FLORENCIA, ITALIA
MARENA
—No debería estar nerviosa, ¿cierto? Las mujeres hacen esto todos los días, pero ¡¿por qué estoy nerviosa?! —Alzo la voz—. Yo iba a tener una cesárea, ¡no un parto! —Mi voz sube unos decibeles más.
—Respira, mi Mare, ya sé que no es lo que planeamos, pero Aram quiere nacer así y todos te estamos cuidando. —me asegura Ariel.
No sé qué diablos pasó ayer, pero mi cesárea estaba programada para dentro de tres días y decidimos hacer una gran cena en casa, pero entonces Geovanna, Manuela, Domenico y sus niños mágicos empezaron a tocar mi panza y hablarle a mi bebé y cuando desperté esta mañana que fui a orinar, rompí bolsa y empecé a sentir contracciones, al llegar aquí al hospital ya tenía cinco centímetros de dilatación y estoy entrando en pánico porque han pasado dos horas y estoy casi en siete.
Bueno, creo que estar rebotando en la pelota de pilates durante todo ese tiempo como me sugirió Karlenys está rindiendo frutos. Ella me aconsejó dejar que el parto siguiera su curso y en caso de ser necesario podíamos hacer la cesárea, pero todo está marchando bien hasta ahora, aun así, me muero de nervios.
—Tengo miedo, Ariel, no quiero que nada le pase. —Me toco el abdomen por instinto.
—Oye, todos estamos aquí con ustedes. —interviene Karlenys—. Confía en el proceso, confía en que tu cuerpo sabe lo que es mejor y tienes los mejores cuidados, yo estoy contigo en cada paso, Mare. Traeremos a Aram con bien y tú también lo estarás.
La calma en su voz y su energía me tranquiliza un poco, pero igual me siento sumamente nerviosa porque esto no era lo planificado, con Rafa fue muy complicado y no quiero que esto sea una experiencia traumática.
—Yo no me preparé para un parto. —confieso.
—Tu cuerpo sabe como hacerlo y yo voy a guiarte en cada paso, Ariel también está aquí, ¿bueno? Traigo bebés como trabajo y somos un equipo, Mare. —Karlenys toma mi mano y muevo mi cabeza en afirmación.
—Además, mi Mare, haces yoga y eso es una gran ventaja para el parto, verás que todo saldrá bien. —declara Ariel y vuelvo a mover mi cabeza.
—Mis mujeres yoguis expulsan a esos bebés en dos pujos, así que vamos bien. —secunda Karlenys y sé que lo dice para hacerme sentir mejor.
—No sé qué hicieron tu tía y tus primas conmigo y con Aram, pero más les vale que nos cuiden y todo salga bien o tendremos serios problemas y no quiero tener problemas con ellas porque me caen muy bien y las amo a todas, pero igual tendremos problemas, ¿bueno? —Ariel sonríe por mis palabras.
—Si algo he aprendido en mis años siendo parte de esta maravillosa familia es que si ellos obraron su magia en ti debes confiar porque en esta familia no dejamos a nadie caer, nos cuidamos mutuamente y sobrepasamos juntos cualquier obstáculo, así que créeme que debes tener una enorme corte celestial empujando y protegiendo a ese hermoso bebé rojo. —me asegura Karlenys y creo que sonrío un poco por sus sentidas palabras.
—¿Se puede?
Mi suegra, Bruna, mis cuñadas y cuñado aparecen como una especie de caricaturas asomándose a la puerta una cabeza sobre la otra, es tan gracioso que empiezo a reír y se me sale un chorrito de pis, ya no puedo estar más expuesta, ¿cierto? Ya mi doctora y Ariel me han visto hasta el alma, aunque el resto de la familia no en este momento y no me verán. Solo quiero a Ariel conmigo en el momento de pujar.
—¡Ya viene mi hemanito! —Rafa abre la puerta y entra corriendo con Alessia tras él y Yahir dando pasitos tambaleantes de bebé.
—¡Faaaaaa! —lo llama y mi hijo se detiene, se gira y va hasta él para tomarlo de la manito.
—Vamos, viene ponto bebé.
Todos nos derretimos con la escena, pero yo sonrío al ver Andrés después que todos entran y tiene a su nieto en los brazos. Caeli tuvo un hermoso rojito que se llama Manuel Vincenzo Ricci Mancini, ellos decidieron dejar que los abuelos escogieran los nombres y creo es perfecto. ¡Y tiene cabellitos naranja tan adorables!
—Mis hormonas de mami lo quieren cargar. —estiro mis brazos hacia Andrés que sonríe y me lo entrega. Yo sigo rebotando suavemente en la pelota—. Hola, bebé hermoso, ¿abres los ojitos para mí?
—Bebé duerme, mami, la tía dio tetita mucho tempo. —explica Rafa.
—¡Come como si no hubiera mañana! —exclama Caeli—. Me va a dejar las naranjas como dos sandías.
—No es tan así, no exageres. —Valentina se aprieta las suyas.
—Yo los amamanté a los tres y mis tetitas siguen siendo hermosas tentaciones para su padre cada que…
—¡Mamá! —Ariel se tapa las orejas y empiezo a reír.
—Ay, como si no supiéramos cómo hiciste a Aram, deja el drama. —replica mi suegra y veo a Manuel abrir en cámara lenta sus ojitos.
—Hola, hermoso. —El bebé bosteza y fija sus pequeños ojos grises en mí, será tan precioso como sus padres y su hermanita.
—Abuelo está feliz por otro niño, ¿verdad? —Alessia se abraza al costado de su abuelo que le acaricia el cabello.
—Muy feliz, sea niño o niña. Amo a todos mis bebés. —nos recuerda.
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Editado: 07.01.2024