—¡Amiga!— gritó Ximena.
—Hey, ¿qué tal? ¿Cómo has estado?— pregunté.
—Muy bien hermosa— respondió.— Hola Brayan perdón por no haberte saludado rápido— dijo sonriente.
—No puedo creer que no hayas visto a alguien tan brillante como yo— dijo Brayan. Si claro, brillante.
—Si claro como digas— dijo Ximena y rió.
Entramos a clase, por fin estábamos cursando tercer semestre de bachillerato. En esta escuela tan prestigiosa cada semestre nos cambian de clase, es decir, nos toca con compañeros al asar. Por lo tanto, no sabemos qué tipo de compañeros estarán con nosotros, con suerte tocaremos juntos.
Vimos las listas de los nuevos grupos y lamentablemente no toqué con ninguna de mis amigas ni mi novio, pero eso no era para mí un problema, porque yo conozco a mucha gente.
En mi clase había gente de todo tipo, los típicos presumidos que se creen superiores a otros por tener más dinero, esos que creen que todo se puede comprar con dinero, los galanes mujeriegos que salen con miles de chicas, los chicos malos, esos nunca deben de faltar, de esos chicos malos a los que todos les temen y nadie se quiere acercar a ellos, y claro que también son unos desordenados, y no faltan los pocos otakus que andan por ahí, claro que también está el grupo de las chicas lindas y en ese me incluyo yo, así es. Hay una chica muy rara, se ve que es muy ruda y anticuada.
Y otra chica, de esas que se pueden llamar hipócritas, creídas, de esas que aparentan ser tímidas e inocentes, pero en realidad son unas desgraciadas e interesadas.
Si lo pensara, prefiero mil veces juntarme con la chica ruda y anticuada.
En el transcurso del día tuvimos una hora libre, no fue muy bonito que digamos.
—Oye—. Uno de mis compañeros del grupo de los malos me habló ¿qué hago?
—Si dime— respondí amablemente.
—Tú eres Rebeca ¿cierto?— preguntó el chico. Claro que debe saber quién soy, no hay nadie que no me conozca.
—Así es—. Admito que estoy muy nerviosa.
—Ya veo, mi nombre es Daniel es un gusto— se presentó amablemente.
No podía creerlo, era Daniel, uno de los chicos más populares en esta escuela, pero por mujeriego. Lo que no entiendo es por qué está con los malos.
—Entiendo, un gusto— respondí sonriente.
—¿Quieres dar un paseo?— preguntó con su sonrisa coqueta.
—Sabes que tengo novio ¿verdad?— dije.
—Si me importara no estaría invitándote— dijo sonriente. No me podía negar a esa sonrisa coqueta.
—Bien, aceptaré. Veo que no te importa que te golpeen, espero que sepas que mi novio practica artes marciales mixtas— respondí orgullosa de mi Brayan.
—No creas que me vas a asustar con eso, muñeca— dijo y me guiñó un ojo.
En ese momento apareció un chico realmente hermoso, no sabía que alguien así estaba en esta escuela, se acercó a nosotros y...
—Déjala, la estás molestando— dijo el misterioso chico.
—Ay, vamos John. ¿Desde cuándo te importa eso?— preguntó el tipo. Así que su nombre es John. Interesante.
—Ya basta, vámonos—. El misterioso chico John y el mujeriego Daniel se fueron.
Increíble, pero seguro él estaba en otra clase.
Receso.
Efectivamente, está en otra clase.
—¿Qué estás mirando?— me preguntó mi amiga María Fernanda.
—...
—¡Hey Beca!— volvió a hablarme mi amiga Fer.
—...
—Puede que esté pensando en Brayan— dijo Ximena.
—¡Oh! Mi querido Brayan— dijo Kareli y rieron.
—Yo pienso que físicamente está con nosotras pero mentalmente no— dijo Silvana.
—...
Yo miraba al chico misterioso John, nunca lo había visto en la escuela y es imposible que nadie lo notara. Lo miraba fijamente.
Espera... Acaso él... ¿Está mirándome también? ¡NO! No te acerques, no vengas.
—Disculpa, llevas mirándome desde que comenzó el receso. ¿Tengo algo en la cara?— me dijo John. Sonaba algo molesto.
—¡¿Quién rayos eres tú para hablarle así!?— le gritó María Fernanda a John.
—¿Ah? Ella es la que me está acosando, no tienes derecho a molestarte— respondió John.
—Beca ¿lo conoces?—preguntó Silvana.
—¿Eh?— (Reaccionando en 5, 4, 3 , 2, 1...).—¡Ah!— grité.— Discúlpame por favor, yo no quería mirarte, no quiero que te sientas incómodo.
Ah, que vergüenza estoy teniendo ahora mismo, pensé.
—¡Oigan!— gritó aquella chica ruda y anticuada de mi clase.— ¿¡Quieren callarse!? No dejan que las demás personas coman a gusto por sus gritos.
Miré alrededor, y efectivamente todos nos miraban molestos. Estoy acabada...