"El Alpha "

❤Capitulo 27❤

Cuando atravesaron las puertas de la base Olivia sintió como el corazón se le paraba en el
pecho. Aquel lugar era enorme y parecía crecer con el paso del tiempo. Estaba repleto de guerreros
y todos los presentes se detuvieron a mirar el coche que llegaba.
—Parece que nos estuvieran esperando.
—Y así es —dijo Ryan—. Todos sentían un profundo respeto hacia Dominick y ella es su mujer.
Desean que se sienta algo mejor.
Lachlan miró por la ventana.
—¿Y por qué no va a un grupo de apoyo? Imagino que aquí debéis tener alguna viuda —
preguntó el alfa.
Ryan apretó las manos contra el volante.
—No. No las hay.
Luke, que estaba en el asiento del copiloto, miró hacia el Devorador y este le rehuyó la mirada.
Era como si el tema fuera difícil de explicar y no quiso insistirle.
—Cuando los Devoradores perdemos a nuestra pareja de vida nos transformamos.
Una información algo escasa para hacerse una idea.
—Toda pérdida te cambia de por vida —comentó Olivia sabiendo bien a qué se refería.
Él negó con la cabeza.
—Estamos condenados en más de un aspecto. Si perdemos a nuestra pareja nuestra parte
oscura se hace más fuerte y nos volvemos espectros. Por eso no tenemos viudas. Leah es la única
por su condición humana.
La explicación flotó en la mente de sus acompañantes.
—¿Me estás diciendo que esos espectros que nos atacan son exDevoradores? —preguntó
atónita.
Ryan asintió.
—Hace poco sufrimos una pérdida importante. La compañera humana de uno de nuestros
Devoradores murió a manos de un lacayo de Seth.
La madre de Pixie, un dolor aún latente en su corazón.
—¿Y qué ocurrió con él? —preguntó Luke.
—Le pidió a Dominick que … —no fue capaz de continuar.
La joven frunció el ceño tratando de comprender lo que le estaba explicando, pero era demasiada
información.
—Yo hubiera hecho lo mismo —confesó Lachlan.
—¿A qué os referís? —preguntó Luke finalmente.
El silencio los abrazó unos segundos en los que Ryan aparcó el coche. En el momento en el que
el freno de mano sonó contestó:
—Dominick acabó con la vida de Sean para evitar que se convirtiera en un lacayo de Seth.
Olivia quedó en shock, había tenido que ser horrible dar ese paso y acabar con un amigo. Eso
demostraba el tipo de persona que había sido su cuñado. El peso de toda una raza había caído
sobre sus hombros y lo había manejado sabiamente.
—Era un gran hombre y estoy muy orgulloso de haber sido su pupilo —confesó Ryan
melancólico.
Luke posó su mano derecha sobre su hombro y este se estremeció. El dolor amenazaba con no
abandonarlos nunca. Dominick había sido una persona muy importante en la vida de muchos.
Bajaron del coche y se sintió extraña al verse en aquel lugar. Ese era el hogar de su hermana y
su corazón supo que nunca habría podido ser el suyo. Había tomado una buena decisión queriendo
quedarse en la manada.
No tenía duda alguna de que en la base también habrían tratado de hacerla sentir una más, pero
su corazón estaba ligado a Lachlan mucho antes de que hubiera sido consciente de ello. No había
vuelta de hoja.
Respiró profundamente, estaban allí por una razón específica y solo pedía al cielo poder
cumplirla.
                                                                             ***
Seth se paseó por los pasillos de la casa de Leah. Entrar sin ser visto estaba requiriendo mucha
energía y no sabía cuánto tiempo podría mantenerse invisible.
Había visitado unas cuantas casas más antes de poder encontrar la de la humana. Todas eran
iguales y eso le sorprendió, eran más prácticos de lo que hubiera esperado. No es que eso le
importase demasiado, pero era un punto curioso.
