Desperté agotada, vaya noche que habíamos tenido. Valería se encontrada abrazada a mi, con una sonrisa en su rostro.
Bueno con todo lo que le hice anoche.
Que ego.
Comenzó a removerse, hasta que abrió los ojos. Me miró y habló.
—Hola amor — saludó, muy sonriente.
—Hola, dormilona. ¿Cómo te sientes?
—Espectacular. Fue la mejor noche de todas. En algún momento sentí que iba a morir; jamás me habías hecho el amor como anoche.
Si supiera que lo hice pensando en otra.
¡Demonios!
—Ahora que estamos casadas, aumenta mas el ímpetu, el libido— respondí. Ni yo me la creía.
—Debe ser. Hoy no quiero hacer nada mas que pasar acostada contigo. Ya que no tendremos luna de miel.
Por sus proyectos y mis casos que eran muy importantes, decidimos aplazar la luna de miel. Ya tendríamos tiempo para disfrutar como se debe.
—Como ordene, mi guapa esposa — besé sus labios.
Me estiré para tomar el teléfono, debía llamar a recepción para que nos trajeran el desayuno. Estábamos hospedadas en la suite presidencial de un lujoso hotel, si no tendríamos luna de miel por lo menos se debía disfrutar en un buen lugar dentro de la ciudad.
—Pronto vendrán con el desayuno. Tengo mucha hambre
—Si tienes hambre, yo te puedo dar de comer— sonrió perversamente.
—Ah sí. Yo no veo comida por ninguna parte — le seguí el juego. Mientras volvía a estar encima de ella.
—Debes bajar para encontrarla— colocó sus manos sobre mi cabellera e hizo el intento de que baje.
Sonreí y comencé a deslizarme.
Vaya banquete que me daría.
Sara Pov
Hoy la oficina se sentía muy solitaria. Sin la presencia de la jefa no era lo mismo.
Lo bueno que solo sería por hoy. No podía abandonar los casos que llevaba eran de suma importancia.
Mañana tendría de vuelta a Rebe.
Me emociona mucho, ahora que admití que me siento atraída por la jefa, la liberación que tengo me hace bien. Por fin pude ponerle nombre a todo lo que me pasaba con ella.
Sé que ni en sueños tendré oportunidad con Rebe, pero no importa. Mi descubrimiento o como dijo Natasha, mi renacimiento, me abrió los ojos, tal vez nunca me fue bien con los hombres porque no era lo que en verdad quería. Simplemente mantenía aquellas relaciones porque era lo normal.
Aceptaba las relaciones entre dos personas del mismo género pero hasta ahí.
Yo era heterosexual, por lo cual solo debía estar con hombres, que tonta fui. Lástima que haya reaccionado teniendo un gusto por mi jefa. Una mujer imposible para mi. Casada, poderosa; jamás pondría los ojos en una simple asistente.
Comenzó a sonar el teléfono y contesté.
—Si. Buenos días— saludé cordialmente.
—Hey Sara, qué tal— escuchar su voz me alteró los sentidos.
—Rebe— respondí con emoción. Hasta que reaccioné — Perdón. Abogada, gusto escucharla.
—Lo mismo digo. Cómo va todo por la oficina — es imposible que pueda estar alejada de este lugar.
—Todo marcha bien no se preocupe. Debería por hoy desconectarse — aunque no era lo que deseaba.
—No puedo. El bufete es como mi hijo. Necesito saber como está a cada momento. — reí por su respuesta.
—Lo entiendo. Pero yo cuidaré muy bien de su hijo hasta que regrese.
—Me alegra saberlo. Por favor, me le cambias de pañal— volví a reír pero esta vez mas fuerte. Me encantaba su sentido del humor.
—Haré todo lo que esté en mis manos.
—Gracias. No molesto mas. Ten buen día.— no quería que termine la llamada.
—Igualmente. Adiós.
Colgué y volví a sentir ese vacío. Que difícil era todo esto.
Llamé a mi amiga, necesitaba despejar la mente.
—Hello, Sari... güeya.
—Hola, fastidiosa. ¿Qué haces?
—Ah, nada. Aquí en mi casa— sentí su voz nerviosa, además de que se escuchaban murmullos.
—¿Estas con alguien?— pregunté
Ya deja el teléfono y continuemos
Volví hablar
—Un momento... esa es la voz de... Laura— no podía creer mi descubrimiento.
—Hola Sari... güeya— lo que me faltaba, ahora también me molestaba.
—Si, esta conmigo. Se podría decir que hemos limado las asperezas
Si que lo hicimos
Escuché que habló la abogada.
—Me sorprende un poco. Yo quería hablarte de mi asunto, pero creo que ahora no es el momento.
—Si es lo de tu jefa. Hablalo, Lau ya sabe todo.— respondió tranquilamente.
—¿Le contaste?— pregunté algo alterada.
— No, ella ya lo sabía. Es mas la pondré en altavoz para interactuar las tres.
Como untrío telefónico
Puse mis ojos en blanco, son tal para cual.
—Ahora si. Dime que pasa.
—No se que hacer. Debo olvidarme de la jefa.
—¿Por qué? — miré el teléfono, como si a través de este me podría ver.
—Está casada. ¿Quieres más motivos?
Ese no es un motivo
—Discúlpeme abogada, pero tal vez para ustedes no, pero para mi si; no me atrevería arruinar un matrimonio.
—Eres muy buena. Siempre te dije que tu eres la indicada para mi amiga— ahora Laura estaba al mando del teléfono.
—Yo, solo quiero olvidarla.
Vamos a un club para conocer chicas
—¿Te parece bien la idea, Sara?— lo pensé un poco antes de responder. Quizás lo que necesito es conocer mas gente.
—Esta bien, ¿cuándo lo hacemos?
—Así me gusta, chica decidida. Que tal el viernes. Nosotras pasamos por ti.
—Me parece. Abogada le recuerdo que debe venir a firmar algunos papeles.
—Ya. Sari, termino unas cositas aquí y voy a la oficina.
Chao, Sari...güeya
Idiotas. Cuando las tenga juntas debo preguntar si o si. Se supone que no se querían ni ver, bueno Lau no quería verla.
Qué pasó para que se hayan amistado, bueno por lo que llegué a escuchar mas que amistar.
Ahora solo debía esperar hasta el viernes, ojala la decisión que tomé sea la acertada; una chica interesante pueda borrar mi gusto por la jefa, no creo que no se pueda, solo debo buscar la indicada.