El Amor a veces Duele

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Cerré la última caja para dejarla a un lado de la puerta de mi habitación.

Di una rápida mirada al sitio para luego soltar un suspiro.

Aun sentía una extraña felicidad que por momentos se sentía ajena a mi.

Sali del cuarto para dirigirme hacia la cocina donde se encontraba mamá con la mirada en su móvil.

—Creo que no tengo tantas pertenencias —dije acercándome a la heladera para tomar un vaso con agua— ¿Cómo vas con eso?

—Bien la próxima semana deberé viajar a Gundeburg para iniciar mi viaje —dijo ella con una sonrisa en el rostro.

Mamá se quitó las gafas para mirarme y fruncir el ceño.

—¿Por qué te veo… preocupada? —aparte la mirada para tomar asiento en uno de los banquitos— te conozco lo suficiente Astrid.

—Aun no entiendo por que accediste a que nos mudáramos con Brick.

Por un momento me sentí como una niña reclamándole a mamá pero sabia que dentro mío buscaba una explicación.

—Ya tienes 23 años dos niños y trabajas, Brick se ve responsable—mama tomo una manzana del frutero— además de todas maneras ya tenía pensado en irme lo mismo ibas a quedarte sola con los niños.

Levante mis cejas para soltar otro suspiro.

—Tu no estas así porque me voy —hablo ella acercándose a mí.

—Brick sigue molesto conmigo —dije sintiendo otra vez esa presión en mi pecho— y el departamento es hermoso pero aún no se…

—De eso se trata la vida hija en tanto no abandones tus sueños como lo has hecho hasta ahora y cuides a los pequeños está más que bien.

Mamá le dio un mordisco a la manzana para seguir observándome.

Cuando estaba por hablar escuche la bocina dos pequeños niños que estaban en la sala aparecieron mirándome con una gran sonrisa.

—Quiero que seas feliz Astrid y quizás vivir esta nueva experiencia te ayude a crecer mas —ella miro a los niños y volvió a mirarme— a el solo debes darle tiempo.

<< Tiempo… >>

Tome las mochilas de mis hijos y salimos de casa encontrándonos con un Brick que miraba con una tímida sonrisa.

—¡Papá! —exclamaron los niños corriendo hacia él.

El se inclino para abrazarlos y luego abrirles la puerta para que subieran al auto.

Camine hasta donde estaba el buscando su mirada pero como siempre apartaba sus ojos de mi.

—Astrid… —dijo el saludándome seriamente.

—Hola Brick —dije intentando mostrar una sonrisa.

Él ni siquiera volvió a mirarme y se subió al auto.

Su trato distante era como un castigo para mi, sabia que eso me lo merecía por haberle ocultado la verdad pero para mi corazon no dejaba de doler.

Como se había hecho costumbre la música empezó a reproducirse y mis niños cantaban alegremente.

—Hoy hable con un sujeto que quiere comprar mi motocicleta —dijo el con la mirada hacia el frente.

Gire mi cabeza para observarlo, la culpa no quería desaparecer de mi vida.

Saber que el iba a hacer ese sacrificio no era de mi agrado.

—Brick no es necesario mamá seguirá ayudándonos y yo puedo pedir unas horas más en el trabajo.

El giro su cabeza para mirarme seriamente como si lo que había escuchado era una estupidez.

—No quiero que trabajes mas horas le dije a tus padres que yo me encargaría —el volvió la mirada hacia adelante— por eso hoy iremos a hablar con mi madre y mi padrastro.

—Brick…

—Es lo que debo hacer Astrid —dijo el con un tono de molestia.

—Pero simplemente no quiero que tu cargues con todo.

—¿Crees que no puedo con esto? Ya deja de verme como un maldito niño —hablo con enojo.

Trague saliva para luego dirigir la mirada hacia la ventanilla. Durante todo el camino hacia mi trabajo ninguno de los dos pronuncio palabra.

—Papá, ¿estas enojado? —pregunto Olivia que estaba asomada entre los dos asientos.

—Olivia, ¿Por qué te quitaste el cinturón? —dijo el seriamente.

Me gire para mirar a mi hija que seguía observándolo, esperando una respuesta.

—Y no estoy enojado —respondió el relajando el ceño para mirar a la pequeña.

Por primera vez veía a Brick disimular su enojo y controlar su notable molestia.

Algo dentro de mi me agrado aquella actitud, pero por el otro sentía esa injusticia.

Me despedí de mis pequeños y de el para entrar a la cafetería.

Mire a mi compañera que me miro con una gran sonrisa.

—¿Cómo estás el día de hoy Astrid? —esa era la pregunta que Eve siempre hacia cuando llegaba.

—Podría estar mejor —respondí para acercarme a las máquinas de café.

Una respuesta tan certera porque así era como me sentía.

Sabia que todo lo nuevo causaba ese malestar pero no podía evitar sentir que a Brick le molestaba de tan solo mirarme.

¿Dónde había quedado ese Brick que solo a mi me dedicaba sus sonrisas?

Extrañaba sus besos y abrazos, su manera de ser conmigo.

No supe en qué momento mis ojos se llenaron de lágrimas.

Debía admitir que extrañaba a Trevor que justo apareciera en esos momentos y decía algo que me causaba risa pero como todo en mi vida parecía desaparecer.

<< Quiero desaparecer >>

Aunque de solo recordar aquella noche donde Brick me reclamaba que iba a irme, la idea se esfumaba de mi mente.

—Oh Astrid, ¿quieres un pañuelo? ¿o un abrazo? —dijo Eve a mi lado.

Su dulce reacción me hizo reír pero agradecía que al menos estuviese ella ahí.

—Creo que las dos opciones me vendrían bien —dije intentando aguantar mi llanto.

Durante todo aquel turno de trabajo Eve me había platicado un poco de su vida y como era vivir en una familia numerosa siendo la hermana mayor.

Su simpatía logro hacerme sentir mejor y distraer mi mente de todos mis problemas.

—Estas más que invitada, tus hijos y tú a venir a mi morada —ella me miro sonriente.

Justo a un lado había un sujeto que miraba hacia mi dirección y en cada una de sus manos tenia a mis pequeños.

—Y tu novio también puedes llevarlo —agrego ella— les preparare algo delicioso.




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