El amor es ciego.

Capítulo 10. Primer día de trabajo.

Me retiré de la cafetería, me dí cuenta que también vendían desayunos, rico rico. Estaría yendo en las mañanas a trabajar y tendría el viernes libre para buscar un lugar en donde vivir.

Es fin de semana, así que estoy aprovechando para comenzar a empacar mis cosas, sigo sin poder cocinar una miserable sopa, qué triste. Ahorita ando con muy poco dinero y no puedo comprar más cosas, demonios.

Al día siguiente...

8:00 am

Me dirijo rápidamente hacia la cafetería, no puedo creer que se me haya echo tarde pero ya estoy cerca, justo cuando llegué estaba mi atractivo jefe esperándome en la puerta...

— Llegas tarde Smith— dijo molesto. 

¿Quién rayos me dice Smith? Ahora que lo pienso, pareciera que soy un hombre. Reí y el jefe se molestó más.

— ¿Qué te causa gracia Smith?— preguntó alzando una ceja.

Maldición, creo que ya eché a perder todo.

— ¡Lo siento mucho señor!— grité e hice una reverencia. No sé por qué rayos hice eso.

Los meseros que estaban allí comenzaron a reírse ante mi escena. Qué vergüenza.

El jefe interrumpió las risas con un grito.

— ¡Derek!

— ¡Si señor!— dijo en voz alta el mesero. Llamado Derek, supongo.

— Tú estarás a cargo de la nueva— dijo mientras volteaba a verme.— Hey nueva, preséntate por favor.

— ¡Si señor!— grité.— ¡Mi nombre es Rebeca Smith, tengo 17 años, y no tengo padres! ¡Es un gusto conocerlos!— dije en voz alta y con la frente en alto.

Mis compañeros parecían estar incómodos, no tenía idea de por qué. ¿Dije algo malo?

— Hey chica, no hacía falta que dijeras lo de tus padres, si dices eso nadie sabrá que decirte— me susurró al oído la amable mesera que me atendió la primera vez que vine.

— ¿En serio debo hacerme cargo de esta niña, señor?— preguntó el chico llamado Derek.

— Así es, de ti depende que mis platos no corran peligro— respondió el jefe.

Seguí a Derek hacia la cocina, primero intentaríamos ver si era buena cocinando, aunque ya sabía cómo terminaría esto. Me explicó cómo hacer un platillo, la verdad no le entendí nada pero quise intentarlo.

"Muy bien Rebeca, ¡tú puedes!" 

Unos minutos después...

— ¡Tonta! ¿Qué rayos hiciste?— gritó Derek molesto.

— Sólo hice lo que tú me pediste, le puse un poco de huevo— respondí tímidamente.

— ¿Huevo? ¡Nunca te dije que le pusieras huevo!— gritó aún más fuerte mientras sus manos se iban hasta su cabeza del coraje.

— Derek cálmate, es su primera vez— dijo uno de los cocineros.— ¿cierto Rebeca?— me dijo y sonrió. Yo solo asentí.

— Bien, ya sabemos que no eres buena cocinando— dijo Derek molesto.— Te encargarás de ayudarle a los meseros.

En ese momento entró la amable mesera a la cocina, su nombre es Natalia.

— Natalia, dile a esta chica lo que tiene que hacer— le dijo Derek a Natalia.

Natalia asintió y me hizo una señal para que la siguiera.

— ¿Derek te gritó?— preguntó de repente y asentí.— Tranquila, ese tipo es un intenso— dijo y rió.

Natalia me explicó lo que tenía que hacer, esta vez sí haré mi mayor esfuerzo.

— ¡Chica nueva! ¡Otros chilaquiles rojos para la mesa 8!

— ¡Rebeca! ¡En la mesa 5 quieren otros dos refrescos!

— ¡Nueva! ¡Una torta para la mesa 9!

—¡SIIIIIIII!— grité.

No podía con tantas cosas. El cocinero que me entregaba los platos era muy amable, me sonreía y me daba ánimos, qué lindo que sean así. 

— ¡Rebeca! ¿Podrías recoger los platos vacíos de las mesas? Por favor— me dijo Natalia amablemente y asentí.

Cuando estaba por llegar a la puerta de la cocina tropecé y dejé caer todos los platos y vasos que traía en las manos. En ese momento iba saliendo Derek de la cocina, el cual me miró sorprendido y yo ya me estaba dando por muerta en esos momentos.

— ¡Lo siento mucho! Recogeré los platos rotos— dije y justo cuando iba a recogerlos, él tomó mi brazo.

— ¡Tonta!, te puedes cortar— dijo y se agachó a recogerlos cuidadosamente.

Pero qué tenemos aquí, el chico sí se preocupa por los demás.

— ¿Estás bien? ¿No te lastimaste?— preguntó mientras tocaba cuidadosamente mis manos para verificar que no me había pasado nada.

— Estoy bien, gracias— respondí tímidamente.

— Bien— dijo y se levantó para tirar los platos.

Terminó mi primer día en el trabajo, no estuvo tan mal, poco a poco me iré acostumbrando. Le pedí al jefe un adelanto para comprar comida y para preparar la mudanza, fue difícil porque le quebré muchos platos.

Camino a casa llegué a comprar unas cosas a un supermercado, me sentí contenta porque esta noche podría comer algo rico. Mientras iba en el camión comenzaron a llegarme algunos mensajes, era del grupo que teníamos los de la cafetería.

Jefe: ¿De quién es ese número?

Susana (mesera): Es la chica nueva, jefe☺

Natalia (mesera): Rebecaaa❤ te mandaré mensaje por privado

Angélica (cajera): Bienvenida al grupo Rebeca

José (mesero): ¿Tenemos chica nueva en el trabajo?

Daniel (cocinero): Exacto

Derek (cocinero y mesero): Es una tonta😒

¿Qué le pasa a este tipo?, parece que me odia...

Daniel: Vamos Derek, no digas esas cosas

Jefe: Pues me rompió muchos platos 😤

Yo: Lo siento mucho señor

Apagué mi celular y llegué a mi casa.

"Llegué a casa, madre".

Estuve guardando las cosas en el refrigerador y no sabía qué hacerme de comer, más bien, no sabía cómo. ¿Por qué cocinar será tan difícil?, no pude comprar algo de fruta, es muy cara.

Estuve varias horas sin comer y ya me rugían las tripas, entonces se me ocurrió una idea. No podía llamar a mis queridas amigas porque ya no lo eran, ni a Brayan porque ya no había nada entre nosotros. Podría llamarle a John pero no tengo su número, ¡ah, ya sé!, llamaré a Natalia.



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En el texto hay: romance drama juvenil amistad

Editado: 01.03.2020

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