CAPÍTULO LIII
El deseo de la amante
Ginebra está temblando de dolor, tiene el cuerpo cortado y completamente lleno de sangre, la orgullosa Esmeralda desea matarla, pero antes está dispuesta a contarle la historia del día en el que conoció al rey de los vampiros.
—Fue a mediados de octubre de 1716, se organizó un gran baile en honor al vizconde Astor de Galia, era el medio hermano de mi padre y también era mi esposo, un hombre arrogante envidiado por los varones de esa época, no solo por poseer tierras fértiles sino por tenerme a mí como su esposa, el rey mismo soñaba con poseerme y eso era algo a lo que no me habría negado, el ser su amante me aseguraría un futuro brillante aun cuando eso enfureciera a la reina, estoy segura de que me habría convertido en la amante favorita del rey Karlos I , el reino entero decía que yo era lo más hermoso de estas tierras, ni siquiera las rosas podrían comparar su belleza con la mía, hasta que llego él, un extranjero había llegado a Galia, un hombre angelical de belleza inimaginable había cruzado la gran puerta y caminó en el gran salón con elegancia, llevaba una camisa blanca y un antifaz negro, el cabello lo tenia recogido en una coleta, hermosos hilos de oro colgaban de su cabeza, estoy segura de que escuchaba los suspiros de todas las mujeres presentes ahí, incluida yo, jamás imaginé que me flecharía así el corazón, en unos segundos me había enamorado, siempre me movía la ambición y el poder, me había casado por interés, odiaba las noches en las que tenia que soportar las caricias de aquel hombre asqueroso, aquel aliento nauseabundo que emitía su boca, terminaba asqueada, lo único que me consolaba eran las joyas y los vestidos caros que me compraba pero entonces mi corazón brincó con la mirada de ese misterioso caballero, ¿sabes lo que hizo el rey de los vampiros? Se paró en medio del salón de baile y se quitó la máscara, todo el mundo lo miraba con atención, embelesados por su apariencia y con sus hermosos ojos color escarlata, asomó sus blancos colmillos y los asesinó a todos, ríos de sangre corrían por la mansión de mi pobre esposo, sus gritos resonaron por cada rincón, el muy cobarde corrió como un cerdo por su vida, pero fue destripado ante mis ojos jamás sentí tanto alivio en mi vida y entonces se me escapó una sonrisa, los gritos y las suplicas de los invitados me parecieron música a mis oídos, sabia que yo era la siguiente en su lista, pero me arrodille y le pedí que me convirtiera en una criatura de la noche, me aterraba la idea de envejecer y él podía otorgarme el don de la inmortalidad, me recogí el cabello y dejé que se alimentara de mí y después de una dolorosa transformación me convertí en una vampira y no solo eso me dejó entrar a su cama convirtiéndome a sí en su amante oficial, pasamos muchos años juntos lo acompañé en las más terribles guerras, cazamos hasta el último licántropo haciéndolos nuestros esclavos y nuestros perros guardianes, obligándolos a matar a su propia especie hasta la extinción, Alejandro se recostó sobre mis pechos durante muchas lunas llenas, él era el rey más temido de esta tierra y yo su fiel compañera, pero me abandonó… desapareció sin dejar rastro, uno de los sabios me dijo que el rey había invernado, no entendía por que decidió desaparecer así teniendo el mundo a sus pies, no entendía por qué me había dejado a mí también… y cuando por fin lo encontré me llevé la desagradable sorpresa de que se había vinculado con una maldita rata de coladera, una humana débil, simple y mediocre como tú ¡¿Qué demonios te vio?! —Esmeralda grita con todas sus fuerzas. —¡yo se lo di todo! ¡me convertí en esto por él! ¿Tú que le has dado? ¡dime! ¿Qué te hace tan especial si no vales nada? —Esmeralda, le da una bofetada —Yo le entregué mi humanidad y nunca estuve con otro hombre, sin embargo, te escogió a ti… estaba dispuesta a dejar mi eternidad si él me lo pedía, solo quería estar a su lado hasta que los dos dejáramos de existir ¡¿Por qué te vinculaste con él? ¡Respóndeme! ¿Qué has sacrificado tú por él? si has sacrificado tanto como yo, entonces te dejaré con vida, pero si no, te harás a un lado. —Esmeralda la mira con desprecio.
—Nada… —Ginebra habla con una voz débil —no he sacrificado nada —Añade Ginebra mientras poco a poco se pone de pie — conocí a Alejandro en el peor momento de mi vida, de la peor manera posible, lo único que quería es que el monstruo del pantano de Nil me asesinara, incluso pensé en utilizarlo para sacarme de la cabeza a mi prometido, pero terminé enamorándome de él.
Ginebra, levanta el rostro y mira fijamente a Esmeralda.
—No puedo hacerme a un lado, amo a Alejandro, más que a mi propia vida, no puedo destruir el vinculo que nos une por que a ninguno de los dos se nos da la gana y no voy a permitir que una loca como tú este con mi Alejandro.
—¿Qué? —Esmeralda está furiosa.
—Así que lo siento mucho Esmeralda, vampiresa de Galia, pero no renunciaré al amor que le tengo a Alejandro, así que puedes hacer conmigo lo que quieras yo lucharé hasta el final, no importa si solo te hago un rasguño, me aseguraré de que jamás olvides a la mujer del rey vampiro.
Esmeralda enardecida, no puede creer que esa humana le haya hablado con tanta osadía y no piensa pasar por alto su atrevimiento.
—Pues te llevaras ese absurdo amor a la tumba…
La vampiresa se abalanza contra Ginebra y ella cierra sus ojos mientras susurra el nombre de su amado Alejandro.
—¡Muere humana!
De pronto, unos brazos rodean el cuerpo de Ginebra y esta se llena de la sangre oscura de Alejandro el cual recibió el ataque de Esmeralda en su lugar, la furiosa vampira lo ha atravesado.
—A… Alejandro…
—No… Alejandro ¿Por qué interferiste? Yo jamás te lastimaría de esa forma… por …por favor perdóname…
Esmeralda, se llena de miedo y arrodillándose suplicando el perdón de Alejandro, Leonardo está justo detrás de ella y la sujeta de la parte trasera de su cuello esa es la señal de que será ejecutada por tocar al rey de los vampiros.
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Editado: 04.09.2022