La casa tenía restos del desayuno y la placa de inducción tenía el piloto encendido de aviso por
temperatura.
Mirando a su alrededor chocó con uno de los taburetes de la cocina, tumbándolo y haciéndolo
caer sonoramente al suelo.
Fue en ese momento en el que se hizo visible, ya no podía soportar más tanto desgaste de
energía.
Alguien bajó a toda prisa por las escaleras y se plantó ante él con el rostro totalmente
desencajado.
—Hola, Leah.
Ella se quedó petrificada en el sitio y la vio mirar hacia las posibles cosas punzantes que podía
usar como arma.
—¿Has venido a acabar la faena?
El dios negó con la cabeza.
De pronto notó la energía de Aimee aproximarse, estaba a unos cuántos kilómetros de distancia,
no obstante, sabía bien que ella no tardaría en detectarlo. Tenía que darse prisa.
—¿Qué quieres de mí?
Supo que la humana pensó en la pequeña Camile que estaba en casa de las vecinas con sus
amigas.
—No la quiero a ella, puedes respirar tranquila.
No lo hizo y no la culpó. ¿Quién podía hacerlo en su presencia? Todos lo temían y era algo
excitante y placentero al mismo tiempo.
—Tú dirás —inquirió.
—Vengo a proponerte otro trato.
El anterior no había salido como ella había esperado, pero no le importaba dado que quien
controlaba su destino era él.
—¿De qué se trata?
—La vida de todos estos tristes e inútiles Devoradores a cambio de que vengas conmigo. Y te
recordaré que hay niños entre ellos. Si te pareces en algo a Olivia creo que los elegirás a ellos
antes que a nada.
Supo por la forma en que lo miró que la mofa había dolido. Lástima que no le importó en absoluto.
No estuvo preparado para su reacción, ni para todo lo que vino después. Leah tomó el cuchillo
que había en la isla de la cocina y se tiró sobre él.
La hoja atravesó su hombro mucho antes de que pudiera moverse queriendo anticipar sus
movimientos. La sorpresa por tomarlo desprevenido se convirtió en ira, nadie podía tocarlo sin
permiso.
¿Cómo había sido tan estúpido de subestimar a esa criatura?
Cuando ella quiso golpearlo nuevamente logró lanzarle un choque de energía lanzándola contra
la pared. Leah gritó de dolor y cayó al suelo con contundencia.
Seth se tocó la herida y jugó con la sangre entre sus dedos.
—Por muy especial que seas no eres rival para mí. ¿Qué querías? ¿Que acabara con toda la
base?
—Quería vengar la muerte de Dominick, ya que no eres capaz de cumplir ningún trato.
Aquel ser tan efímero mostraba una resistencia increíble.
—¡Oh, pequeña niña! Te queda mucho para poder hacer tal cosa.
Se acercó a ella con paso lento, viendo como luchaba por ponerse en pie, pero el golpe había
sido demasiado duro y no fue capaz de lograrlo. La tomó del cabello y la levantó unos centímetros.
—Yo soy el que pone las reglas del juego.
En su mano libre apareció una nota que dejó sobre la encimera de la cocina.
—¿Para qué me quieres?
—Todo a su debido tiempo. No me gusta destripar un libro antes de leerlo.
La tomó por la barbilla y la obligó a mirar la foto que tenía colgada de Camile en la pared de
salida de la estancia. La pequeña sonreía tratando de soplar un diente de león.
Recordó ese día, había estado tan emocionada que cada vez que quería soplar le entraban
ganas de reír y no conseguía hacer volar las semillas. Hannah hizo la foto y la trajo enmarcada días
después.
—Te aseguro que esta es la última vez que la ves.
Y ambos desaparecieron en el aire, dejando vacío el espacio que habían llenado. No quedó rastro
de ellos, salvo una pequeña nota dejada estratégicamente.
El juego acababa de comenzar y esta vez tenía mejores cartas que meses.




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