FLORENCIA, ITALIA
MARENA
Manuela nos ha invitado a Bruna y a mí a una Noche de chicas, a la que no me he podido negar porque me aseguró que podía llevar a Rafa, que su esposo se haría cargo de los niños y ellos estarían bien. Eso y la insistencia de Bruna me hicieron aceptar, además de que ella y su hermano se portaron tan bien con todo el asunto de Pipo.
Despertó como si nada le hubiera pasado, apenas y se le ve una pequeña cicatriz y según me dijo Ariel que pudo obtener de los niños fue con un cuchillo grande, están buscando dar con quién lo hizo y mientras eso se resuelve, su familia puso algo de seguridad, yo no quería, pero Bruna me aseguró que era algo bueno y podía confiar, que tener la protección de los Mancini era lo mejor que podía suceder. Entonces ahora nuestro perro guardián, tiene sus propios guardianes humanos.
Llegamos a esta inmensa propiedad rodeada de árboles y parece una finca muy moderna, pero lo más impresionante es el imponente lago que tienen.
—¡Guaaauuuuuu, mami! —exclama mi hijo señalando el agua.
—Sí, la casa de Manuela es hermosa y deja que veas la de Geo, ¡tiene un lago y dos villas! —exclama.
—¡Vaya! —jadeo impresionada.
—Sí, después de limar ciertas asperezas con la esposa de Domenico pude ir y conocer el lugar.
—¿Por qué?, ¿qué hiciste?
—Estaba vulnerable y digamos que besé a Domenico y ella pasó años odiándome por eso, —jadeo una vez más—, pero al estar en tanto contacto con el orfanato y la intervención de Domenico, ella enterró su hacha de guerra conmigo. No somos las mejores amigas, pero ella es cordial conmigo y yo entiendo que debo mantener mis distancias.
—Tenes ojos búho, mami. —señala mi hijo y sonrío.
—Solo estoy sorprendida, amor. —Dejo un beso en su cabeza.
Manuela nos saluda antes de que el auto se detenga y el olor a naturaleza en este lugar es increíble, debe ser genial vivir aquí. Se siente mucha paz y calma.
—¡Bienvenidas! ¡Hola, Rafa!
—Hola, mami niña achul. —saluda mi hijo y Manuela le acaricia el cabello.
—¿Cómo están? Vamos a ver el lago primero antes de entrar, no seremos muchas esta noche y Giulia no está, así que podemos hablar de la belleza de mi hermano y su hermano sin pudor. —Manuela mueve sus cejas divertida.
—¿Y por qué no vino Giulia?
—Mañana viajan a París por una cita médica para su hija, así que se van temprano y no hay desvelada.
—¿A París?, ¿así como así? —cuestiono.
—¡Lago, mami! —señala mi hijo.
—¡Rafita!
Clarissa viene corriendo descalza para compartir un dramático abrazo con mi hijo que le besa la mejilla, yo suspiro y tanto Bruna como Manuela se ríen.
—Hola, Mare y Bruna. —nos saluda Clari luego a ambas con un abrazo.
—Hola, hermosa, ¡me encanta tu vestido! —señala Bruna el vestido celeste que lleva puesto.
—De mi Titi Sabi en cielo, mi Titi Franco me lo acomodó. —explica—. ¡Vamos al lago!
Ella toma la mano de mi hijo y salen corriendo juntos hasta la orilla para meter sus manos.
—Tienes un lugar increíble, Manuela.
—Sí, fue un hallazgo excepcional en su momento y lo amo, aquí me conecto y me recargo, aunque cuando necesito algo más es cuando voy donde mis padres. Son bienvenidas a usar mi cargador natural cuando lo necesiten.
—No lo digas mucho o luego no podrás sacarme de aquí.
—Podemos hacer la fiesta de bienvenida a Yahir aquí cuando se concrete la adopción, Bruna. —Manuela le da un guiño y mi amiga suspira.
—Te tomaré la palabra, igual no tengo más familia que ustedes y ahora Mare y Rafa.
—Oye, siempre nos vas a tener. —Le aseguro—. Mi hijo no va a soltar a su tía Buna y yo tampoco.
Compartimos un corto, pero sentido abrazo, los niños se salpican agua entre risas y Manuela los llama para darnos una vuelta alrededor del lago y el jardín que no deja de sorprenderme, es una propiedad inmensa.
Cuando vamos al interior, tampoco decepciona, es espaciosa, luminosa y muy cálida, se puede ver el lago casi que desde todos los ángulos de la casa. No hay decoraciones discordantes, todo parece encajar a la perfección y se siente como un hogar, muchos colores tierra, dorado y toques azules. Además de que huele a algo delicioso.
—Buenas noches, soy el encargado de los bebés y mantenerlos calmados mientras ustedes intercambian valiosa información de mi género.
Suelto la carcajada por el recibimiento del esposo de Manuela y enseguida aparece Alessia corriendo para darme un abrazo.
—Hola, Mare. Vine con mi tía Caeli y Cass, nos estamos pintando las uñas, mira. —Me muestra una de sus manos con pegatinas de estrellas.
—¡Vaya, qué bonitas! Me gustan muchos, Ale.
—Sí, ¿verdad? A mí también, después vamos a leer el libro para niños que hizo la mami de Emiliana y su abuelo.
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Editado: 07.01.2024