CAPÍTULO XLIV
Selene, llora a los pies de Bardos, quien ha muerto con el corazón destrozado, su semblante
demacrado tiene la expresión de un hombre angustiado y deshecho, todos sus trabajadores
están reunidos en su habitación para darle el ultimo adiós, lamentan la partida de aquel
hombre justo, todos aceptó Clara, quien mira el cadáver sin culpa. Después de un rato,
Selene, se queda a preparar el cuerpo de su amado Bardos, lo ha maquillado para quitarle
ese color pálido y grisoso, le puso uno de sus trajes favoritos y lo adornó colocándole una
rosa en el bolsillo derecho, también le puso un anillo en la mano izquierda y finalmente
perfumó su cuerpo con hiervas aromáticas. El pueblo ha sido sorprendido con un nuevo
funeral, la muerte del último Landez los ha dejado atónitos, parece que la muerte ha
terminado de llevarse a la tumba a esta familia.
Por otro lado, Ginebra, se sorprende al encontrar a Selene y a otra sirvienta esperándola
afuera de su casa y su sonrisa se apaga al ver que ellas están llorando.
—Selene, Martha… ¿Qué sucede? —Pregunta Ginebra, angustiada.
—El señor Bardos, falleció… —Selene, está destrozada.
—¿Qué?... —Ginebra, tiene un nudo en la garganta, no puede creer que Bardos, esté muerto.
—Tienes que saber cómo murió y cuál fue su última voluntad. ¿Podemos pasar?
—Sí… —Responde con tristeza.
Selene, le cuenta a Ginebra, toda la verdad y cómo Victoria, Verónica y Clara, lo envenenaron para quedarse con toda su fortuna.
—No puede ser… —Ginebra, se desploma —¿Qué clase de monstruos son? ¿Cómo pudo Clara, prestarse para algo tan deplorable?
—Y hay algo más… Martha, escuchó cuando Victoria, le confesaba a Bardos, que fue ella quien asesinó a David.
Ginebra, siente que se le hiela la sangre, sospechaba de su hermana, pero jamás imaginó que en verdad sería la culpable de la muerte de David, y entonces se dirige a uno de los cajones de su tocador y saca un arete.
—Encontré esto cerca del cuerpo de David, es idéntica a la joyería que usa Victoria, pero no me atreví a denunciarla, por que no era una pruebe muy convincente para la policía y ahora con el testimonio de Martha, me queda claro que mi hermana es una asesina…
¿Cómo pudo ser capaz de destruir a toda una familia? —Ginebra, llora con mucha tristeza.
—El plan del señor Bardos, se llevará a cabo, ahora somos cuatro testigos en contra de
Victoria y Clara, dejaremos que el funeral sea respetado, le daremos un adiós digno al señor Landez, pero una vez que termine el entierro, nosotros iremos a testificar contra ellas. —Selene, está decidida a terminar con la maldad de estas mujeres.
—Dijiste que eran cuatro testigos, ¿Quién es el cuarto? —Pregunta Ginebra, con seriedad.
—El cuarto testigo es el señor Bardos, él se dio cuenta del plan que tenían esas mujeres, así
que hizo una carta donde señala a Victoria, como la autora intelectual del crimen y a Clara,
como su cómplice.
—Yo las apoyaré en todo el proceso, Victoria y Clara, pagarán por sus crímenes.
—Gracias señorita Ginebra, mantengamos todo en secreto hasta que termine el entierro,
revelaremos la ultima voluntad de Bardos, antes de que canten Victoria.
Una vez más Valle de cobre, se viste de luto, cayó el último de los landez, una fuerte
llovizna enjuaga las lagrimas de quienes lo estimaban, entre ellos su querido amigo
Bernardo, la melodía triste de un violín le rinde homenaje. Ginebra, está llena de recuerdos
dolorosos, todos causados por su propia hermana, quien no se bastó con asesinar a David,
sino que también mató a su sobrino y todo por su negligencia, ahora a envenenado a Bardos,
provocando que tuviera una muerte lenta y dolorosa. Los ojos de Ginebra, se abren de par
en par y se llena de indignación, a lo lejos ve a Victoria, que se acerca con una ligera
sonrisa, lleva un vestido rojo y una actitud hipócrita pues finge romperse en llanto frente a
la tumba de su difunto suegro.
—Sinvergüenza…
Ginebra, está furiosa y en cuanto ve a Victoria, la recibe con una fuerte bofetada volteándole
el rostro con la fuerza de su mano para después abrazarla y susurrarle al oído con palabras
amenazantes.
—Ríe mientras puedas, te juro por mi vida que esas malditas lagrimas falsas que derramas
se convertirán en sangre. —Ginebra, le da un beso en la mejilla y la empuja dejando a
Victoria, sorprendida por sus palabras.
Fernando, observa todo y trata de acercarse a ellas, pero su madre lo detiene del brazo,
Verónica, se llena de rabia al ver que Ginebra, ha golpeado a su preciada hija, pero se queda
en su lugar y guarda silencio, parece que a Victoria, esto le importa un comino pues llega a
la tumba de Bardos, fingiendo un llanto desesperado, Selene, por su parte aprieta los puños
llena de rabia, sabe que no es momento de intervenir y guarda la compostura. Fernando, mira con atención a la famosa familia Borgues, para después enfocarse en Ginebra.
<<En cuanto llegué a este pueblo, escuché los terribles rumores acerca de tu familia y lo
mucho que te han lastimado, me sorprendí al escuchar de tus labios que todo era cierto,
tanto los Landez, como los Borgues, te han destrozado la vida, David, te fue infiel con tu
hermana, tu propia madre te desprecia y tu padre no tuvo el valor para defenderte, poco
después murió el amor de tu vida a manos de un asesino misterioso, sufriste la perdida de tu
pequeño sobrino y ahora ésto, cuando te conocí, tenias la mirada llena de tristeza, desde ese momento sentí la necesidad de protegerte, al verte tan sola y abandonada me pareció que necesitabas ser recatada, yo quiero estar ahí para protegerte de estos lobos rapaces.>>
—Fernando, suelta a su madre y va a donde está Ginebra y la abraza para consolarla,
Victoria, contempla al joven encantador que braza a su hermana y se pregunta:
<< ¿Por qué no sabia de la existencia de este hombre? ¿y como es que la mosca muerta de Ginebra esta con él?
Su mente comienza a maquinar la manera de volverla a lastimar, la maldad no descansa, ni
siquiera en los funerales.
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Editado: 04.09.2022