CAPÍTULO XLV
El entierro ha terminado, Victoria, esta en la mansión Landez con su madre y Clara,
celebrando con vino y comida lujosa, por fin se salieron con la suya y rebozan como
pavorreales en la sala de su difunto dueño.
—¡No puedo creer que todo esto es mío! ¡Soy una de las mujeres más ricas de valle de
cobre! —Victoria se pasea por el gran salón acariciando los muebles lujosos.
—Nuestros problemas financieros se acabaron ya no volveremos a mendigar esa estúpida
mensualidad —Dice Verónica con una gran sonrisa en el rostro.
—Oye tú, tráenos más galletas —Victoria mira a clara despectivamente.
—¿Cuándo me darán la parte de mi dinero? Quiero irme de aquí lo antes posible… —
Pregunta Clara con el rostro agachado.
—¿De que dinero me estas hablando? —Victoria la mira fijamente.
—¡El dinero que me prometieron a cambio de envenenar al señor Bardos!
—¿Qué? Jajaja, yo no te prometí ningún dinero fue mi madre —Victoria comienza a
burlarse de Clara.
—¡Señora Verónica! —Clara la mira angustiada.
—Lo siento niña, yo no soy la dueña de esta fortuna ¿o sí?
—¡Usted me prometió darme parte del dinero! ¡me dijo que dejaría de ser una sirvienta!
—Una criada siempre será una criada, aunque te vistas con ropas finas seguirás siendo una
sucia y apestosa sirvienta —Verónica se pone frente a Clara y la mira de pies a cabeza con
desprecio.
—Jajaja, pobre idiota —Victoria se ríe a carcajadas.
—Así que ve y tráenos esas galletas ¡muévete!
—No… ustedes me engañaron… mate a un hombre inocente por su culpa. —Clara cae de
rodillas y las lagrimas caen de su rostro, la han utilizado convirtiéndola en una vil asesina.
Las burlas y los insultos hacia Clara son interrumpidos por unos fuertes golpes en la puerta
principal.
—¿Qué esta pasando? ¿Qué es todo ese escandalo? —los golpes no cesan, siguen llamando
a la puerta.
—¡Hay! ¿qué demonios les pasa?
Verónica abre furiosa la puerta y varios policías entran a la mansión y la hacen a un lado.
—¿Qué les sucede? ¿Por qué entran a nuestra propiedad?
—Buscamos a Victoria Borgues y a Clara Roy —Los policías están armados y esto pone
nerviosa a Verónica.
Victoria siente el corazón acelerado y se asoma junto con clara.
—¿Y que quieren de ellas? —Pregunta Verónica nerviosa.
—Están acusadas del asesinato del señor Bardos Landez.
—¿Qué? eso es mentira yo no… —Victoria no termina de hablar cuando uno de los
policías da la orden.
—¡Arréstenlas!
—Esperen ¿Qué hacen? —Clara está muy asustada.
—¡Yo no hice nada! ¡suéltenme idiotas! ¡No sé porque me están acusando! —Victoria
comienza a forcejear, pero los hombres la someten con dureza debido a su rebeldía.
Uno de los policías baja de la habitación de Victoria con el arma homicida con la que mato
a David.
—Señor, encontré el arma.
—¡Llévense a estas delincuentes! —Ordena el oficial y Verónica se interpone.
—¡A mi hija no se la llevan a ningún lado! ¡malditos muertos de hambre! a esa criada
métanla presa si quieren, pero a mi hija no se la llevan de mi lado.
—¡Mamá no dejes que me lleven! ¡ayúdame! ¡Suéltenme estúpidos! —Victoria grita
histérica.
—¡Suéltenla animales! —Verónica golpea a un policía y este le da una advertencia.
—¡Escúcheme bien señora! Si vuelve a ponerme una mano encima tendré que someterla y
la encerraremos a usted también por agresión ¿entendió? —Verónica se queda tiesa, sabe
que el policía no está jugando.
—¡Mamá! —Victoria llora y patalea, se rehúsa a ser arrestada.
—¿Qué pasara con ellas? —Pregunta Verónica inquieta.
—Serán interrogadas y mañana se decidirá cuál será su castigo.
Los policías se han llevado a Victoria y a Clara, el hecho de que se resistieran hizo que las
trataran con rudeza. Verónica esta en shock, ¿cómo es que las descubrieron? ¿Por qué no la
detuvieron a ella también? ¿Sera por falta de pruebas?
—Maldición… si levanto la más mínima sospecha me encerraran a mí también y no estoy
dispuesta a ir a prisión, aunque Victoria, sea mi hija… mi libertad es primero.
Victoria y Clara, pasaron toda la noche siendo interrogadas, las encerraron en celdas
separadas. Víctor, se enteró por Verónica, de todo lo que estaba pasando y aunque le
decepciono saber que su hija es acusada de asesinato, no le sorprende, hace mucho tiempo
se dio cuenta del corazón malvado que tiene Victoria, y no derrama ni una sola lagrima,
más bien esta lleno de vergüenza. El día del juicio llego, Valle de cobre, esta conmocionado
con las ultimas noticias, todo el mundo habla de la familia más polémica del pueblo, pero
esta vez los rumores parecen sacados de un cuento de terror. Ginebra, Víctor, Bernardo
Fernando, Selene, Martha y Andrés están presentes en el juicio. Todos excepto Verónica, le
dijo a Víctor que iría a tomar aire fresco pues el hecho de ver a su hija en esas condiciones
la estaban poniendo mal, pero la realidad es otra, Verónica se ha dado a la fuga piensa irse
de Valle de cobre, para siempre, prefiere abandonar a su familia que pisar la cárcel, se ha
llevado todos los ahorros con ella.
—Honorables habitantes de Valle de cobre, estimados familiares y testigos presentes, mi
nombre es francisco Del Monte, juez de esta institución, seré yo quien definirá la sentencia
de la señora Victoria Borgues viuda de Landez y de la señorita Clara Roy, trabajadora
doméstica del difunto Bardos Landez, ambas acusadas de asesinato en primer grado.
Demos inicio entonces. Señorita Clara, es acusada de asesinato en primer grado, se le acusa
de envenenar intencionalmente al señor Bardos Landez y a asesinarlo, ¿Cómo se declara?
—Culpable… —Clara responde resignada —Soy tan culpable como la señora Verónica
Borgues, quien junto con la señora Victoria planeamos la muerte del señor Bardos, yo
acepte poner el veneno en sus alimentos a cambio de dinero, pero la idea nació
principalmente de Verónica y Victoria Borgues.
Todos en la sala se quedan asombrados con las declaraciones de Clara.
—Dado a que los testigos afirman lo que usted ha dicho, la declaro culpable de homicidio
en primer grado condenada a cincuenta años en prisión.
—¿Qué?... no puede ser… —Clara llora al escuchar su condena y es trasladada a la prisión
de Santa Leticia y mientras se la llevan la gente la abuchea y le lanza tomates mientras la
insultan.
—En cuanto a Verónica Borgues, en este momento la declaro como fugitiva, la policía
estará comenzando a buscarla y una vez que la encontremos, todo el peso de la ley le será
aplicado.
Ginebra y su padre están en shock, la ambición corrompió el corazón de su madre y Víctor
llora de indignación y vergüenza, Ginebra trata de consolarlo y le toma de la mano.
—Padre… —Ginebra habla con la voz entrecortada.
—Hija… —Víctor gimotea.
—Déjame sacarte de aquí…
—No… quiero ver el castigo que se merece la asesina que se hace llamar mi hija.
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Editado: 04.09.2022