CAPÍTULO 15
Después de pasar toda la tarde en la empresa, vuelvo a casa con el celular de Itzel en la mano, listo para que se contacte con el hacker. Al llegar, noto que mis hombres están un poco tensos, pero decido ignorarlo y me dirijo a la mansión. Sin embargo, mi primera impresión es de sorpresa y desconcierto al ver a mi madre, hermana, tía y prima riendo animadamente con Itzel, como si se conocieran desde hace años.
Esto es completamente inesperado. Mi familia, especialmente las mujeres, tiene un historial de ser extremadamente cautelosas y protectoras con cualquier mujer que se muestre cercana a alguno de sus hijos o esposos. Siempre he visto cómo se vuelven defensivas y reservadas en esas situaciones, pero ahora parecen haber aceptado a Itzel con una sorprendente calidez y familiaridad.
—Leonardo, hijo, llegaste justo a tiempo —dice mi madre con una sonrisa amplia, abriendo los brazos para darme un abrazo—. Itzel estaba contando historias fascinantes sobre su vida en Francia. Ha sido una tarde encantadora.
Sus palabras me sorprenden aún más. No es común que mi madre, con su carácter reservado y crítico, muestre un entusiasmo tan genuino por alguien que apenas acaba de conocer. Mi hermana, tía y prima también parecen contentas, como si Itzel hubiera sido parte de la familia desde hace tiempo.
—Sí, parece que he llegado en el momento justo —respondo, tratando de mantener una actitud neutral mientras me separo de mi madre—. Itzel, ¿podemos hablar en privado un momento?
Itzel se levanta de su asiento y me sigue hacia una sala más apartada, con una expresión de curiosidad en su rostro. Una vez dentro, cierro la puerta detrás de nosotros, para tener un poco más de privacidad.
—¿Qué fue todo eso? —pregunto, señalando la sala donde las mujeres estaban conversando y riendo—. ¿Cómo es que, de repente, te has integrado tan bien con mi familia?
Itzel me mira con una sonrisa enigmática, como si estuviera evaluando cómo responder.
—Tu familia es muy interesante —dice, desviando la respuesta de manera inesperada—. En especial tu madre y tu tía, quienes me han dado consejos sobre cómo seducirte.
Sus palabras me toman por sorpresa, y no puedo evitar un levantamiento de cejas.
—¿Qué? —pregunto, sin poder ocultar mi incredulidad—. ¿De qué estás hablando?
Itzel se acerca un poco más, con una mirada juguetona en sus ojos.
—Sí, parece que se tomaron la libertad de darme algunos "tips" sobre cómo conquistar tu corazón. Todo en tono de broma, por supuesto, pero no puedo negar que fue un momento interesante —dice con una risa ligera.
Aunque trato de mantener una expresión seria, no puedo evitar que una ligera sonrisa se asome en mis labios al ver cómo Itzel maneja los comentarios de mi familia con tanta soltura. A pesar de toda la confusión, admiro su habilidad para adaptarse y manejar situaciones inesperadas con tanta facilidad.
—Debo decir que tu capacidad para adaptarte a cualquier situación es impresionante —comento, tratando de redirigir la conversación hacia lo más urgente—. Ahora, volvamos a lo importante. Tenemos que ponernos en contacto con el hacker y resolver este problema antes de que sea demasiado tarde.
Itzel asiente, su expresión se vuelve seria mientras me dirige una mirada intensa.
—Por supuesto. Ya tienes mi celular —dice, extendiendo el brazo hacia mí.
Busco el celular, pero de repente recuerdo que me quité el saco y lo dejé en la sala.
—Lo dejé afuera —respondo, mientras me dirijo a la salida. Itzel me sigue de cerca, y al llegar a la sala, no veo a las mujeres de mi familia. Siento un suspiro de alivio, al menos por el momento.
Sin embargo, antes de que pueda avanzar mucho, escucho la voz de mi hermana desde la distancia.
—Fratello, te estamos esperando en la mesa —dice con un tono que mezcla curiosidad y diversión.
Me detengo en seco y vuelvo a mirar a Itzel, quien parece tan decidida como siempre.
—Parece que tendremos que resolver esto después de la cena —le digo, tratando de mantener la compostura aunque por dentro soy todo un manojo de nervios—. Vamos a la mesa.
Nos dirigimos hacia el comedor, donde la cena está servida y mi familia ya está reunida, claramente dispuesta a disfrutar de una noche que promete ser más interesante de lo previsto.
Entramos en el comedor y el aroma de la cena casera llena el aire. Mi madre ha dispuesto la mesa con su característico entusiasmo y atención al detalle, mientras mi hermana y tía parecen estar en medio de una animada discusión sobre el último reality show. Mi prima, siempre la más observadora, está probando cada platillo con una mirada de crítica culinaria.
Al vernos llegar, mi madre sonríe con esa mezcla de satisfacción y sorpresa que solo ella puede mostrar.
—¡Ah, mira quiénes decidieron aparecer! —exclama, levantando las cejas de manera juguetona—. Pensé que tal vez te habías olvidado de cenar por haberte entretenido tanto con el postre primero.
Se dirige a Itzel con una mirada traviesa, y esta se sonroja mientras mira a mi madre con una sonrisa nerviosa.
Nos sentamos en los espacios libres y damos comienzo a la cena, olvidándonos por un momento por el momento que estamos pasando.
Mi madre, siempre la anfitriona perfecta, se asegura de que todos se sientan cómodos, aunque es evidente que su atención está principalmente en Itzel.
—Cuéntame, Itzel —dice mi madre, inclinándose ligeramente hacia ella—, ¿cómo ha sido tu experiencia hasta ahora en nuestra pequeña familia?
Itzel parece dudar por un instante, pero rápidamente recupera su compostura. Su voz suena serena, aunque sus ojos delatan un ligero nerviosismo.
—Ha sido... interesante. Definitivamente diferente a lo que esperaba, pero me estoy adaptando.
Mi madre sonríe, complacida con la respuesta, pero no pierde la oportunidad de lanzar una indirecta.