El amor en espera

Capitulo tres

Melissa se incorporó rápidamente quedando en frente del hombre que seguía mirándola con expresión de superioridad; ella también lo observo desconcertada y esperando a qué fuera él el primero en hablar y decir porque estaba ahí mirándola descaradamente. 

Un perro se acercó a donde estaban ambos, moviendo la cola y olfatendo todo a su paso.  Melissa reconoció el perro instantáneamente, y cómo no hacerlo si era el mismo que la había interceptado horas otras, lo que quería decir qué el hombre que tenía en frente era su dueño. No lo había visto de cerca, por lo cual no pudo reconocerlo rápidamente pero pudo constatar qué efectivamente se trataba de él, nadie más usaría esa ropa en Karnes City, de eso estaba segura.

----¿Puedo saber por qué me ve de esa manera? ----pregunta Melissa fastidiada, no conocía al hombre que tenía en frente, no sabía cómo  podía reaccionar él, pero no le gustaba su actitud ni el hecho de que se haya pasado a su propiedad y para colmo la mirara como sí ella fuera la entrometida. 

----¿Cómo esperas qué te mire si te encuentras en mi propiedad sin mi autorización? ----el hombre se tomó la confianza de tutearla, y Melissa enfureció por partida doble, ¿dijo MI PROPIEDAD?

Melissa río irónica y al terminar lo fulminó con la mirada. 

----En primer lugar, no le permito que use confianzas conmigo, trateme de usted -le exigió con dureza----; segundo, no sé quién lo habrá engañado diciéndole que estas tierras le pertenecen, porqué no es así. 

El rió burlón por las aclaraciones de la chica y ella enrojeció por la cólera qué su actitud pedante le producía. 

----Muñeca, estás muy perdida, y también arrogante  -dice el hombre acercándose más a ella----, ¿de dónde has salido? No te había visto por aquí. 

Melissa pensó qué ese era el hombre más fastidioso que había visto en toda su vida, deseó poseer un super poder que la ayudara a desaparecerlo de su vista. Pero tristemente no poseía tal virtud, por lo qué se calmó y trató de recordar el nombre del sujeto desagradable qué tenía frente a sus narices, Sam le habia dicho el nombre de su nuevo vecino cuando lo vieron en el camino rumbo a la hacienda pero no lo recordaba. 

----Soy Melissa Winsors, mi familia ha sido dueña de estas tierras por décadas ----se presentó, después de inhalar profundamente  para así poder aclarar el mal entendido con su vecino----. Tal vez hubo algún error al redactar los documentos de venta de las tierras que le compró a Don Eduardo  y por eso tiene la errónea idea de qué estas propiedades también le pertenecen. Como verá, esta cerca determina los límites de las propiedades, este es nuestra lado y justo después de ella es todo suyo, señor. 

La expresión del hombre se endureció levemente al notar la seguridad con la que Melissa se mostraba frente a él.

----Belleza, yo podría hacer un documento que certifique qué todas está tierras me pertenecen, hasta tu casa estaría entre mis propiedades si así lo quisiera ----afirmó él, burlón-, solo es cuestión de hablar con mis abogados y de poner unos sellos sobre un papel y listo.

Melissa casi se atraganta con sus propias palabras; Sam se había quedado corto al decirle la clase de persona que era ese hombre. Se le ocurrieron tantas cosas para decirle, pero la rabia no la dejó articular palabra, por lo que decidió irse de ese lugar lo más pronto posible, antes de que comenzara a lanzar sobre él todas las piedras que estaban cerca.

----¿Te vas? ----interrogó el hombre siendo ignorado por la chica que caminaba rumbo a la camioneta----. No tenías que enojarte belleza, tengo la seguridad de qué juntos podríamos divertirnos a lo grande.

Melissa montó en el vehículo y lo puso a toda marcha, con la única intención de alejarse de ese detestable hombre y deseosa de no verlo jamás. 

Le resultaba increíble que existiera una persona tan asquerosamente irritante, prepotente, imbécil, ególatra y todos los demás calificativos insultantes, él los poseía todos.

Llegó a la hacienda, y detrás suyo una enorme nube polvorienta. Melissa había conducido de forma furiosa y temeraria; al frenar frente a su casa tuvo que afincar su cabeza sobre el volante, se relajó y normalizó su respiración que se encontraba exageradamente agitada, producto de las palabras de aquél hombre.

Decidió ir por el patio y entrar primero a la cocina para tomar agua y así también  evitar encontrase con su madre o su hermana y tener que ofrecer explicaciones de su estado.

Observó el lugar detenidamente. Las paredes tenían un color distinto al que  recordaba y habían cambiando algunos electrodomésticos, dándole al lugar una apariencia más moderna.

Bebió un vaso de agua a temperatura ambiente como era su costumbre y movió sus dedos sobre la encimera, pensativa, entonces recordó que no había llamado a su amiga Rachael. Corrió hasta su bolso para buscar su celular y comunicarse con su querida amiga.

----Rachi, ¡disculpame, de verdad; sé que prometí llamarte pero se me escapó por completo! ----Melisa de apresuró a hablar antes que su amiga pues temia que estuviera enojada con ella por otra vez haber olvidado llamarla.

----Esta bien nena, no te preocupes. Se lo emocionada que estabas por regresar y comprendo que lo olvidaras ----dice comprensiva la castaña tras la línea----. Ahora cuéntame como fue la impresión de tú madre y tu hermana al verte.




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