña loca? Suspiré. Aunque no era un racionamiento equivocado. La amistad con Danai podría ser beneficiosa a futuro, pero en la actualidad, ella estaba acabada.
La niña loca seguía en el piso, de rodillas y apoyada con las manos.
—P-Pero yo te golpee. ¿Por qué me quieres ayudar? —dijo Danai, aun sollozando.
—Porque hay obstáculos, pero hay cosas que podemos cambiar. Quiero ayudar para que las cosas cambien a mejor.
Ana parecía llevar mis consejos al extremo. Aunque no la puedo culpar. Gracias a ello, Ana había conseguido a algunos niños que comenzaron a apreciarla por su actitud.
—¿Las cosas pueden cambiar a mejor? —preguntó Danai.
—Sí. Pueden cambiar a mejor —dijo Ana, y me miró—. Me pasó a mí.
Ella volvió a mirar a Danai, esperando que la niña aceptase su mano.
—Yo hice cosas malas. No quería humillarme. Yo no quería perder mi orgullo.
—Y terminaste por humillar a otros. Pero hay algo importante que debemos saber de ti. ¿Te sientes mal por eso? —pregunté.
Danai asintió. La mano que Ana le había tendido, dejó de temblar.
—Puedes cambiar a mejor —dijo Ana.
—¿De verdad puedo?
—¡Sí! —contestó Ana, sonriendo.
Y finalmente, Danai aceptó la mano de Ana y ella la ayudó a ponerse de pie. Sin embargo, la niña loca estaba debilitada por el bloqueo del brazalete de espigas y se desestabilizó. Ana puso su hombro y evitó que ella cayera al suelo.
Las niñas entraron al dormitorio y Danai se recostó en su cama. Comenzó a contar su historia antes del orfanato. Logré aclarar varias dudas en ese momento. La razón de su actitud cuando pude ver la vida de Ana. El por qué la odiaba en el momento en que la elegida albina fue aceptada por la Gran Columna.
Era envidia. Ana había herido su orgullo, ya que se suponía que Danai tenía más probabilidades de convertirse en la elegida por la Gran Columna. Ella era la apuesta segura de la Eclesia.
Cuando Danai nos contó que alguien la inculpó por una llave, por mi parte, me hice el tonto. Si le contaba la verdad, todo lo que habíamos conseguido se iría al tacho de la basura. No me podía dar esa libertad.
En fin, lo que bien empieza, bien acaba. Aunque en el trasfondo existan algunas mentiras, creo que todo irá a mejor. Eso espero.
Sin embargo, no pude dejar de sentir una sensación de escalofríos. Cuando guardé la llave bajo la almohada de Danai, estaba pensando en una forma de llamar la atención de los sacerdotes pero ninguna idea se me venía la mente. Y de pronto, aparecieron de la nada.
El solo hecho de pensar que si no hubiese escondido la llave ahí, me causaba repelús. No estaba preparado para enfrentar esa situación.
Cometí un grave error, los subestimé. Pensé que el Alto Sacerdote no se alarmaría tanto por perder la llave del despacho, ya que el mismo debería tener una réplica, pero ignoré las señales obvias.
El sujeto tenía un extremo cuidado, al punto de dejar a la sacerdotisa vigilando su despacho.
¿Cuál es el problema? Ya conocen mi rostro y si los sacerdotes indagan un poco más, se darán cuenta de que mis registros en el orfanato no existen.
Mi única esperanza era que el Alto Sacerdote bajara la guardia al recuperar la llave. Y ahora no existía la vuelta atrás. Por mi parte, debía aprovechar la comitiva del Obispo. Era mi única oportunidad para cambiar la estructura jerárquica del orfanato, por lo que tendría que actuar rápido.
♦♦♦
Durante la noche, decidí entrar al orfanato. Tuve suerte, ya que en casa todos estaban durmiendo. Fue fácil escabullirse sin que nadie se enterase.
Con la réplica de la llave en mi poder y un farolillo que había sacado de la bodega, iba a revisar el despacho del Alto Sacerdote a fondo. Tendría que encontrar algo, lo que fuese.
Entré por la abertura en la muralla del orfanato y vi el jardín. Seguía bastante descuidado, aunque me preocupaba que llegaran a cortar el árbol. Si sucedía eso, podrían descubrir la abertura en la muralla de troncos.
Caminé hasta el patio central del orfanato. Me encontré con los distintos dormitorios, la mayoría estaba en silencio, salvo algunos donde se podían escuchar conversaciones de niños o risas.
Gracias a Ana, Aika y Danai, me conocía todas las secciones de los dormitorios. Nunca estaba demás saberlo. Incluso visitamos a Grikis, aunque éste se asustó bastante cuando vio a Danai junto a nosotros. Pero el niño terminó aceptando a la niña loca después de que Ana lo convenciera.