CAPÍTULO 23
Ginebra esta atenta a las palabras de Alejandro, conocerlo la ayudará a entender más su
personalidad egocéntrica y narcisista, pero sobre todo descubrirá como ese apuesto
caballero termino dejando su humanidad para convertirse en un demonio de la noche.
—Está de más que te diga el año en el que todo sucedió, pero estaba cerca de cumplir los
23 años, era el heredero de una prestigiosa familia de nobles, la familia Romaní, era el
único hijo de mi padre, el conde de Harnear, un hombre de excesos, lleno de lujos y poder,
amigo de la corona y enemigo del pueblo. esta enemistad lo llevo a perecer en manos de un
mercenario, el cual dejo su cuerpo empalado en las afueras de la capital imperial. Alguien
quería destruir a mi familia y terminar con el linaje de los Romaní, jamás imagine que el
actor intelectual de la muerte de mi padre sería el varón de Zardej, el medio hermano de mi
padre, y así, oculto tras las manos de un asesino, fue acabando uno a uno con los miembros
de mi familia, mis abuelos, mis tíos, primos y por último mi madre, una mujer de apenas 6
meses de embarazo. El odio me consumió por completo, a ese cobarde le faltaba mi cabeza
para por fin consumar su malvado plan y desaparecer de la faz de la tierra mi linaje. así que
me prepare, contrate guardias para proteger la mansión, incluso los criados estaban
armados, no iba a permitir que ese desgraciado se quedara con mi fortuna, así que durante
varios días la mansión fue resguardada de día y de noche. Armado y con el vino hasta la
cabeza fui sorprendido por un ataque a mis espaldas, de la nada un monstruo me ataco, una
bestia de aspecto humano y fuerza sobre natural me sometió y comenzó a alimentarse de mi
sangre con desesperación. Lo que paso a continuación se lo atribuyó al odio en mi corazón,
no estaba dispuesto a morir en manos de esa cosa, mi orgullo me dio la fuerza para
quitármelo de encima, mareado y tambaleante, me dispuse a enfrentar a mi adversario.
Sabia que lo que tenia enfrente no era un ser humano, si no un demonio de la noche, me
decidí a salir de esa habitación y salte por la ventana, me levante como pude y lo que mis
ojos vieron esa noche me dejo frio, había decenas de cuerpos tirados en el suelo, todos
habían sido asesinados y devorados por ese demonio, estaban pálidos y con los ojos
hundidos, me reusaba a terminar como ellos y me enfrente a la bestia con la poca energía
que me quedaba, el monstruo se abalanzó sobre mi y lo lleve a su ruina, lo guie hacia un
pozo profundo y eso fue su perdición, el amanecer se volvió mi aliado, calcinando a esa
cosa hasta convertirlo en cenizas, hasta que el ardor en mi piel me hizo ver que el sol
también me lastimaba, su mordida me había convertido en uno de ellos, en un demonio de
la noche. Aproveche el poder que había adquirido y me vengue de mi tío, bebi hasta la
ultima gota de su sangre, asesine a toda su familia, a sus esclavos y a sus animales, asesine
a todos los que puede, buenos y malos haciendo que mi sed de sangre no saciara. Mi fama
se extendió como la pólvora, intimidando al rey y a todo el que escuchara mi nombre, nada
me detenía, mi furia era tanta que arrasé con pueblos enteros, ciudades completas, la gente decía que era el dios de la destrucción, sin darme cuenta mate al rey de los vampiros,
convirtiéndome en el nuevo señor de las sombras, me convertí en una leyenda, otorgándole
la inmortalidad a quien me la pidiera a cambio de su lealtad y servicio, me apodaron el
señor del terror, viendo siglos pasar ante mis ojos sin deteriorarme, asqueado de la vida sin
derecho a envejecer. Años después llegue a Valle de Cobre, aterrorice a tu pueblo por un
tiempo para después descansar en un ataúd sepultado en lo profundo de la tierra, hasta que
el hambre me despertó, y el resto de la historia ya la sabes, termine con la vergüenza de
vincularme con una humana frágil como tú.
Ginebra esta impresionada con la historia de Alejandro, el hermoso vampiro resulto ser un
rey, el señor del terror, Alejandro de Romaní.
—Ya conoces mi origen, ¿Qué mas quieres saber humana caprichosa?
—Dime algo. —Ginebra tiene un semblante serio. —Dijiste que podías otorgar la vida
eterna ¿no es así? Convirtiendo a esa persona en un vampiro
—¿Y que con eso?
—¿Entonces por que no convertiste a David? ¿Por qué no le salvaste la vida?
—¿De qué estás hablando?
—¡Si lo hubieras mordido él ahora estaría conmigo! ¿Por qué no lo transformaste? —Grita
Ginebra llena de dolor.
—¿Qué estupideces estas diciendo?
—Pudiste haberlo salvado… ¡pero no quisiste! —Ginebra sale corriendo de la mansión
mientras llora llena de rabia, la lluvia es cada vez más intensa y esta completamente
empapada y sin darse cuenta a llegado al pantano.
—¡Ven acá! ¿Cómo te atreves a darme la espalda mujer insolente? —Alejandro esta furioso
y toma a Ginebra del brazo para detenerla.
—¡Suéltame! ¿Por qué dejaste que se lo tragara la tierra? —Ginebra llora amargamente.
—¿Y por qué iba a salvar a ese infeliz? ¿En qué me beneficiaba si se salvaba?
—¡Que me sueltes!
—¡No voy a soltarte hasta que me pidas perdón!
—¡No voy a pedirle perdón a un desalmado como tú!
Alejandro lleno de rabia avienta a Ginebra cayendo esta en el piso.
—¡Jamás había conocido a una mujer tan vulgar y deprimente como tú! ¿Cómo pude
vincularme con una humana tan irreverente y malcriada? ¡que vergüenza! —Alejandro esta
muy enojado, se siente irrespetado por Ginebra.
—¡Pues anula este estúpido pacto! ¡tú jamás vas a estar en mi corazón! Siempre estará
ocupado por David, el siempre será el amor de mi vida, nunca podrás compararte con él,
¡yo jamás voy a amarte! —Alejandro le da una fuerte bofetada dejándola sin palabras.
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Editado: 04.09.2022